SAN LUIS - Sabado 04 de Mayo de 2024

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El laboratorio, una pata vital para un buen rendimiento

Por redacción
| 31 de julio de 2016

Cuando los productores, pasados unos años, ya hayan adquirido el hábito de realizar análisis que ayuden a aumentar los rindes de sus granos y la calidad de sus suelos, recordarán que Pureza fue el primer laboratorio que apostó a este tipo de estudios en la provincia. Ángeles Riveros y su marido, Fernando Raúl Altamirano, recibieron a la revista El Campo para contar a qué se dedican y cómo surgió la idea de ofrecer este servicio que, hasta su aparición, había que ir a buscarlo a Río Cuarto.

 


La meta inicial fue la de aportar una ayuda a las empresas agropecuarias para realizar estudios que prevengan malas inversiones y optimicen la calidad de los cultivos sin tener que enviar las muestras a muchos kilómetros. Aunque no se limitan sólo a semillas, también realizan desde la inauguración del laboratorio análisis de agua en todo lo referido a su parte microbiológica, es decir, lo que tiene que ver con el consumo humano y el Código Alimentario que rige en todo el país. “Con la colaboración del Ministerio de Medio Ambiente pudimos hacer estudios en efluentes cloacales e industriales. A partir de ahí, y de a poco, fuimos adentrándonos en investigaciones de suelos. Llegamos a hacer trabajos para los aeropuertos de varias provincias para determinar el grado de contaminación que provocaban en las zonas aledañas”, contó Ángeles, quien es analista química recibida en la Universidad Nacional de San Luis.

 


Los estudios de suelos son útiles para poder determinar las condiciones en los que se encuentran antes de iniciar una explotación determinada. “Dependiendo del productor y sus necesidades se puede indagar sobre los componentes del suelo previo a la cosecha o luego de ésta. Eso les permitirá saber en qué condiciones quedó, cuáles son las medidas a tomar en caso de que necesite fertilizantes y qué cultivos harán para la próxima campaña”, agregó.

 


“Desde un punto de vista químico les damos resultados exactos de los componentes que tiene el suelo o en su defecto de aquello que le falta. Tener conocimiento del estado del suelo tiene un doble propósito, con información valiosa que es digna de ser tenida en cuenta. Por un lado permite la eficiencia en el gasto de fertilizantes y por el otro tiene un marcado beneficio medioambiental”, dijo Riveros.

 


“Una de las premisas con las que se armó el  laboratorio fue la de cuidar el medio ambiente. Es sabido que el uso y abuso de fertilizantes termina siendo perjudicial. Por eso tratamos de cuidar las napas superficiales de agua y en el caso de los suelos mitigar la degradación que sufren, producto de cosechas que pasan sin ningún control. El estudio es una herramienta con múltiples usos que vale la pena usar”, intervino Altamirano, quien agregó que “en San Luis hace poco tiempo que se toman estas precauciones, que están encuadradas dentro de las Buenas Prácticas Agrícolas (BPA). De todas formas el INTA, con su cara visible que es el ingeniero Juan Cruz Colazo, trabaja en la concientización de la importancia de realizar los trabajos preventivos”.

 


“Siempre decimos que los suelos puntanos se encuentran en buenas condiciones en relación a otras zonas del país, además de contar con el beneficio de ser aptos para varios cultivos”, elogia Riveros, haciendo hincapié en las rotaciones que suelen hacer los productores de San Luis, mucho más atinadas que en otras zonas donde manda la soja.

 


En el caso del estudio de la semilla a nivel productivo, resulta muy útil para determinar cuán eficiente se mostrará en su desarrollo y su posterior cosecha. A través del conocimiento de las semillas se pueden estimar los rindes promedios de una campaña. “Nosotros ofrecemos para esta clase de análisis tres opciones. La primera es para determinar el poder germinativo (PG), luego el vigor y también hacemos uno que llamamos el peso de las mil semillas”.

