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La UNSL reabre este año la carrera de apicultura

Por redacción
| 21 de febrero de 2016

Después de “invernar” durante dos años, las abejas volverán a volar, al menos en la teoría, en las instalaciones de la Facultad de Ingeniería y Ciencias Agropecuarias de la Universidad Nacional de San Luis. Es que la institución relanzó la “Tecnicatura Universitaria en Apicultura”, una carrera que les brinda los fundamentos teóricos y prácticos necesarios a quienes buscan profesionalizarse en las distintas tareas que involucra la producción apícola.

 


Las inscripciones para Apicultura en la sede de Villa Mercedes no se abren todos los años. Que las clases se dicten o no, depende de la posición y precio de la miel en el mercado y de la demanda de capacitación en el rubro. “Está sujeto a la cantidad de inscriptos. Cuando la miel tiene importancia económica hay más aspirantes a hacer la tecnicatura. Entonces se abre un cupo, se cursa y cuando esa camada termina, en base al interés que haya sigue al otro año. A eso lo vamos estudiando nosotros, porque la gente interesada se acerca y empieza a preguntar”, explicó Samuel Díaz, coordinador y docente de la carrera.

 


Si bien no es de las más masivas y más elegidas por los alumnos, les viene muy bien a quienes están inmersos en el mundo de la apicultura y quieren superar la eficacia productiva de sus apiarios. Por lo tanto, los que la estudian generalmente son apicultores con cierta experiencia en el campo que pretenden potenciar la labor de sus abejas al máximo y modernizar sus instalaciones.

 


“Formamos un técnico que tenga conocimientos profundos de apicultura y esté capacitado para asesorar con criterios científicos modernos en el manejo de las colmenas. El objetivo es lograr que un productor que con un trabajo semi intensivo consigue 30 kilos de miel pueda superar esa marca; y con la aplicación de una apitecnia obtenga más ganancia en sus producciones”, señaló.

 


Este año, las clases comenzarán el 14 de marzo. Luego de los dos años que dura la carrera, los alumnos tendrán la capacidad de desarrollar la totalidad del proceso de producción apícola, desde la reproducción y cría de los insectos hasta la obtención de la miel y su comercialización. Durante la currícula, los docentes les enseñan cuales son especies florales que benefician a la apicultura, los aspectos biológicos y nutricionales de la colmena y genética de las abejas, patologías y enfermedades que pueden afectarlas y más.

 


“Hay materias que son bien aplicadas, y otras que si bien no están ligadas directamente con la actividad son necesarias para un técnico que tiene que poder usar la informática, hacer planillas, búsquedas bibliográficas, saber inglés (hay mucha bibliografía en ese idioma), legislación, reglamentación e implementación porque una sala de estación no se puede poner en cualquier lugar”, agregó Díaz.

 


Con esta formación amplia, la universidad busca darle un carácter más profesional a una actividad que en muchos casos se desarrolla de manera informal y con la experiencia como único sustento. Porque si bien es una tarea eminentemente práctica, existen ciertos métodos que ayudan a desarrollarla de forma eficiente. Esos hábitos se conocen como apitecnia, “una apicultura técnica y con aplicaciones de última generación del manejo de la abeja. Nada que ver con la apicultura tradicional, cuando se dejaba la colmena en el campo y la abeja se las arreglaba sola para producir. Ahora se toman parámetros como el número de antófilos, que las colmenas estén bien pobladas y el tipo de floración donde se colocan”, detalló. 

 


Es que la apicultura no tiene un único camino posible. La producción de miel es el principal mercado que atienden los apicultores, pero hay otras opciones de negocios. Una es el mejoramiento genético y la venta de abejas reinas, que son las que coordinan las acciones de las obreras. Por otro lado, hay quienes se dedican a la venta de núcleos. “Es como una colmenita chica que se desarrolla hasta convertirse en una grande. Esos núcleos se pueden vender para apicultores que recién se inicien, o que deciden expandir el número de colmenas. Se venden a buen precio y es un negocio que tiene futuro, pero que requiere mucha atención”, sostuvo el veterinario, quien agregó que otras posibilidades son el acopio y la producción de cera, de propóleos y jalea.

 


Así, los que se inscriban en la carrera cursarán en el campus que la facultad tiene sobre la ruta N° 55, extremo Norte. Allí las instalaciones están preparadas para desarrollar todas las tareas. Cuentan con un apiario, un laboratorio de patología apícola, colmenas, y todo el instrumental necesario. Incluso están desarrollando un centro de mejoramiento genético y producción de reinas. “No es una carrera que se pueda estudiar de un libro y sin ninguna experiencia, necesita continuamente el asesoramiento de los docentes y el conocimiento práctico. Una cosa es leerlo y otra cosa es hacerlo”, concluyó.

 


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