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Gabriel Bermejo: peleó en el Luna Park y hoy vive de la magia

Por redacción
| 09 de junio de 2016
Bien auténtico. "Después de la desilusión que tuve en una pelea de boxeo, la magia me atrapó", dijo Gabriel, quien tiene la ilusión de triunfar en San Luis.

Creo que vivo donde siempre quise vivir, en la montaña, cerca de un lago, en Potrero de los Funes, San Luis. Con mi señora somos inmensamente felices, porque estamos donde elegimos estar”, dice Ricardo Gabriel Bermejo, un joven pergaminense que hace un par de meses se radicó en la provincia para desplegar su mundo de ilusionismo, fantasía, magia y ventriloquia, que estudia con pasión después de haber dejado el boxeo profesional.

 


Gabriel contó cómo entró al mundo de la magia. “Trabajaba en un puesto de diarios y revistas en Suipacha y Sarmiento, y para ir a mi casa, en Avellaneda, tenía que tomar un colectivo y una tarde vi un cartel luminoso de una escuela de magia hasta que un día me bajé para curiosear  y me encantó”, expresa con una amplia sonrisa.

 


“Comencé a tomar clases ‑continúa‑ en la escuela 'Poker' con el Mago Cabaleiro, conocido como el ‘mago sin dientes’. Me sentía como un niño  y esperaba los jueves para poder ir a mis clases de magia. Allí, nos enseñaba un truco y teníamos que reformarlo para la próxima semana. Entonces en el puesto de diarios yo practicaba con los clientes los trucos que había aprendido. Pero mi verdadero maestro fue el profesor, Hernán Maccagno”.

 


Bermejo revela que le gusta que le digan “Gabriel, el mago” y no “El mago Gabriel” porque entiende que el artista va por delante del personaje y que se siente más identificado de esa manera. "Soy el primero de la familia Bermejo que es artista y deportista profesional”, saca pecho.

 


Ricardo Gabriel nació en Pergamino, el 28 de marzo de 1972, incursionó en el fútbol, el atletismo y en el boxeo profesional. “Pero la magia me atrapó”, sostiene con orgullo este joven que se dejó influenciar por su mujer para venir a la provincia y ahora asegura estar enamorado del paisaje y de las posibilidades de una nueva vida que ofrece San Luis.

 


De sus inicios en el mundo de la magia recuerda que en la escuela del "Mago sin dientes" comenzó a perfeccionar trucos y realizó numerosos congresos y seminarios de perfeccionamiento entre los que se destacan los hechos en La Plata, Torbellino Mágico, Magos sin galera, en Mendoza. En Adrogué el Congreso de Ilusionismo y en Capital Federal el Twittermagia.

 


Gabriel tiene a su fiel compañero, el muñeco "Ernesto",  con quien en 2011 emprendió su camino como ventrílocuo y actualmente es miembro activo del Círculo de Ventrílocuos Argentinos (CIVEAR). En estos años de actividad recorrió escuelas primarias, especiales, jardines de infantes y comedores comunitarios en su ciudad de origen y zonas aledañas, presentando, en cada lugar donde hubiera un niño, un mundo lleno de magia y fantasías. "Gabriel, el mago", también realizó gran cantidad de shows en eventos privados como cumpleaños, casamientos y festejos corporativos. Hoy es miembro de la Agrupación de Magos Infantiles (AMI) y de la Red de Magos Solidarios (Redmaso).

 


"La magia es algo hermoso, me ha dado todo lo que tengo ahora y si miro para atrás veo que en mis inicios hacía shows gratis o por la comida. A veces me llamaban y me decían ‘venite y comé algo’ y allá iba con una motito que tenía porque vivía en las afueras de Pergamino en una quinta a dos kilómetros. Fueron tiempos muy difíciles, pero ya pagué mi derecho de piso”, admite.

 


Uno de sus deseos es convertirse en el "mago de San Luis".  "Sueño con eso porque ésta es una provincia que apuesta al futuro, a la cultura, el pueblo es unido y la gente es muy cordial. Es lo que siempre soñé".

 


Gabriel no duda en responder por qué decidió incursionar en la magia. “Había tenido una gran desilusión en el boxeo, venía de perder una pelea por el título argentino de los súper medianos frente a Martín Abel Bruer en Trenque Lauquen (Bermejo le había ganado por puntos en Pergamino), me chorearon la pelea y dejé todo estando primero en el ranking y después de haber tenido muy buenas presentaciones", manifiesta con la espina aún clavada en el corazón.

