Soledad García, palabra autorizada

Hoy a las 20 comenzó la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos en Río de Janeiro. Y quien mejor en San Luis que Soledad García para detallar de qué se trata esta fiesta del deporte mundial que la tuvo como protagonista. “Estar ahí es especial. Es el sueño de todo deportista”, le dijo “La Sole” una y otra vez a El Diario.

La cordobesa fue integrante del seleccionado argentino mayor de hockey femenino desde 1999 hasta 2011 y participó en tres Juegos: Sydney 2000, Atenas 2004 y Beijing 2008, consiguiendo medalla de plata en Australia, y bronce en Grecia y China.

Además, con 18 años y junto a Luciana Aimar, Vanina Oneto, Inés Arrondo, Cecilia Rognoni, Mercedes Margalot, Karina Massota, entre otras; bautizaron al seleccionado argentino como Las Leonas. Fue en un partido de segunda ronda en Sydney 2000 ante la poderosa Holanda. Estamparon el felino en la camiseta por primera vez, ganaron; y luego jugaron la final, en donde cayeron ante el elenco local, Australia.

Hoy Sole tiene 35 años, una familia y despunta el vicio del hockey vistiendo la camiseta de GEPU. Y como toda amante del deporte, está ansiosa por el arranque de los Juegos en Río.  

—¿Qué es lo que hace que un Juego Olímpico sea especial?

—Hay una atmósfera, una camaradería con todos los deportistas que es increíble; y en especial con los argentinos. Uno está pendiente de que ganen una medalla, que estén entre los ocho mejores para un diploma olímpico o bien que rompan su récord. Son todas cosas que se viven a pleno. Uno está pendiente de lo suyo pero también del resto. Es como una “argentinidad al palo”. El mundo se para deportivamente para ver los Juegos Olímpicos porque están los mejores en cada deporte. Además, está la llama olímpica, la inauguración, todo es maravilloso.

—Y la villa olímpica, ¿cómo es?

—Te cruzás con todos en el comedor. Por ejemplo, almorzás con un grandote al lado y al otro día es campeón de arranque en levantamiento de pesas. Más allá aparece un flaco y resulta que es el mejor del taekwondo. O una estrella mundial top en el medio de todos y no lo podés creer.

—¿Eras de pedir sacarte una foto con las grandes estrellas?

—Sí, ahora me saqué una foto con Manu (Ginóbili) en Córdoba, en el Súper 4; y tengo una en Atenas 2004 con él. De Sydney tengo fotos con Andy Roddick, Venus Williams; y de Beijing con Roger Federer. Son oportunidades únicas que decís, "no me puedo no sacar una foto". Con Federer, fue gracioso porque con las chicas lo buscamos en la inauguración, dimos vuelta por todos lados para una foto con él. Nos miraba, imagínate 16 minas pidiéndole fotos. Se reía y nos preguntó de dónde éramos. A los días lo vimos en la villa, que fue a conocer especialmente porque no estaba alojado ahí. Apenas nos acercamos dijo, "ustedes son las de hockey", sin dudarlo. Pasan los años y decís, menos mal que me saqué esa foto.

—¿Cuál de los tres Juegos disfrutaste más?

—Sería injusto elegir uno porque fueron distintos. Entre cada uno pasaron cuatro años y uno crece, madura, cambia. Lo disfruté de otra manera. Yo en Sydney 2000 tenía 18 años, cero responsabilidades. Eso sí, con el tiempo te acordás de cosas. A mí siempre me emocionó lo de la llama olímpica. Según en donde estés en la villa, la llama se ve todo el tiempo de manera distinta. Es el sueño de todo deportista estar en un Juego Olímpico.

—A excepción del fútbol, que por ahí sueñan con un Mundial.

Sí. Pero por ejemplo, en 2008, en semifinales con Australia el estadio era puro ruido, fiesta; y de repente, quedó mudo cuando entró Maradona. Nosotros sabíamos que iba a ir. Terminó el partido, perdimos, todas llorando y Maradona entró al vestuario. Nos dijo: "Chicas, yo me muero por estar en un Juego Olímpico. Nunca estuve acá". Y nos levantó el ánimo, diciéndonos que al día siguiente "había que ganar la medalla de bronce. Lo que ustedes hicieron es impresionante'. Son cosas inolvidables”.

—¿Cómo se vive la ceremonia de inauguración desde adentro?

—En Sydney no fuimos porque al otro día teníamos que jugar el primer partido a las 8 de la mañana, así que nos levantamos a las 5. Ir a la inauguración es un gran desgaste físico tremendo. Estás muchísimas horas parado, comés mal porque te dan viandas, no te hidratás bien pero vivir la fiesta desde adentro es impresionante. En Atenas estuve y en Beijing también. Uno está a la expectativa todo el tiempo sobre lo que va a pasar y en cómo se prenderá la llama olímpica en el estadio.

—¿Lográs ver todo lo que pasa?

—No, hay miles de cosas que no ves. Volvés a tu casa, ves la fiesta por tele y te das cuenta que te perdiste casi todo. Pero estar ahí es increíble.