Sebastián Lagos siente que su mundo y el de su familia se congeló el domingo pasado, cuando su esposa, la auxiliar de Policía Lorena Vanesa Gatica de Lagos, murió tras ser embestida por un conductor ebrio en la zona sur de la ciudad. “Fui a su lugar de trabajo y noté que todo sigue igual. Siento que todo alrededor gira, sigue su curso, pero que uno quedó trabado, congelado”, explicó. Ayer, a una semana de la tragedia, el viudo dijo que confía en la Justicia y celebró la decisión del juez de agravar la imputación contra Esteban Aníbal Rojos, detenido por el choque. Hoy, el marido de la víctima y sus hijos encabezarán una marcha de silencio hasta el Poder Judicial. Es para exigir una pena acorde para alguien “que nos arrebató la vida de una madre con proyectos y muchas ganas de vivir”.
Como todo padre en una situación como la de él, Sebastián siente que lo único que lo mantiene en pie son Luján y Lautaro, fruto de la relación con Lorena, su pareja “de siempre”. “Estábamos juntos desde el año 1999 o 2000. Ella era de (Leandro N.) Alem, pero su familia tiene casa en el barrio Amep, así que ella estudiaba en el colegio secundario de ahí. Yo iba a jugar a la pelota en el barrio y una vez la vi, me gustó, y empecé a buscarla, hasta que empezamos a salir”, contó Lagos.
Los dos siempre tuvieron claro que querían casarse. Y cuando Lorena supo que estaba embarazada de Luján, ella y Sebastián comenzaron a edificar su hogar en la casa del padre de él, en el barrio Pueblo Nuevo.
Lagos dice que siempre tuvieron proyectos, y el del hogar propio se les cumplió hace dos años, cuando les entregaron una casa en el barrio 500 Viviendas sur, la número 6 de la manzana 135.
Por como la describe su marido, Lorena siempre quería prosperar, estar mejor. “Estaba pendiente de que a mí me aceptaran para un trabajo en la Penitenciaría y que con eso pudiéramos avanzar un poco más, hacer otras cosas, cumplir proyectos y tener otros nuevos”, como salir de vacaciones en familia, algo que parece iba a concretarse este año, después de tanta espera, contó Sebastián.
Otro de sus anhelos era el tan ansiado vehículo familiar, porque la única movilidad de la pareja y los chicos era la moto Honda Wave que Lorena manejaba cuando la atropellaron. “Ahora pienso que se fue y no pudimos cumplir ese sueño, de tener un auto para ir aunque sea a La Florida”, se lamentó.
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