SAN LUIS - Jueves 02 de Mayo de 2024

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Camino del Inca: uno de los trekking más importantes y difíciles de Sudamérica

Por redacción
| 14 de septiembre de 2016
Las primeras construcciones. "Una inconfundible postal de las bellezas de Machu Picchu y una de las mayores atracciones de Sudamérica". Dice el sanluiseño Gilberto Pereira Montenegro.

El sanluiseño Gilberto Pereira Montenegro, logró cumplir un duro desafío, uno de los tantos que se planteó en su vida deportiva; "Siempre lo quise hacer, pero siempre algo me lo impedía". Se apura en señalar.  Unió después de cuatro días y tres noches, la ciudad de Cusco con la mística Machu Picchu en Perú, completando el trekking más duro de Sudamérica denominado Camino del Inca. No estuvo solo, lo acompañaron cinco montañistas.

 


Gilberto Pereira Montenegro, reconocido abogado del foro local, es un activo participante de todo tipo de actividad deportiva al aire libre. Compitió en carreras de aventuras por más de 10 años. “Si bien es cierto ya dejé la competencia, sigo haciendo bici, trek, cuerdas y kayak por placer y por mi salud, el trek me interesó toda la vida, incluso participé de pruebas en Mendoza, Neuquén, San Juan, en el parque Lenín y en el sur argentino. Participé de un trek hasta el mirador de plaza Francia, en el Aconcagua y lógicamente hice trek en San Luis”, sentenció.

 


En esta oportunidad, lo entusiasmó su hija Sofía, de 23 años, que hace dos veranos recorre Latinoamérica y visitó Machu Picchu quedando enamorada por la energía del lugar. Ahí se decidió a concretar la expedición. "Tengo 53 años y todavía estoy en estado, dijo”.

 


Contrató el trek en enero de este año, muchas veces tuvo dudas de hacerlo solo, pero tuvo el apoyo de sus  hijas: Sofía y Rosario -que también es muy deportista juega hockey desde los 6 años- y su actual pareja: Carolina, que es una apasionada de las actividades al aire libre y con quien comparte salidas en bici, trek y toda la actividad al aire libre.

 


Se enteró que hay un grupo que prepara un duro trek al Salcantai en Perú, para el año próximo, entre los que estarían Alejandro Cacace, Sergio Romero, Fernando Gianini y Ernesto Muñoz, entre otros.

 


Numerosos son los aventureros que comienzan el místico camino, pero muchos son los que deben abandonar por la exigencia del mismo, sobre todo en el segundo día, donde la altura se hace sentir en lo físico y psíquico. El  deportista puntano comenzó la expedición con varias personas, de diferentes nacionalidades, donde la mayor parte de los caminantes intrépidos eran europeos o americanos. Del grupo inicial, que guiaba una de las empresas habilitadas para la excursión, sólo cinco personas lograron culminarla, habiendo sido el sanluiseño el líder del grupo.

 


Pereira Montenegro, de reconocida actividad en el montañismo internacional, dice que el primer día salieron de Cusco, hasta reunirse con todo el equipo de profesionales en un lugar denominado Huayllabamba, allí verdaderamente es donde comienza la caminata.

 


“Fuimos bordeando la costa izquierda del río Urubamba que viene del Valle Sagrado. Después de un par de horas llegamos a un lugar denominado Miskay, para luego subir y ver la ciudad de Patallacta y por el valle de Kusichaca y alcanzar el campamento de Wayllabamba, un lugar de singular belleza que ofrece el río Vilconata, ver el nevado de Verónica, es otra perspectiva turística imborrable”, dijo muy emocionado.

 


Así como el lugar es de singular belleza, por las noches, las bajas temperaturas alcanzan los 20 grados bajo cero por lo que es altamente aconsejable, llevar un equipamiento acorde con las circunstancias.

