SAN LUIS - Miércoles 08 de Mayo de 2024

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Es monja hace 35 años, pero se volvió para cuidar a su madre

Por redacción
| 27 de mayo de 2017
Como ninguno de sus hermanos podía ocuparse de su madre, Magallanes retornó a su ciudad natal para asistirla. | Foto: -Héctor Portela

La hermana María Camila Magallanes nació en Villa Mercedes, pero pasó casi toda su vida adulta en Ezeiza, provincia de Buenos Aires. Tras 35 años dedicada al cuidado de los enfermos, decidió volver a su ciudad natal para  ocuparse de  su madre enferma, de 98 años.
"La congregación a la que pertenezco se llama 'Hijas de Nuestra Señora de la Salud', por eso nos dedicamos a atender enfermos, aunque también tenemos colegios. Por ejemplo, hay uno cerca de donde tenemos la residencia para ancianos. Tiene primaria y secundaria. Van mil alumnos" cuenta la mujer.
La familia de María Camila está compuesta por diez hermanos: cinco varones y cinco mujeres. "Yo soy la mayor de todos. Pero ellos no pueden atenderla porque trabajan", comentó. 
Afirma que, para ella, más de tres décadas lejos son "toda una vida", pero que también disfruta mucho de ayudar a los enfermos y a las personas mayores.
"En el convento tenemos un hogar de ancianos. Yo los atendía, y hasta en algunos casos les daba de comer en la boca. Varias personas han muerto en mis brazos. Al principio eso era difícil para mí, se me juntaban un montón de sentimientos. No cualquiera conoce esa sensación de tocar las muñecas de alguien y sentir cómo el pulso se va yendo", relata.
Afirma que desde que era una niña sabía que quería ser monja. "Siempre tuve una cercanía muy especial con lo religioso y, por supuesto, fui a un colegio de monjas: el Sagrado Corazón de Jesús", explicó la religiosa.
En el conocido colegio mercedino, fundado por la Madre Cabrini, las hermanas que lo regían estaban dispuestas a aceptar a María Camila entre las misioneras, pero su papá se opuso. "Me dolió un poco, porque yo realmente quería dedicar mi vida a Dios y al prójimo", recordó con dolor.
Con esa primera frustración, la joven terminó el secundario y luego empezó a trabajar para ayudar a su familia. Pero su verdadera vocación siempre estuvo latiendo en su alma.
"Yo ayudaba en una iglesia: colaboraba con el padre para preparar las misas, daba las charlas para comunión y confirmación, o cosas de ese estilo. Una vez, el sacerdote me preguntó si había pensado en ser monja. Yo le respondí que era el sueño de mi vida, que era lo que más me quería", contó María Camila.
El momento que vinculó a Magallanes con la congregación a la que iba a integrarse, podría ser considerado por algunos como milagroso.
"Dios me abrió los caminos. Un día, el padre fue a Buenos Aires a hacer unas compras, y se encontró con quien era la superiora de en ese entonces. Se pusieron a conversar y ella le encargó que le encuentre nuevas aspirantes. El padre le respondió: ‘Tengo una’. Le dio mi teléfono y la superiora se comunicó conmigo. Por supuesto, acepté encantada", contó con emoción.
Magallanes estudió tres años y luego tomó los hábitos. Incluso conoció al actual Papa, al que se refiere como "un hombre muy bueno, muy humilde y que siempre trataba a todos con mucho amor". Pasó la mayor parte de su adultez en Ezeiza, aunque en los últimos años la enviaron a una casa en Capital Federal. Allí estuvo hasta un día que fue de visita a la casa de su madre y se dio cuenta que necesitaba cuidados especiales.
La religiosa recuerda que entró  al hogar y sintió olor a gas. "Mamá había dejado una hornalla de la cocina abierta, se olvidó de cerrarla. Se lo conté a una de mis hermanas, pero me explicó que no podía atenderla porque tenía que trabajar", relató.
También encontró una pequeña resistencia en Buenos Aires: la madre superiora de su Orden no quería que volviera a Villa Mercedes, porque necesitaba de su ayuda. "Incluso me dio la posibilidad de llevar a mi madre a Buenos Aires para que todas las monjitas la cuidemos, pero mamá no quiso dejar su casita. Yo hasta pensé en dejar los hábitos para ocuparme. El obispo de la Diócesis de Lomas de Zamora, a quien respondemos, fue quien me permitió venir a cuidarla hasta que Dios disponga de ella. Sólo entonces tendré que regresar", afirmó María Camila.

 

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