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“El Tiburón”: crónica de una fuga de película

Por redacción
| 08 de diciembre de 2016
Camino a la indagatoria. Ayer, a las 17, Navarro fue retirado del Hospital y llevado ante la jueza. Foto: Héctor Portela.

Julio “El Tiburón” Navarro sabía que de los balazos que le socavaron la zona pélvica estaba casi recuperado. Sabía también que era cuestión de tiempo para que los médicos le dieran el alta y la Policía lo regresara a un lugar en el que estuvo antes y al que no quiere volver: la celda de una comisaría. Entonces, aprovechó que había recobrado fuerzas y, sobre todo, coraje, y escapó de la habitación del policlínico de Villa Mercedes. Salió por una ventana y saltó desde un primer piso. La libertad le duró apenas cuatro cuadras, la distancia que a los policías del Comando Radioeléctrico les llevó recapturarlo.

 


Mientras los efectivos le colocaban nuevamente las esposas, los médicos corroboraron que, pese a haberse lanzado de casi cuatro metros de altura, no se había golpeado ni sufrido otra clase de lesiones. Luego, lo subieron a una patrulla y lo regresaron a la habitación 8 de la sala de cirugía de la que había escapado.

 


La Policía redobló la vigilancia en el policlínico “Juan Domingo Perón”, dijo el jefe de la Unidad Regional II, comisario mayor Oscar Contrera. A los dos efectivos del Cuerpo de Operaciones Especiales (COE), que custodiaban la sala desde el lado externo de la puerta, le sumaron un tercero que vigilaría a "El Tiburón" desde el interior de la habitación. A la vez, un grupo de uniformados comenzó a patrullar los alrededores del centro médico. "Lo hicimos no sólo para evitar otra fuga, sino también para resguardar la integridad del personal del hospital", comentó el comisario mayor.

 


El refuerzo de medidas, sin embargo, duró un par de horas, hasta ayer. Cerca de las 9:30 la secretaria del juzgado de instrucción Penal 3 notificó al hombre de 30 años que en las próximas horas sería indagado por el asalto en la sede de Lucha Contra el Narcotráfico, en el que murieron su presunto cómplice Gustavo José Barros y el alférez principal Julio Alexis Pizarro.

 


Dicha notificación fue expedida luego de que los especialistas del policlínico le informaron a la jueza Mirta Ucelay que, después de ocho días de internación, Navarro estaba en condiciones de declarar. Eso no era lo que pensaban el lunes cuando, según trascendió, le habían detectado un principio de neumonía y, como continuaba conectado a dos sondas, calculaban que su recuperación demoraría, al menos, otros cinco días.

 


Pero “El Tiburón” les demostró lo contrario esa misma noche. Pasadas las 21:40, después de cerciorarse de que ninguno de los policías del COE, que estaban en el pasillo, hubiera girado su cabeza hacia su habitación, buscó librarse de las esposas que lo ataban a la camilla.

 


Consiguió abrirlas. Los investigadores aún tratan de establecer de qué se valió para violentar los grilletes. Pero no resultaría remota la posibilidad de que alguna de las visitas que el sospechoso tuvo durante la semana le haya facilitado el elemento para quitarse las esposas, comentó Contrera. 

 


Una vez libre, Navarro abrió la ventana de la sala. Aferrándose a los bordes de la abertura, cruzó hacia el otro lado, contó el oficial principal Germán Gómez, jefe de Homicidios. Mientras trataba de no perder el equilibrio, sujetándose de los hierros de las ventanas continuas, empezó a caminar hacia la derecha, donde estaba el techo del área de maternidad. Pasó por las ventanas de dos habitaciones, casi cuatro metros, y cuando tenía el techo de maternidad debajo, a un metro de altura, saltó hacia él.

 


Caminó hasta una esquina de la terraza. Midió con la vista que la distancia hasta el suelo rozaba los cuatro metros y brincó. De allí, se esfumó por un costado del hospital. Esa secuencia fue advertida por un testigo que estaba en maternidad y, de pronto, vio que un paciente con el torso desnudo se descolgaba de una ventana del ala sur del edificio.

 


A los pocos segundos, la Policía fue advertida. Mientras, los efectivos del COE y sus colegas del Comando Radioeléctrico salían en su persecución, "El Tiburón" corría por avenida Presidente Perón. Llegó hasta San Luis y quiso encarar una cuadra más, hacia Leonismo Argentino. Pero en esa esquina terminó su libertad.

 


Se resistió a los efectivos del Comando, pero fue inútil.

 


Según dijo el jefe de la Unidad Regional II, lo que intentó Navarro antenoche no fue una sorpresa. Pues su lista de antecedentes es larga y por ella ha tenido que pagar condena. Conoce al detalle los muros de la Penitenciaría de San Luis, de los que alguna vez intentó zafar como lo hizo el lunes, como un gato.

 


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