Una pérdida de tiempo. Eso le parece a Marcelo Caspari ir a la Policía a denunciar cada vez que sufre un nuevo robo en el depósito de su corralón. Sufrió “por lo menos diez robos”, seis en los últimos seis meses, cuenta. Y nunca consiguió que esclarecieran alguno.
Al comerciante, dueño de “Corralón San Luis”, ubicado junto al puente “René Favaloro”, no le preocupan tanto los materiales que le roban los ladrones en cada incursión, sino el riesgo de que alguna vez terminen por matar a un sereno. En sendos ataques, dos de ellos fueron golpeados y a otro le gatillaron un arma de fuego. Tuvo suerte: la bala no salió.
A raíz de los robos, tres de ellos dejaron el trabajo, contó Caspari.
“He sufrido muchos robos, de los tres primeros hice la denuncia, después no lo hice más porque no sirve de nada”, afirmó.
El depósito visitado en forma periódica por delincuentes está ubicado en la ruta nacional 147, entre Riobamba y la ruta nacional 146. El dueño cuenta que el predio donde guarda su mercadería no es una tentación especial para los ladrones, sino que los ilícitos son un problema que afectan también a sus vecinos.
“A un cliente mío, que se está construyendo la casa allí cerca, a través del programa Procrear, le robaron todos los caños de gas; una señora mayor que vive al lado y una familia de apellido Tula, que tiene su casa detrás del depósito, también han sufrido robos”, aseguró Caspari.
Al norte de su propiedad, los moradores del barrio Mirador del Cerro también han sufrido sucesivos robos. El último, contó el comerciante, fue hace una semana. Llamaron a la puerta de una casa, el dueño miró, vio a un hombre y abrió. De pronto aparecieron otros delincuentes detrás del primero y lo asaltaron.
“No hay rondas policiales en esa zona. No sirve que los patrulleros pasen por la ruta, tienen que hacer recorridos por dentro, con caballos, con cuatriciclos, con lo quesea”, pidió el dueño de “Corralón San Luis”.
El último robo en su depósito fue este mes. El sereno fue sorprendido por delincuentes armados que lo despojaron de sus documentos y del equipo de mate.
El mes pasado, el cuidador se salvó por poco. En el colmo de la osadía, los ladrones fueron en una camioneta a robarle blocks de hormigón. Cuando el sereno los descubrió y quiso intervenir, uno de los delincuentes le gatilló un arma de fuego, pero la bala no salió. “Le dije que no se tendría que haber metido, tendría que haber llamado a la Policía”, contó el dueño.
En noviembre, le robaron los reflectores del predio; en setiembre, se llevaron herramientas y andamios de los albañiles que estaban construyendo en el depósito.
Unos días antes, en agosto, Caspari sufrió un robo de ladrillones. Y ese mismo mes, unos quince días antes, su sereno fue asaltado por dos delincuentes armados que lo amenazaron y lo golpearon para robarle la batería del auto.
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