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Un jubilado creyó que había ganado un auto pero lo estafaron en $ 60 mil

Por redacción
| 08 de enero de 2017
"Usted se ganó...". Crédulo, el denunciante hasta viajó a Córdoba a buscar el inexistente premio.

Primero, le “endulzaron” el oído y el entusiasmo diciéndole que, como premio por ser un cumplidor cliente de Movistar, se había ganado un cero kilómetro. Pero después, el hombre que estaba del otro lado de la línea, enredó al supuesto beneficiado de tal forma que éste terminó entregando, por tandas, cerca de 60 mil pesos para supuestos gastos administrativos, de patentamiento y otros. No sólo no obtuvo ningún rodado, sino que perdió tiempo, ya que hasta lo hizo viajar a Córdoba y a Merlo, y una buena suma que tenía ahorrada.

 


El sábado la jefa del Área Inteligencia Criminal de la Policía de San Luis, la oficial Johana Quiroga, refirió que prestan colaboración en la investigación del caso, que fue denunciado el 6 de enero en la Comisaría 2ª de San Luis. El oficial principal Diego Garay, de esa dependencia, prefirió mantener en reserva la identidad de la víctima. Sólo dijo que es un hombre mayor, jubilado, y que suponen que el o los estafadores disponían de algunos datos filiatorios de él, que le permitieron ganar la confianza de la víctima, que les creyera.

 


Lo concreto es que denunció que el 30 de diciembre recibió un llamado telefónico de un número con característica de otra provincia, indicó Garay. Según confió otra fuente, sería de Córdoba.

 


El hombre que estaba del otro lado de la línea, un tal Quevedo, se presentó como empleado de la empresa de telefonía celular. “Le dijo que por su puntualidad en el pago del servicio, había sido beneficiado en un sorteo con un cero kilómetro”, narró. No le precisó qué marca ni modelo. Sí le manifestó que era indispensable que, a la brevedad, se presentara en una agencia de automóviles, en Córdoba, para que le entregaran el premio.

 


El supuesto empleado se expresaba de modo correcto, y sonaba fiable, serio. “Para lograr que el damnificado hiciera sucesivos depósitos, debe haber tenido un cierto poder de convencimiento, lo envolvió con las palabras”, consideró.

 


Seguramente  eso, sumado al entusiasmo de tener un flamante vehículo, determinaron que el hombre viajara a la vecina provincia, el 31 de diciembre. “Le había dado la dirección de la agencia. Fue allí. No la encontró. Llamó por teléfono (al número que le había quedado registrado) del supuesto empleado, y le dijo que no la había hallado, y le dio otra dirección. Fue. Ubicó (la concesionaria), pero estaba cerrada”, resumió. Garay estimó que fue así o bien porque la víctima fue fuera del horario de atención o porque el 31 varios comercios tuvieron un horario especial, más acotado.

 


“Llamó de nuevo (al tal Quevedo), para indicar esa situación. Le respondió que no se hiciera problema, que no había viajado de gusto, que aún tenía el premio y que al vehículo se lo iban a mandar de Buenos Aires. Y le pidió que hiciera un depósito en un Rapipago, para trámites administrativos y demás”, continuó. Puso mil doscientos pesos.

 


Al damnificado le confirmaron que el depósito estaba, y le indicaron que iban a comunicarse con él el lunes 2 de enero. “Ese día lo llamaron por teléfono. Le dijeron que el premio seguía en pie. Pero que como era un sorteo, no iban a hacerse cargo de gastos administrativos, de patentamiento, flete, registrales y demás”, enumeró. Le aclaró que sin esos papeles, el auto no podía salir de la agencia.

 


La víctima depositó los 24 mil pesos que le pidieron. Garay estimó que le deben haber pedido algún número de comprobante de pago, para que alguien, en algún punto de la provincia o el país pudiera retirar el dinero. Pero ahí no quedó todo.

 


El timador, en una nueva comunicación, le hizo creer que había habido un problema con el depósito, que no había sido “cargado”, y que la solución que había para que no perdiera el auto era que reiterara el depósito. La promesa era que después, cuando le entregaran el vehículo, se lo iban a reintegrar, con un cheque. El hombre, crédulo, puso otros 24 mil pesos.

 


“El  3 de enero se comunicó nuevamente. (El delincuente) le dijo que estaba todo bien, pero que hacía falta otro depósito, de unos 10 mil ó 12 mil pesos, para la AFIP. Y el denunciante lo hizo. En teoría, al día siguiente, iba a tener el rodado en San Luis”, relató.

 


Garay contó que un nuevo llamado alertó al damnificado de un presunto contratiempo. Quevedo le dijo que el vehículo estaba demorado en un control de Merlo, y le indicó que, si quería, podía ir hasta allá. “Le dieron un domicilio de un hotel, que nunca halló. Se comunicó de nuevo con el estafador, y éste le refirió que el rodado estaba en un control de Santa Rosa del Conlara, frente al aeropuerto. Como estaba cerca, la víctima se fue”, narró. No encontró control policial, ni mucho menos auto.

 


Desde ese momento, el embaucador no volvió a atenderle el teléfono. Fue el 4 de enero. El día de Reyes, fue a la Comisaría 2ª, en cuya jurisdicción vive, e hizo la denuncia. Presentó los comprobantes de los depósitos que hizo en Rapipago.

 


Garay comentó que informaron del caso al juez de turno en feria. Le solicitaron algunas medidas. “Son oficios judiciales para que Rapipago informe, primero, si existieron los depósitos. Debemos requerirlo, más allá de que el denunciante los presentó. Por otro lado, necesitamos saber quiénes los retiraron y dónde, las oficinas. Con ese dato, pediremos que nos comuniquen si tienen cámaras de seguridad, para establecer qué persona se presentó en ventanilla en determinado horario”, detalló. Y agregó que, dado que quien retira dinero debe presentar un documento de identidad, tratan de establecer por Convenio Policial la existencia de las personas a las que se les entregaron las sumas, y sus domicilios. No fueron a nombre del tal Quevedo.

 


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