 


En el primero, el del poder germinativo, se evalúan los rindes promedio que puede dar el grano. “A través de una prueba de laboratorio que imita las condiciones de temperatura que deberían tener, la luz apropiada y tierras franco limosas que se asemejan a las de San Luis, podemos entregar los resultados a los productores, que van acompañados de una interpretación del análisis que, tanto el ingeniero como el productor, pueden entender fácilmente “.

 


“Bajo las reglas del Instituto Nacional de Semillas (INASE) trabajamos con los métodos habilitados, que pueden ser con manto de arena, manto de algodón o de tierra, como mencionamos antes. Con la cantidad de agua adecuada vamos viendo cuántas semillas germinan y cuántas no, lo que nos permitirá dar un porcentaje en ambos casos en un lapso de seis a siete días. Allí vemos las que crecieron, las plantas anómalas y cuántas resultaron muertas”. 

 


El peso de las mil semillas se usa para determinar qué cantidad de kilos se usarán en una siembra. “Se controla que el peso sea uniforme para medir la cantidad y masa que pueden llegar a conseguir “, explica Riveros. El vigor, en tanto, mide la viabilidad de las semillas en temperaturas extremas.

 


“El trabajo consiste en exponer los granos a fríos y a calores intensos. En otras partes del país se usa otro método que es más rápido, a partir del tetrazolio, que es un reactivo químico que no conseguimos en San Luis, por lo cual no ofrecemos el servicio”.

 


Hay otra opción más económica pero que lleva un tiempo prolongado: “Se puede llegar a conclusiones similares a través del estudio de poder germinativo. El estudio demora 21 días más los 7 días del PG, por lo que no lo recomendamos para aquellos productores que necesiten sus estudios rápido”, aclaró Altamirano.

 


En el suelo es posible hacer estudios de pH, conductividad eléctrica, nitrógeno, materia orgánica y fósforo y azufre.  Con la tecnología adecuada, el laboratorio cuenta con equipamiento que permite arrojar resultados exactos. “Usamos lo que llamamos un equipo potenciómetro, donde ponemos las muestras para los exámenes de pH y conductividad.  Poder medir la materia orgánica permite dar beneficios en el producto final, en caso de que escasee puede reemplazarse de manera artificial”, contó la analista química, que muestra los beneficios de poseer la información precisa sobre la calidad del suelo a sembrar.

 


“Los estudios de fosforo, nitrógeno y azufre son los básicos, los que hacemos desde el comienzo. Utilizamos variadas técnicas, el uso de cada una de ellas va a depender del pH que se encuentra en el suelo. Es importante poner énfasis en este punto ya que será determinante en el resultado final”.

 


Los dueños de los campos también suelen querer saber con qué clase de agua son regados sus cultivos. “Debido a los pedidos, no sólo hemos hecho esa clase de estudios, sino que también nos pusimos en contacto con productores que hacen hidroponía. Un agricultor de Granville iba a lanzar su proyecto de cultivos en agua y nos pidió que evaluemos la calidad del líquido con el que se maneja en su establecimiento”, agregó Ángeles.

 


Algunos trabajos de ayer y hoy

 


Un viejo dicho asegura que se puede conocer a las personas por medio de sus amistades y allegados no familiares. Por eso de alguna manera conocer las empresas que confiaron en el laboratorio puede garantizarles a los futuros buscadores de estas prestaciones resultados de fiar. “Tuvimos un trabajo grande que nos permitió salir de las fronteras de la provincia. Fue con  Aerolíneas Argentinas, que nos pidió saber qué nivel de contaminación había en los suelos de los alrededores del aeropuerto de San Luis. Eso motivó que fuéramos a otras terminales aéreas en Catamarca, Bariloche, Viedma y La Rioja, entre otras”, contó Fernando.

 


Desde hace tiempo, Pureza trabaja con Ser Beef, que es un campo mixto que se encuentra en inmediaciones del dique Paso de las Carretas, por la Autopista de las Serranías Puntanas camino a Villa Mercedes.

