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Víctor Tonelli: "El mercado no está acá, miren hacia China"

El experto en ganadería pasó por San Luis y dejó consejos para los productores: volver a hacer novillos de exportación, ser innovadores, recriar y sobre todo, "ponerse a trabajar".

Por Marcelo Dettoni
| 15 de octubre de 2017

La picadora Ikurriña encontró hace siete años que San Luis era un muy buen nicho para su trabajo. Con constancia, cumplimiento y actualización permanente, esta empresa familiar de General Rivas (provincia de Buenos Aires) logró hacerse de una cartera de clientes que ya superó los 60 productores, quienes entregan cada campaña unas 10 mil hectáreas de sorgo y maíz para picar, ensilar y hacer raciones para sus animales.

 

Por eso la firma que conduce Eduardo Apecetche viene cada tanto a San Luis con todo su personal para agradecer tanta fidelidad. Y lo hace con una jornada en la que trae siempre disertantes de primer nivel para que sus clientes puedan mantenerse informados de lo que pasa en los mercados y también sobre cuestiones técnicas relacionadas al armado de los silos. Esta vez aprovechó su stand en la 70ª Exposición Rural de San Luis para armar su charla, en la que volvieron a venir, como en 2015, el especialista en mercados ganaderos Víctor Tonelli y el cordobés Pablo Cattani, un experto en la confección de silajes. Debido a la extensión y la importancia de ambas disertaciones, la revista El Campo las dividirá en dos entregas: esta semana será el turno de Tonelli y la que viene, el de Cattani, ya que ambos se explayaron durante casi dos horas.

 

Directo al grano

 

Con Tonelli es imposible aburrirse. Tiene mucha experiencia en este tipo de charlas, las hace amenas, ágiles y muy claras. Parafraseando su relación con la carne, "va a los bifes", sin medias tintas, da su opinión y no tiene miedo de jugarse en algunas predicciones sobre lo que puede ocurrir en un mercado siempre complicado, volátil, como todos los que se desarrollan en la Argentina. Claro, cuenta con información privilegiada y números que apoyan sus afirmaciones.

 

“Los quiero ayudar a tomar decisiones en un negocio complejo”, dijo de entrada ante un auditorio compuesto por mayoría de productores que llaman a Ikurriña para picar sus cultivos, pero con un ojo puesto en la alimentación de sus rodeos, ya que la mayoría suele tener el ciclo completo, hacen agro y ganadería. Otros llegaron interesados para aprender algunos secretos de actualidad para aplicar a su profesión de veterinario o ingeniero agrónomo, y también se pudo ver a alguno que otro rematador, operador inmobiliario rural y hasta dirigentes gremiales como Raúl Foncueva, el titular de la Confederación Rural de San Luis, quien aprovechó la Expo para darse una vuelta por el salón principal de la Sociedad Rural.

 

Uno de los momentos clave de la charla fue su visión del actual panorama internacional, y la posición argentina ante un mercado cárnico demandante. “En 2009, hace apenas ocho años, el 54% de la clase media mundial se concentraba en Estados Unidos y Europa. Para 2020, según todas las proyecciones, ese eje desarrollado no va a perder población de ese sector, pero pasará a representar el 32%. ¿Por qué? Porque Asia crecerá del 28% al 54%, sobre todo gracias a China, que en 2009 no importaba carne vacuna y hoy se lleva dos millones de toneladas, el 20% de las compras mundiales. Allí está la clase media del futuro: en 2030 Asia representará el 66% y Estados Unidos y Europa apenas el 21%”, desglosó con proyecciones de Naciones Unidas.

 

“Por todo esto soy optimista sobre el futuro de la ganadería, pero el mercado de todos ustedes no está en la Argentina, debemos producir para ese mercado emergente. Hay que ponerse a trabajar ya. De 300 mil toneladas que exportamos hoy debemos pasar a las dos millones. ¿Es posible? Con este panorama sí”, instó a los productores.

