Robó una camioneta, chocó y la abandonó en un baldío

Todo el trabajo que Diego Martín Falco presuntamente se tomó para, a hurtadillas, entrar a la ferretería y maderera de avenida 25 de Mayo lo echó por la borda a muy poco del lugar donde logró robar. Los policías del Comando Radioeléctrico lo ubicaron a diez cuadras de distancia, junto a la Renault Kangoo y las herramientas que había sustraído de “Placas y macizas”. Había chocado la camioneta, la había estacionado en un olvidado baldío y se había quedado sentado sobre la butaca del conductor. Se negaba a responder las preguntas de los efectivos. Los insultó, pero no atinó a escapar. Apenas podía coordinar lo que decía.

Los policías no necesitaron que les mostrara su documento ni que se identificara voluntariamente. Cuando lo vieron supieron de inmediato que se trataba de Falco. El hombre de 38 años es casi una leyenda en el ambiente policial y judicial. A lo largo de su vida acumuló un sinfín de causas por delitos contra la propiedad, los que siempre cometió bajo los efectos del alcohol y de las drogas.

Anteayer sumó otra causa por “robo calificado y daños a bienes del Estado”. Puesto que cuando lo hicieron caminar esposado, por un pasillo interno que tiene la Comisaría 9ª, empezó a zangolotearse. Tiró patadas hacia el frente y los costados. Uno de esos puntapiés alcanzó el vidrio de un ventanal que costea el pasillo y lo rompió, explicó el comisario inspector Julio Manzanelli, el jefe de esa seccional.

El jueves, a las 7:10, Néstor Cuello, el dueño de “Placas y macizas”, salió de su casa, como de costumbre, para ir hasta su negocio de 25 de Mayo 1121. En eso se le acercó un empleado de un local que está al lado del suyo. Le avisó que acababa de pasar por el frente de su comercio y le llamó la atención ver que las puertas del portón estaban abiertas.

Al llegar a la maderera y ferretería, Cuello confirmó que sí, las puertas del portón estaban abiertas y el utilitario que suele guardar allí había desaparecido. Un vistazo rápido por el interior del local también le corroboró el faltante de algunas herramientas de carpintería y pintura que tenía a la venta.

Los delincuentes habían entrado por un boquete que hicieron sobre una pared lateral que tiene el comercio, indicó Manzanelli. El agujero en la pared de ladrillos rondaba los 50 centímetros de diámetro. Después revolvieron los estantes con mercadería. Robaron algunas herramientas y vieron el utilitario que Cuello deja a un costado del galpón, en una especie de cochera.

No necesitaron de mayores artilugios para hacer arrancar el Kangoo blanco. Las llaves estaban dentro. Destrabaron el portón y lo abrieron. Los investigadores calculan que el robo ocurrió pasada la medianoche.

Ahí nomás Cuello llamó al Centro de Operaciones de la Policía. El operador de turno puso en alerta a los efectivos que patrullaban la zona del robo. En Montevideo 2074, localizaron la camioneta.

A simple vista, el frente del furgón tenía daños menores. Los investigadores aún no saben contra qué chocó. Al asomar sus cabezas a la ventanilla del conductor, vieron a Falco. Como casi siempre, tenía la mirada perdida.

“Cuando el personal lo quiso identificar, se tornó violento. No quería colaborar y empezó a insultar”, relató el comisario inspector. Los policías lo aprehendieron y, en presencia de testigos, requisaron el vehículo. En la parte trasera del utilitario encontraron el resto del botín: una parva de herramientas de carpintería y pinceles, entre otros elementos.