 


“Yo quería ser campeón argentino de los súper medianos, pero había que recorrer un largo camino, estaba dispuesto a hacerlo, el título no tenía dueño, en  primer lugar del ranking estaba ‘El Príncipe’ González, segundo Martín Bruer, los puestos tercero y cuarto se encontraban vacantes, en el quinto estaba yo", cuenta sobre su otra gran pasión.

 


"La Federación Argentina de Boxeo ordenó hacer una eliminatoria entre González y Bruer, el ganador pelearía conmigo, González no aceptó y se fue a pelear al exterior. La FAB modificó el ranking, Bruer primero y yo segundo, se hace la pelea, y le  gano ampliamente, incluso fue al piso en el primero. Allí pasé a estar primero en el ranking", explica sobre su momento cumbre. Aunque duró poco porque inesperadamente apareció otra eliminatoria que la gana Bruer. "Fue mientras yo esperaba la posibilidad de combatir por el título. La FAB licitó la pelea y la gana un promotor que decidió hacerla en Trenque Lauquen, se pactó para el 19 de noviembre de 2005. Esa noche me ganó por nocaut técnico porque el árbitro paró la pelea por una hinchazón en el pómulo derecho".

 


Con la herida aún sin cicatrizar, reconoce que los primeros round fueron de su contrincante, pero después emparejó y lo tuvo en el séptimo. "Me robaron la pelea en un fallo injusto y controvertido. Ahí decidí dejar el boxeo y dedicarme a otra cosa”, sentencia.

 


Bermejo había obtenido medallas y pergaminos en los deportes que practicó. "Mi vida no tiene grises, es blanco o es negro, así de fácil. Vi muchas cosas raras que no me gustaron y decidí alejarme y dejar el boxeo antes que éste me dejara a mí", expone con sinceridad y de inmediato saca a relucir que primero practicó bajo las órdenes de Juan Carlos Pradeiro y luego del ex campeón mundial, Juan Martín “Látigo” Coggi, porque tenía 43 peleas como amateur y lo veían con condiciones sobre el ring.

 


La charla se detiene un momento como para tomar impulso nuevamente y como por arte de magia afloran cientos de recuerdos, todos a la vez. La visita se apura en ordenarlos un poco y dice: "Me fui a trabajar a un puesto de diarios y revistas y allí empezó todo. La magia me cambió la vida y hoy soy muy feliz con mi señora, que es psicóloga, periodista y docente, y dicta  clases de periodismo en un instituto de la ciudad de San Luis”, detalla.

 


Agrega que su padre "fue un gran deportista y que también incursionó en el boxeo profesional, hizo cinco peleas, me trazaba una línea en el piso y me enseñaba a 'caminar' hacia adelante y para atrás. Me decía cómo 'pararme' con los puños bien arriba y si me tenía que pelear en el colegio, no andaba con vueltas, yo tiraba directamente”, reconoce.

 


El pergaminense tuvo sus inicios en el mundo del fútbol en las inferiores del Club Argentino. Allí obtuvo varios torneos y la medalla como goleador.

 


Gabriel tiene dos hermanos: Martín Julián, que vive en Pergamino y el otro asesinado en una pelea callejera, Hernán. "Ocurrió en 1998, él tenía 25 años y no sabía ir para atrás, se enfrentó a un hombre armado y le pegó dos tiros. Fueron momentos muy difíciles para toda la familia", narra mientras pasa con hidalguía el mal trago y mira hacia arriba como buscando una explicación que no encuentra.

 


El mago infantil también integró la selección de fútbol de su ciudad, con la que obtuvo el título de campeón nacional en el “Torneo Arrecifito” jugado en Arrecifes. Además participó de pruebas de atletismo con las que logró el campeonato provincial de Cross-Country y el Zona Norte en Buenos Aires.

 


Después fue campeón argentino dos veces; de medio fondo, y en carreras con obstáculos. En 1986, logró dos récord que aún hoy se mantienen vigentes en los mil metros, categoría Infantiles.

 


Bermejo ya era un trotamundos del deporte y de la vida. Le gustaba sentirse útil en todo lo que sentía su corazón  y no dudaba en manifestarlo. Así supo ganarse el respeto de sus ocasionales rivales porque lo consideraban una buena persona. 

 


Pero no sólo la magia y el deporte resumen sus 44 años. También fue patovica de unos boliches en su ciudad natal. “Me acuerdo de 'El Corralón', que estaba ubicado en una avenida. Allí se peleaban todos contra todos a mano limpia, no como ahora que enseguida aparecen armas", asevera.

 


Hoy vive en San Luis, una provincia que eligió porque encontró todo lo que buscaba para su vida.

 


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