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Investigan si un empleado de obra social abusó de una nena

La chica de 12 años le contó a su madre que el joven la manoseó en sus partes íntimas e intentó besarla.

Por redacción
| 02 de diciembre de 2017
Averiguaciones por abuso. Están a cargo de la comisaría 8ª.

G.L. le aseguró al juez instructor que lo único que hizo el jueves, en una casa del barrio San Antonio de Villa Mercedes, fue su trabajo. Ofreció los servicios de la obra social para la que trabaja en San Luis capital y fue amable con la hija de una potencial cliente. Pero la adolescente de 12 años le dijo a su madre lo contrario. Es decir que, en los fugaces minutos que el joven estuvo en su casa, más que un vendedor puerta a puerta fue un abusador: la tocó en sus partes íntimas, a la vez que trató de besarla.

 

El sospechoso, de 24 años, está detenido desde ese día, pasadas las 14:30, cuando un grupo de familiares y vecinos de la nena lo alcanzó en Juan Saá y Junín. Ahí lo inmovilizaron, le quitaron la camisa a tirones y lo golpearon cuanto pudieron hasta que una patrulla del Comando Radioeléctrico llegó a la esquina, informó una fuente policial.

 

Ayer, a la mañana, el personal de la Comisaría 8ª remitió al Juzgado Contravencional y Correccional el sumario de la causa. Y, casi de inmediato, el juez Santiago Ortiz fijó el horario de la indagatoria de G.L., para antes del mediodía. Le imputó “abuso sexual simple”, indicó un informante judicial.

 

Cuando le preguntaron al sospechoso si iba a declarar, respondió que sí. Contó que es empleado de una obra social, que tiene sus oficinas en la capital puntana. Pues, de acuerdo a su documentación, él vive allá, en el barrio José Hernández. “El servicio consiste en brindar seguridad y salud a familias carenciadas”, precisó.

 

El jueves, a las 9, su jefe les informó a él y a tres compañeros que tenían que ir a Villa Mercedes, para ofertar sus servicios en esa otra ciudad. Los cuatro viajaron a media mañana, en un Volkswagen Gol.

 

El primer barrio al que se dirigieron fue el San Antonio, en el suroeste de Villa Mercedes. Dijo que golpeó la puerta de una casa y, como ahí no lo atendieron, llamó a una segunda. “Salió una niña y le pregunté si estaba la madre, para dejarle los servicios que estábamos ofreciendo”, contó. Según él, la chica le contestó que sí y le permitió entrar a la vivienda.

 

Relató que, a la espera de que un adulto lo recibiera, aprovechó para comentarle a la adolescente lo que ofrecía. Le aseguró que iba a tener servicio de óptica, médicos y ambulancia. “Como veía que la nena me miraba mucho y no se hacía presente nadie mayor le dije que mejor pasaba después, cuando estuviera su mamá”, afirmó.

 

Aclaró que, de todas formas, se quería retirar del domicilio porque se sentía incómodo allí. “Había mucho olor. Estaba muy sucio…”, argumentó. Antes de irse, se acercó a la chica para saludarla y ella le gritó: “¡Salí!”. “Cuando me dijo así, yo le dije ‘tranquila, si no te voy a hacer nada’, que sólo la iba a saludar”, narró.

 

Luego, se fue del domicilio. Alcanzó a caminar una cuadra cuando notó que un auto, repleto de ocupantes, se le arrimó. Uno del coche le preguntó si él era quien había estado trabajando en tal lugar y le señaló con las manos la casa de la adolescente. G.L. le contestó que sí. “Y, ahí nomás, ese hombre se bajó y me pegó una piña en la cara”, aseveró.

 

Contó que trató de cubrirse con una carpeta, pero le fue imposible. “Bajó más gente del auto y después vino más en una moto (…) Me rompieron la camisa. Me siguieron pegando. Me tiraban gaseosas, jugos y vasos de vidrio, que me explotaron en la cara. Me tiraron al piso. Me pegaron en las costillas y me gritaban ‘¡violador!’”, recordó. Según él, “no entendía nada”.

 

 

Alguien llama a la puerta

 

Pero la madre de la supuesta víctima denunció ante los policías de la Comisaría 8ª algo muy diferente. La mujer de 34 años relató que como a las dos y media de la tarde escuchó que alguien golpeó la puerta principal de su casa, ubicada sobre calle España. Antes de que su hija atendiera el llamado le aclaró que se encerraría en su dormitorio, porque no quería ver a nadie.

 

El que había golpeado la puerta era un joven delgado, de camisa blanca y pantalón celeste. “Mi mamá no está. Salió. Vuelve a las siete de la tarde”, alcanzó a escuchar que le dijo la menor.

 

“Después escuché que mi hija gritó ‘¡Salí!’ y el tipo contestó ‘Qué cagona que sos. Ahí te dejo el papel’”, denunció. La madre, de inmediato, se fue hasta donde estaba la chica. Cuando llegó al comedor, alcanzó a ver al hombre alejarse a pie y a su nena a un lado de la puerta del dormitorio, observando cómo se iba el vendedor.

 

La madre le preguntó qué había pasado y ella le dijo que ese extraño le había tocado los pechos, que había manoseado cuanto pudo su cola y que había intentado besarla.

 

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