“Yo vengo a ofrecer mi corazón”, por más trillado que suene el conocido estribillo no deja de tener vigencia, sobre todo para expresar actos solidarios. Como el que llevaron a cabo los alumnos y docentes del Instituto San Cayetano, quienes participaron de la primera campaña de mantas, organizada por la profesora Nélida Bagnatori. Los chicos tejieron cuadraditos de lana de diversos colores y los unieron artesanalmente para crear las frazadas, y las donaron a la Escuela Rural Nº 323 "Juan W. Gez", en el paraje del mismo nombre. También hicieron una colecta de ropa, calzado, juguetes y alimentos no perecederos, que clasificaron y llevaron hasta el establecimiento.
Veintidós niños de entre cuatro y doce años recibieron la ropa de abrigo, además de un kit con mercadería para toda su familia. Ana Cecilia Ogas, directora de la escuelita rural, comentó que la idea surgió del grupo de mujeres que coordina la profesora Bagnatori, quien además da clases de tejido artesanal en el colegio privado de la ciudad de La Punta.
Miriam Mocdece es quien dirige la institución y no dudó en colaborar con la iniciativa. Dispuso que los alumnos participaran combinando los deberes del taller y las ganas de ayudar. Además se sumó el profesor de tecnología, Daniel Torres, quien enseñó a los chicos a confeccionar los telares en los que trabajaron.
La escuela fue fundada en 1911. Se encuentra en una zona inhóspita. Está ubicada a 40 kilómetros de la ciudad de San Luis, a la altura de La Cumbre, por Autopista de las Serranías Puntanas y a unos 9 kilómetros campo adentro. Allí asisten niños de familias que se desempeñan como empleados rurales temporarios, que cursan desde Nivel Inicial hasta sexto grado de primaria.
Ogas explicó que algunos de sus alumnos viven a varios kilómetros del establecimiento y que llegan a clases a caballo.
“Vienen helados de frío, y con poco abrigo, pero con muchas ganas de aprender. Lo primero que hacemos cuando llegan, es darles un desayuno contundente para que entren en calor”, expresó, y agregó que durante los meses de invierno el clima es muy frío, y el camino se torna peligroso sobre todo cuando llueve, porque se forman bancos de neblina y guadales.
La directora es el único personal de la institución, enseña, dirige y contiene a cada uno de los niños. Tiene 55 años y hace cinco eligió dejar su puesto en la ciudad, tras 25 años de educar en el instituto Santo Tomás de Aquino. Dijo que se lo dictó su corazón, que no se arrepintió ni un solo día de esa decisión, y afirmó que está justo en el lugar donde debe estar.
"Quién dijo que todo está perdido...", completa el estribillo.
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