SAN LUIS - Jueves 02 de Mayo de 2024

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Cacace-Di Genaro: una casa con mucha historia

Por redacción
| 24 de enero de 2017
1915. Bernardino Di Genaro (centro) acompañado de familiares y amigos de Federico Cacace y Antonio Di Genaro en uno de los salones de la arquitéctonica esquina de San Martín y Ayacucho. Fotos: archivo de El Diario.

Los Di Genaro son una de las  familias más tradicionales de la ciudad de San Luis. Sus orígenes son bien italianos, como lo marca el apellido, pero nunca se supo cómo habían llegado a esta provincia, aunque se afincaron rápidamente en la esquina de Lavalle y San Martín, convirtiéndose en una referencia de la economía puntana de la mano de don Bernardino Di Genaro, destacado comerciante de la época, dueño de la esquina de San Martín y Ayacucho, que le había comprado la propiedad al ex gobernador Tomás Varas.

 


Uno de sus nietos, Guillermo Di Genaro, dice que su abuelo Bernardino inició la actividad comercial junto a su hermano Antonio y su gran amigo Federico Cacace a comienzos del siglo XX, más precisamente en 1915, bajo el nombre comercial de Cacace-Di Genaro. Los tres conformaron una sociedad que perduró en el tiempo, con una rápida evolución en el siglo anterior y una sola competencia comercial, que incluso tenían lazos familiares con ellos, la firma Mollo Hermanos, que poseía su negocio en Pedernera y Rivadavia.

 


La firma Cacace-Di Genaro ganó espacio comercial rápidamente. La esquina (donde todavía hoy se conserva el frente y gran parte de su interior) mostraba una inmensidad como pocas en la ciudad.

 


Unos cincuenta metros, recostado sobre la calle San Martín, cerca de donde años atrás hubo un banco y se levanta la librería Mitchell, la empresa se encargaba de mostrar sus productos de bazar, juguetería, ferretería y pinturería.

 


Sobre Ayacucho, en otros 35 metros de frente, se vendía todo lo que era comestibles. “Era como un supermercado de aquella época”, dice Guillermo.

 


“También estaba el corralón para la venta de áridos, cemento, hierro, ladrillos y sanitarios por calle Ayacucho al mil, pasando San Martín, al lado de la casa de la familia Palmiotto, que con el correr de los años tuvo una verdulería y el autoservicio La Colosal”, señala Di Genaro, quien agrega que “según mis padres, el reparto se hacía en carretelas y jardineras tiradas por dos o cuatro caballos o simplemente lo pasaban a buscar en carretillas cuando el pedido era chico. Más acá en el tiempo se utilizaron camiones, comenzaba a llegar el progreso y la firma no estaba ajena a los movimientos comerciales de esa época".

 


"La empresa también tenía otros emprendimientos comerciales en San Luis. Sobre calle Pedernera al 1400 funcionaba una gran barraca y saladero de cueros, más algunas casas en El Trapiche y campos en los departamentos Belgrano y Pueyrredón”, recordó.

 


“Mi abuelo tenía varias propiedades en el centro de San Luis, en la esquina de Lavalle y San Martín (la casa paterna), frente al edificio del ‘Negro’ Buenaventura, por Rivadavia hasta lo que fue el cine Rex, antes de llegar a Pedernera; y otras por avenida Illia entre Caseros y Constitución. Incluso por calle San Martín, frente a la empresa, le alquilaba al gobernador de la provincia, don Toribio Mendoza, la casona de al lado del Jockey Club San Luis”.

 


A modo de ilustrar el lugar, dice que “al lado vivía el intendente ‘Goyo’ Páez Montero, padre de ‘Tete’, (la madre de Adolfo y Alberto Rodríguez Saá), al frente estaba la farmacia Cortez y el escribano Mariano Pérez, y también la casa de la familia de Eduardo Daract que fue ministro de Educación”.

 


Don Bernardino tuvo ocho hijos. Víctor fue legislador provincial por la UCR y convencional constituyente, también integró el gabinete de Juan Gregorio Vivas como ministro. Osvaldo, en la Presidencia de Arturo Frondizi, fue viceministro del Interior; Justina Di Genaro, Benigna Di Genaro de Montero Mendoza y Selva Di Genaro de Navarini fueron docentes. La familia la completaban Carlos, Juan y Alberto Nicolás.

 


Guillermo dice que ese sector de la ciudad marcaba la diferencia sobre el resto, tal vez por su cercanía con la plaza Independencia, por esos años la más importante de la ciudad, o por el impulso que recibía al ser muy transitada.

 


“El tiempo pasa inexorablemente, la sociedad se fue diluyendo hasta que mi abuelo hizo venir a tres de sus hijos; Carlos, Juan y Alberto Nicolás, que estaban estudiando en el colegio San José de Buenos Aires, para que se pusieran al frente de la empresa. Mi viejo se hizo cargo de la ferretería y pinturería y mis tíos de otros puestos claves del negocio hasta que cerraron definitivamente en 1966, después de casi un siglo de vida comercial", contó Guillermo.

 


Nostálgico, agrega que "al margen de todo  esto, mi abuelo también fue director suplente del primer directorio del Banco Mixto, fundado el 25 de marzo de 1942, y librado al público el 8 de agosto del mismo año. Es el que después se llamó Banco de la Provincia de San Luis y hoy Supervielle. Le daba muchas importancia a la medicina y a la educación, volcando sus conocimientos entre la familia”.

 


“Uno de sus hermanos, mi tío Nicolás, fue un destacado médico de San Luis, quien de temprana edad se dedicó a la política y fue diputado nacional por la Unión Cívica Radical puntana en 1920 y candidato a gobernador por el mismo partido años después, enfrentando a las fuerzas del conservadorismo sanluiseño hasta su muerte, en 1952".

 


La estructura del negocio está hecha con arabescos franceses (diseñada por el arquitecto Deluiggi), con alguna influencia de los moros que invadieron Europa en el siglo VII. Tiene pisos calcáreos de color blanco y negro y tres accesos, mientras que para acceder a la parte alta se llega mediante una amplia escalera del mismo material, -cuyo pasamanos y protector es de hierro forjado y madera labrada-, continuaba la parte comercial con espacios amplios, en los que se pueden observar grandes ventanales con rejas y balcones. Un fiel reflejo de la opulencia de estilos de aquellos años.

 


"Si bien la familia Di Genaro era de origen radical, también tenía algunas tendencias liberales y otras peronistas, era muy variada la cosa, dependía mucho de la educación y la formación en el seno familiar de cada uno”, reconoce Guillermo.

 


La esquina de San Martín y Ayacucho, que ha sido testigo de varios emprendimientos comerciales, fue alquilada al Gobierno de San Luis para que allí funcionara Dosep, la obra social de los empleados estatales; una empresa de TV por cable (Carolina Cable Color); la confitería La Fontana; un snack bar que por las noches se convertía en un salón bailable de mucho éxito en los años '80 y un restaurante, Serafina. Hoy funcionan una farmacia, una casa de venta de bijouterie y un cotillón, entre otros emprendimientos comerciales.

 


El tiempo, un tirano que no tiene edad, observa con un ojo cómo pasan la vida y los años. Firme, estoico, como fiel observador del progreso de San Luis y de lo que queda de su pasado de esplendor.

 


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