 


Allí hacen trabajos de todo tipo, pero hay uno que el cliente requiere de manera especial: “Lo que más nos piden son trabajos de análisis de semillas y alimentos balanceados para consumo de la hacienda. Hemos comenzado con todo lo que es silos y forrajes para hacer controles de calidad que incluyen conocer cantidades de proteínas, nitrógeno y control de pH”.

 


“Tanto en lo que respecta a micotoxinas como a aflotoxinas, hacemos controles exhaustivos ya que la presencia de cualquiera de las dos puede afectar la salud de los animales hasta producirles la muerte. Por eso la importancia de hacer pruebas sobre el alimento de reserva”, aseguró Riveros.  

 


El hecho de que trabajen con grandes empresas no significa que sus estudios sean inaccesibles o reservados para unos pocos. “Las pruebas de laboratorio no son caras. Tenemos distintas opciones para cada estudio, lo que nos da la posibilidad de ofrecer precios elevados o bajos según la necesidad del cliente. Además sabemos cuál es la realidad de un pequeño productor, por eso nos adaptamos a los clientes”, advirtió Altamirano, quien a pesar de no tener una especialidad es quien vende y conoce los pormenores y la conveniencia de adquirir cada producto.

 


“La idea es que el productor venga, nosotros generamos más trabajo y ellos reciben un servicio que les será de mucha utilidad para su producción actual y futura.  Además de cuidar el medio ambiente y contribuir a mejorar la calidad de vida de todos los habitantes de San Luis”, invitan a dúo los dueños de Pureza. Los beneficios, al parecer, son muchos.  Ángeles contó una experiencia que vivió con un ingeniero agrónomo. “El profesional nos explicó los motivos por los que hacía los estudios. Nos dijo que de esa forma los costos disminuían un montón al no trabajar a ciegas”.  Lo importante es la relación costo-beneficio que se da en la economía  productiva.

 


Un cliente especial

 


Para estos jóvenes profesionales ser agradecidos se encuentra entre sus principales valores, por eso al momento de la entrevista recordaron que uno de sus primeros clientes fue el ingeniero y asesor de varios campos de la zona, Ramiro Goncálvez. “En toda la Argentina existen entre seis y siete laboratorios. En San Luis fuimos los primeros y el puntapíe más grande nos lo dio el ingeniero Goncálvez, quien estuvo desde el comienzo trayendo muestras de sus clientes”, contó la profesional.

 


La revista El Campo habló con él para que diera su visión sobre la importancia de hacer esta clase de pruebas. “Apenas supe de la existencia del laboratorio me pareció bueno contar con una opción cerca y me gustó el servicio que brindaban. Históricamente mandábamos las muestras  a Buenos Aires o a Córdoba”, recordó Goncálvez.

 


“Los productores, a pesar de que no  hacen todo lo que debieran, tienen cierta familiaridad con esta clase de estudios. Todos saben de su existencia pero les cuesta gastar. El suelo funciona como un caja de ahorro. Es decir, si se lo cuida y se le da un trato apropiado dará ganancias. Ahí radica la importancia de hacer los estudios”.

 


“El uso, tanto ganadero como agrícola, va degradando el suelo. Eso hace que exista pérdida de fertilidad, lo que afecta directamente el rendimiento de los granos. La única manera de mantener los componentes en un estado de equilibrio es a través de esta clase de prácticas”, aseveró el ingeniero.

 


En cuanto a las semillas, el especialista que trabaja a conciencia para dar un buen servicio a sus clientes explicó: “En el caso del estudio del peso de las mil semillas da información que permite saber qué inversión va a ser necesaria para la siembra. Lo que además suma en beneficios económicos para el productor”.

 


Por último habló de una realidad que vive el sector. "Hay mucha falta de información por eso no se hacen los estudios con la periodicidad que corresponde.  Acá cualquiera puede realizar las tareas a campo".

 


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