 

Claro, una cosa es proponerse venderle carne al mundo y otra muy distinta lograrlo con las condiciones actuales de la cría en la Argentina. “Si sólo producimos animales de categorías livianas, vamos a ritmo de colisión. Si apuntamos al mercado local, que quiere terneros, vaquillonas y novillitos, la recuperación no va a llegar, porque además en 2018 habrá más oferta no sólo de carne vacuna, también de pollos y cerdos, por lo que debemos exportar sí o sí. Hoy el argentino consume, en promedio, 120 kilos por persona y por año entre las tres carnes, con la mitad de eso concentrada en la vacuna. ¿Cuánto puede aumentar? ¿Dos, tres kilos? Más es imposible. Debemos saber dónde queremos ir, el mundo quiere carne y podemos dársela. En la ganadería hay oportunidades para explotar y no hacer todos lo mismo, de última dejemos que otro vaya adelante, que haga la huella y luego nosotros la usamos para avanzar”, dijo Tonelli.

 

La esperanza está en ese mercado externo y los números avalan la afirmación. “La exportación está volviendo al ruedo, el novillo para ese destino subió de $54 a $63, la vaca también tiene un precio firme. Pero tenemos que dejar de faenar con 300 kilos, hay que volver a los novillos de 450 para abastecer lo que pide el mundo. No podemos ir siempre a contramano”, pidió el especialista, quien se extendió a su visión sobre otras categorías: “La invernada seguirá firme hasta 2018, en cambio a los gordos livianos les esperan meses complicados por la sobreoferta. Por eso hoy la mejor inversión es la cría, porque hay buenos valores para terneros y vacas gordas. Los terneros que nacerán en el otoño que viene tienen un futuro incierto por el clima, porque en la zona más importante no para de llover, pero habrá precios consolidados porque aumentó la retención y la demanda para hacer recría”.

 

El mundo, entre 2006 y 2016, importó en volumen  30% más de carne entre una punta y la otra. “Fue porque crecieron los países en desarrollo: Latinoamérica, África y sobre todo Asia, que tiene un motor llamado China. La pregunta es si la demanda ya está satisfecha o si la oferta no tiene más para dar. Con el pollo y el cerdo en equilibrio con un crecimiento del 10% que deflacionado no es nada, nos queda ver qué pasó con la vaca. Ahí tenemos la respuesta, la oferta fue insuficiente. El que produzca más, venderá más. ¿Podremos? Con una mentalidad distinta yo diría que sí”, cerró.

 

Y dejó un dato más que alimenta las razones para exportar, referido a las negociaciones entre la Unión Europea y el Mercosur. “La UE ofreció comprar 70 mil toneladas sin aranceles, que deberán ver cómo se dividen Argentina, Uruguay, Brasil y Uruguay. Por supuesto, el Mercosur pidió ampliar ese cupo a 390 mil toneladas, por lo que habrá una próxima reunión el 8 de noviembre para ajustar los números. Seguramente no será tanto y tan poco, arreglarán en 100 ó 120 mil toneladas. Sería un buen trato para cerrar el negocio, porque representa un gran impacto para la ganadería, que ya tiene la Cuota Hilton con un arancel del 20%, la Cuota 481 sin impuestos pero con exigencias de peso y edad difíciles de cumplir y la imposibilidad de exportar por fuera, porque sale carísimo”.

 

Tonelli ve un rodeo “rejuvenecido” de acuerdo a los números que maneja Senasa a partir de la vacunación: los vientres crecieron un 2,1% y los terneros 0,14% (“es poco”), mientras que los novillos cayeron 1,4%, 40 mil cabezas menos en un año, lo que en parte explica los problemas para exportar carne. En total, hay 717.000 cabezas más (1,36%) que en 2016.