 


El trekking no puede hacerse en forma particular, es imprescindible, la ayuda de un guía y de una empresa habilitada a tales efectos, precisamente por la dificultad y riesgo del mismo.

 


En el segundo día de caminata, y después de un suculento y nutritivo desayuno comenzaron a caminar, nunca imaginó que fuera tan difícil, había una subida de unos 9 kilómetros donde el paisaje va cambiando paulatinamente. Llegaron a un lugar conocido como Abra de Warmiwañusca (paso de la mujer muerta) donde vieron llamas y alpacas pastando ichu, un pasto del altiplano andino sudamericano empleado como forraje.

 


Pereira Montenegro aconseja llevar caramelos o chocolates  para mantener el nivel alto de azúcar y contrarrestar la altitud. “Después de esta fabulosa experiencia, almorzamos, para luego continuar descendiendo hasta llegar a Pacaymayu en donde después de un reparador descanso, cenamos y nos fuimos a dormir”, aseveró.

 


El tercer día, fue el más interesante y apasionante de los cuatro,  debido al número de los sitios arqueológicos que visitaron. De Pacaymayu subieron al paso Abra de Runkurakay,  A eso de las 10 de la mañana, arribaron al complejo arqueológico del mismo nombre, consiste en una estructura  pequeña que se creó por haber respondido el propósito de una atalaya. Después descendieron al Yanacocha (Laguna Negra). Allí los sorprendió la famosa nube-bosque para llegar a Sayacmarca, un complejo hermoso hecho de una construcción semicircular con diversos niveles, de calles estrechas, fuentes litúrgicas, patios y canales de irrigación. Continuando por una subida fácil, llegaron al tercer paso: el Abra de Phuyupatamarca”.

 


“A lo largo del camino,  pudimos apreciar la magnitud del arte antiguo de los incas y ver las rocas que llenan los barrancos en orden perfecta. Éste es uno de los complejos arqueológicos más completos y mejor conservados que se encuentra en el punto más alto de la montaña. Phuyupatamarca significa “La nube sobre la ciudad” donde se observa un sofisticado complejo  compuesto de  fuentes de agua con fundaciones sólidas y con vistas impresionantes del río Urubamba, a lo largo de los cuales se continúa ascendiendo hacia Wiñayhuayna,  un centro agrícola con numerosas terrazas religiosas y urbanas”, dijo Gilberto.

 


El grupo con el que el sanluiseño llegó a su destino, fue integrado por cinco personas; Margot Vargas (la guía), Iara Culla, Gisela Balcarce y los hermanos Lorena y Leonardo Valentino de quien guarda un hermoso recuerdo.  “Este día, relata, nos levantamos a las 3 de la mañana para dejar Wiñaywayna para comenzar a ascender  el Intipunku o Puerta del Sol”. También señala que "la parte final de la excursión nos tomó una hora aproximadamente, para luego caminar sobre las piedras planas que se encuentra al borde de los acantilados de la montaña, de donde  se puede observar la salida del sol sobre Machu Picchu”. De Intipunku descendimos en unos  40’. La emoción que nos embargó al arribar, fue indescriptible, ya que extenuados fuimos recibidos por miles de turistas que llegan al lugar, con aplausos, fotografías, y gritos de felicidad, como premio el haber culminado una experiencia inolvidable, dura, exigente pero que marca personalidades y forja el instinto de supervivencia, templa el carácter y por sobre todo produce la tranquilidad de espíritu y alma, que en ese lugar sagrado, se encuentra a flor de piel”, aseveró con mucha emoción.

 


Gilberto rescata el grupo que se armó. "Fue muy lindo. Congeniamos inmediatamente como si nos conociéramos de toda la vida, tal vez sea la magia del ‘camino inca’, asegurando, que es muy probables que por el destino de la vida, no los vuelva a ver, pero que quedarán en mi corazón y retina como sus compañeros de una de las mejores aventuras que se pueden realizar".

 


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