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La mordió un perro y pide que la dueña se haga responsable

Por redacción
| 20 de enero de 2017
Marcada. Cecilia Quaranta muestra la herida en su pierna.

Cecilia Viviana Quaranta aclara que no tiene la certeza. No puede decir con seguridad que la criatura que esperaba desde hacía ocho semanas en su vientre la perdió porque un perro le salió al cruce y la mordió en una pierna, cuando repartía boletas en el barrio Altos del Oeste de Villa Mercedes. Pero sí sabe que desde que el animal la atacó su salud se vino abajo. Se mantiene en pie gracias a antibióticos, calmantes y reposo. Y la posibilidad de que eso haya inducido, diez días después, la pérdida de su sexto hijo está abierta. Por eso no puede comprender cómo, hasta entonces, nadie haya respondido por lo que le pasó. “Fui a la Policía y a la Municipalidad a denunciar a la dueña del perro. Y todo sigue igual. Nadie hace nada. Esa mujer sigue teniendo suelto a un animal que, en cualquier momento, puede desfigurar a un nene en la calle”, se quejó.

 


Hoy la mujer de 40 años tiene turno con un cirujano. Anteayer, la médica clínica que le controlaba y le curaba la lesión, en la sala sanitaria del barrio ATE II, miró las dos últimas ecografías que se hizo en la parte superior del gemelo derecho y le aconsejó que lo mejor sería que se hiciera revisar por un cirujano. Pues se acumuló demasiado líquido en esa zona. “La doctora esperaba que se desinflamara, pero cuando vio las placas me dijo que había que sajar la herida para retirar eso, que tal vez sea sólo líquido o sangre, pero puede que llegue a infectarse”, comentó.

 


Contó que el martes fue nuevamente a la Comisaría 12ª, para preguntarle a su personal si habían tenido alguna novedad con la dueña del can. “Me dijeron que la habían citado dos veces y nunca se presentó”, aseguró.

 


El oficial principal Juan Zabala, subjefe de esa seccional, le dijo a El Diario que, tras la exposición que Quaranta hizo en esa dependencia, los efectivos fueron hasta lo de Domínguez, la propietaria del perro. En la casa 14, de la manzana 6062, los atendió la madre de ella y les dijo que su hija estaba de vacaciones, fuera de la ciudad.

 


Los policías le pidieron si tenía una libreta sanitaria, en la que constaran las vacunas del animal, para saber si padece rabia o alguna otra enfermedad que pueda perjudicar a la víctima, ella les respondió que sí, pero se excusó diciendo que sólo su hija sabe dónde está esa constancia.

 


Ayer, al cierre de esta edición, el subjefe de la comisaría regresó a lo de Domínguez. La mujer le reiteró que la joven sigue de vacaciones y le aclaró que su mascota es por demás mansa, jamás había mordido a alguien y seguramente atacó a Quaranta porque se asustó. También dijo que “no es que la mordió, sino que le tiró un tarascón y a ella se le hizo un moretón”, confió una fuente.

 


Zabala explicó que más allá de citar a los testigos del ataque (si los hubiera), a Domínguez, requerirle la libreta de sanidad y preguntarle si puede hacerse responsable de las medicaciones que el damnificado necesita para tratar la lesión, la Policía no puede hacer mucho más. “Sólo que haya reiteradas quejas por problemas con el animal, podemos llamar a la Canera Municipal y pedir que lo lleven”, aclaró el oficial principal.

 


Quaranta trabaja para una empleada de la Municipalidad, que todos los meses le asigna el reparto de las boletas, de los impuestos municipales. El miércoles 4, el día del ataque, cumplía con esa tarea. Había estacionado su moto en una esquina del Altos del Oeste y empezado con la entrega de facturas. Eran casi las 8:30.

 


“Había dejado boleta en la casa 13 y me faltaba la 15, para terminar con esa manzana”, recordó. Pero no llegó hasta la vivienda siguiente. En la vereda de la casa 14, paradas al lado de las rejas, que cercan el frente del domicilio, había una mujer, a su lado había otra más joven y en frente, a un metro de distancia, había una tercera con una moto, refirió la denunciante. La puerta de rejas blancas estaba abierta.“Yo pasé entre medio de las mujeres y, cuando caminaba por ahí, de la casa salió un perro negro y se me prendió en la pierna. Pero así, de la nada”, relató. A lo único que atinó Quaranta es a defenderse con lo que tenía a mano: las facturas municipales.

 


“Le pegué con las boletas y le dije a la chica, que estaba al lado, que su perro me había mordido”, recordó. “No…, si mi perro no muerde (…) Aparte salió porque me estoy por ir a trabajar”, le habría contestado la joven, según la damnificada.

 


“La señora más grande que estaba ahí se quedó helada, se dio cuenta de lo que me había pasado y me preguntó ‘¿A ver, cómo se te hizo?’ y cuando le estaba mostrando, la otra, la más joven, le gritó que se fuera adentro con el perro. Ni un vaso de agua me ofreció”, remarcó.

 


“Así, descompuesta como estaba, me fui a la comisaría y después a hacerme atender”, recordó. Al día siguiente fue hasta la secretaria de Medio Ambiente de la Municipalidad. “Pedí que me atendieran y me dijeron que la jefa de esa área estaba de vacaciones. Pero a los dos días la jefa estaba sacándose fotos porque había atrapado a un tipo que vendía unas catitas y unas tortuguitas por ‘Gitaneando’ (por Facebook). Y a lo que me pasó a mí, que pone en peligro la vida de un nene o de cualquiera, no le dieron importancia”, criticó.

 


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