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Familia rodante: de Ushuaia a la aventura en 32 mil kilómetros

Por redacción
| 26 de marzo de 2017
Pequeño hogar, grandes experiencias. Toda la familia habita en la combi que les cambió la vida, los chicos estudian a distancia.

Ellos dicen que no son una familia sino una tripulación, y que el vehículo en el que viven no es una combi sino el “Capitán Beto”, que marca los destinos que transitan. Una pareja y sus tres hijos decidieron cambiar radicalmente la vida que llevaban en 'el fin del mundo', renunciaron a todo lo que conocían y partieron a recorrer varios países de Sudamérica. Durante un año y medio transitaron más de 30 mil kilómetros de una experiencia que cambió sus vidas. Ahora están regresando a la Patagonia y en su paso por Villa Mercedes explicaron lo que representó dejar una vida 'normal' para convertirse en una familia viajera.

 


Marianela Saavedra es profesora de Educación Especial y hasta diciembre de 2015 daba clases en una escuela de Ushuaia, donde vivía con sus tres hijos y su compañero Matías Maldonado, que era comerciante. “Teníamos una vida como la de cualquier familia, trabajábamos entre 8 y 12 horas diarias, íbamos al shopping el fin de semana, teníamos obra social, una casa con televisión, lavarropas y microondas. No sabía ni cocinar, porque compraba comida en una rotisería”, recordó la mujer.

 


Cuenta también que a pesar de buenos trabajos, un auto moderno y las comodidades, sentían un vacío, una necesidad que no tenían satisfecha. Consultaron a sus hijos más grandes, Ciro y Lola (preadolescentes), sobre la posibilidad de cambiar sus vidas y emprender viaje, obtuvieron el sí y sumaron al pequeño Camilo, que hoy tiene 5 años. La pareja renunció a sus trabajos, vendió todas las pertenencias, compró una vieja combi Volkswagen T2 a la que bautizaron "Capitán Beto" (en homenaje a uno de los temas del "Flaco" Luis Alberto Spinetta) e inició un camino sin mapas ni destinos definidos.

 


“¿Por qué viajar en una combi? Porque es un vehículo simpático, fácil de trabajar y si se rompe, la mecánica la puede hacer uno mismo. Es nuestra casa, vivimos adentro de ella porque la idea es no gastar en hospedaje, aunque a veces hay familias que nos invitan a sus hogares. Tenemos un bañito químico, una ducha solar que inventamos nosotros, cama para los cinco aunque no parezca, los chicos viajan con sus cinturones de seguridad, un bidón de 50 litros de agua con una bombita, una cocina con horno y nada más, a rodar”, contó Matías.

 


“De Ushuaia por Sudamérica” dice la frase inscripta en uno de los laterales de la "nave" azul, ésa era la idea original, aunque finalmente la atípica familia recorrió primero Argentina, luego Chile, Uruguay y todo Brasil, con varias idas y vueltas entre destinos y poblaciones que hacen un total de 32 mil kilómetros recorridos que reflejaron en su perfil de Facebook "El Capitán Beto y su Tripulación".

 


“Cada vez que pasa algo con la camioneta, que algo se rompe, conocés una persona nueva, creo que esta experiencia tiene que ver con eso también. No es solo subirse y andar y andar, sino andar más tranquilo; antes viajábamos más rápido y ahora lo hacemos a 60 ó 70 kilómetros por hora y uno es parte del paisaje, el viaje se disfruta de otra manera”, contó el ex comerciante, que con el viaje se convirtió en malabarista, artesano y trabajador temporal.

 


La pareja asegura que uno de los grandes condicionantes antes de emprender la aventura fue garantizar que sus hijos mayores no perdieran el estudio. Así descubrieron el Sistema de Educación a Distancia del Ejército Argentino (SEADEA), que les permitió a los chicos cursar a distancia todo el año pasado con un sistema pensado para familias itinerantes. Recibieron CD’s con material educativo y luego mantuvieron contacto on line cada vez que podían conectarse para completar tareas y consultar a tutores y profesores del programa.

 


“Como mamá fue una gran experiencia, es como que los parí de nuevo. Toda mi vida trabajé, como muchas mujeres profesionales que están todo el día fuera de casa, y ahora estamos todo el día juntos, las 24 horas: dormimos, nos despertamos, comemos y todos juntos, todo el día. Hay muy pocas mamás que tienen la posibilidad de tener esta experiencia de vida, descubrí muchas cosas de ellos que no conocía y ellos descubrieron muchas cosas de mí”, explicó Marianela, que en 15 meses también aprendió a cocinar, a tejer macramé y pintar artesanalmente mates, zapatillas y remeras para venderlas y reunir fondos para continuar la aventura.

 


La familia viajera está regresando a la Patagonia, no a Ushuaia sino a lago Puelo (Chubut), bella y fría localidad donde aspiran  radicarse hasta que Ciro y Lola terminen la secundaria. Todos los integrantes coinciden en que vivieron una expedición que los cambió, que los llenó de anécdotas, conocidos y experiencias únicas e inolvidables. Tal vez los que lo vean piensen que no tienen más que esa combi azul y algunas pequeñas cosas dentro, pero ellos aseguran que se llenaron de vivencias que ninguna tarjeta de crédito o bien material puede igualar.

 


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