 

“No se puede negar la influencia del Gobierno en estos números, porque sacó el cepo al dólar, quitó las retenciones, que en el caso de la carne vacuna eran del 15%, y dejó sin efecto los Roes, que eran una forma arbitraria de otorgar los derechos de exportación. Ésta fue la medida más importante”, enumeró, para pasar a lo “no tan bueno” según su visión: “Crecimos poco en la categoría terneros, sobre todo viendo que hubo muchos vientres, lo que habla de un servicio flojo. Pero lo más preocupante es que por noveno año consecutivo caímos en novillos, cuando todos sabemos que no hay chances de exportar media reses con menos de 115 kilos, o sea 380 kilos de peso vivo”.

 

Sobre la producción de carnes, mostró que hace 25 años (1992), el país disponía de 3,5 millones de toneladas, de las cuales 2,8 eran de origen vacuno. “Esa oferta se mantuvo inalterable, salvo en algún período de liquidación, pero resulta que hoy producimos 5,5 millones de toneladas. Esos dos millones son de pollos y cerdos”, alertó al eslabón primario de la cadena, que lo escuchaba con atención. En cuanto al consumo interno, se repiten los guarismos: en 1992, con casi 100 kilos por habitante por año, la carne de vaca se llevaba entre el 70 y el 80% de las preferencias. Ahora, con 120 kilos a disposición, la participación es del 50%, el resto es para las carnes alternativas. “El pollo y el cerdo no paran de crecer, suben dos kilos por año, sus dirigentes son los primeros que preguntan cuándo van a volver a recriar, hacer novillos y exportar”, dijo con un guiño, para enseguida preguntarse y responderse: “¿Podemos seguir haciendo solo terneros, vaquillonas y novillitos? Es obvio que no”.

 

“El plato de los argentinos está lleno, repito, vamos rumbo al precipicio”, insistió el analista, quien estimó que en 2018 “se van a producir unas 150 mil toneladas más que este año, pero no sabemos cuánto irá a la exportación porque hay pocos novillos. Cuando faeno más de lo que produzco, hay un fenómeno de liquidación como el de 2009. Eso se cortó en 2011, cuando comenzó la retención, lo que lleva a subir la oferta, pero no estamos haciendo las categorías correctas”.

 

En cuanto a los feedlots, recordó que el pico de encierre se dio durante la época en la que los engordadores participaron del festival de subsidios del kirchnerismo.

 

“Eso probó que estábamos en condiciones de hacer carne a corral, aún cuando vivimos una caída de la ocupación en 2012. Desde 2014 se dio otro gran crecimiento, ya sin subsidios, lo que indicó que el negocio ya podía caminar solo”. El engorde está fuertemente relacionado con la Cuota Hilton, que se ocupa con carne de feedlot: “Que no lo escuchen los periodistas, pero la realidad es que 1,5 millón de cabezas tienen ese destino y vienen de encierres no declarados”. La revista El Campo lo escuchó, pero decidió dejar pasar la infidencia…

 

Para Tonelli, el precio de la carne va a bajar al mismo tiempo que el barro que hoy enchastra los corrales. “De los dos millones de cabezas declaradas, el 80% son terneros, vaquillonas y novillitos. Una oferta que será alta en octubre, noviembre y diciembre, por lo que por la lógica de la oferta y la demanda indica que los valores van a caer”.

 

Cuando se refirió a que no deben hacer todos lo mismo, dejó un buen ejemplo con lo que ocurre con la oferta de terneros de invernada. “De octubre a febrero es el período con menos oferta estacional, mientras que de marzo en adelante sube, con su pico entre mayo y junio. La curva de precios, lógicamente, es inversamente proporcional. Hoy compramos terneros baratos en junio, les sumamos 120 kilos en los corrales y los vendemos, también baratos, en octubre. Si queremos comprar cuatro meses después los vamos a pagar más caros y los vamos a vender también más caros, pero la ecuación es la misma. ¿Pero qué pasa si compramos baratos en junio, los ponemos en un verdeo, pasamos el proceso de primavera y los vendemos caros en marzo? Recriar es la clave, además de innovar, buscar variantes, diferenciarnos del resto. Es difícil ganar guita cuando todos hacemos lo mismo”.

 

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