Preocupa la inseguridad a una cuadra de la plaza

Los vecinos de la calle Chacabuco, entre Junín y Pringles, vivieron un episodio de mucho miedo durante el fin de semana, por la persecución de un delincuente que corría por los techos de sus hogares. Lejos de ser un hecho aislado, el incidente dejó al descubierto la inseguridad diaria que reina a tan solo una cuadra de la plaza Pringles, el punto más céntrico de la capital. Dueños de locales y familias que viven ahí desde hace años, dijeron que están cansados de los robos a mano armada y de reclamar por una casa usada como “aguantadero”.

“A esta casa le pusieron rejas, después de que la intentaran robar más de cinco veces. Creímos que iba a ser la solución y así y todo un hombre la trepó, con la mala suerte de que el brazo le quedó enganchado en el alambre de púa. Se cayó para el jardín y quedó encerrado sin poder escapar, hasta que la Policía vino y lo encontró tirado en un mar de sangre”, comentó Isabel, que trabaja como empleada doméstica en una vivienda de Chacabuco a pasos de Pringles. Contó que los fines de semana, los jóvenes que salen de bailar del boliche que queda a media cuadra,  les tocan el timbre a la madrugada o les tiran botellas con orina. También que a dos chicas las asaltaron a punta de pistola en calle Pringles.

 “La gota que rebasó el vaso fue lo que pasó el sábado a la madrugada. De un momento a otro teníamos a un montón de efectivos caminando por los techos. Nos aconsejaron cerrar bien las puertas y no salir. Después nos enteramos de que andaban persiguiendo a un ladrón y de que habían matado a otro en la Illia. Finalmente el delincuente escapó por una cochería que está en Pringles. No queremos volver a pasar por la misma situación, necesitamos más presencia policial”, expuso Ana, que vive por esa calle.

Esos cien metros de Chacabuco están equipados con negocios de varios rubros. Hay una peluquería, una tienda de accesorios para el hogar, una panchería, una rotisería, dos quioscos, tres tiendas de ropa, un estacionamiento de autos, una escuela y una parada de colectivos en la que estacionan cinco líneas aunque las doce de Transpuntano pasan por la calle. También hay una casa estilo colonial abandonada, que pasa desapercibida por la mayoría, excepto para los vecinos. Está cerrada con una cadena gruesa y en su interior, que puede observarse por los vidrios rotos, hay varias habitaciones con paredes descascaradas. También tiene un patio que conecta con locales. Ana dijo que  ya fue usurpada dos veces y que además está llena de recovecos y yuyos que sirven para escondite. Como si fuera poco también tiene ratas que se cruzan a los locales de comida, agregó.

“Yo me mudé acá hace poco. El dueño que me alquila me aseguró que la casa es segura porque tiene medianeras altas, pero mis vecinos me recomendaron no salir solo muy de noche. La verdad es que el centro dejó de ser un lugar seguro hace rato”, dijo Iván, que vive al lado de la casa que, sostienen, es utilizada como "aguantadero".