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Sofía le donó médula ósea a su hermano mayor y le salvó la vida

A Elías le detectaron leucemia. La única posibilidad que tenía para superarla era un trasplante.

Por redacción
| 14 de agosto de 2017
Un nuevo comienzo. Betina, Elías y Sofía en la entrada de su hogar. Por ahora el niño sólo puede salir cuando hay buen clima.

A Sofía Isaurralde, de 6 años, le encanta bailar en el espejo canciones de las novelas y armar campamentos de muñecas en el comedor de su casa. A su hermano Elías, de 11, le gusta el deporte y jugar a la play. Como todos los hermanos de esa edad, pelean por la atención materna y por quien agarra el control remoto para ver dibujitos primero. Eso sí, asegura su mamá Betina Furlán, cuando están frente a desconocidos, son los primeros en defenderse y cuidarse. Pasarán algunos años, para que realmente entiendan a qué punto llegó ese sentimiento de protección que siente el uno por el otro. Y es que luego de que Elías batallara contra una leucemia y un diagnóstico que empeoraba, Sofía resultó ser 100 por ciento compatible con él para donarle médula ósea. Con el trasplante le salvó la vida.

 

Según el Registro Nacional de Donantes de Células Progenitoras Hematopoyéticas (CPH) de la Argentina, sólo el 25 por ciento de los pacientes con enfermedades hematológicas, encuentra un donante compatible en su grupo familiar. Es decir uno de cada cuatro. Los hermanitos están dentro de esa estadística, que su mamá define como un milagro.

 

“En mayo (2016) empezó con problemas en los intestinos. Íbamos a la gastroenteróloga, le hacían análisis, estaba con hierro y estudios permanentes”, contó Betina, resumiendo lo que hasta ese momento parecía solo un cuadro de anemia. Entonces llegó diciembre, Elías había aprobado todos los exámenes de la escuela y hasta roto una tabla en una prueba de taekwondo, cuando la doctora les recomendó a ella y  Andrés, su marido, derivarlo al Hospital Notti de Mendoza. Las últimas pruebas de sangre y una endoscopía no habían salido bien.

 

“Cuando llegamos a Mendoza junto nos dijeron que tenía que quedar 24 horas  internado para hacerle una punción, a los tres días nos comunicaron que tenía leucemia mieloide aguda”, recuerda Betina, que cada vez que nombra la enfermedad pestañea para no llorar. A partir de ese momento la vida de toda la familia dio un giro de 180 grados.

 

Pasaron las fiestas en el hospital y también el cumpleaños del niño. Sofía Victoria quedó al cuidado de su abuela en San Luis, mientras a su hermano le hacían bloques de quimioterapia. Cerraron el negocio familiar, una pollería cerca de su casa en el barrio Cerro de la Cruz, y arrancó una maratón de oraciones a la que se sumaron familiares, vecinos y compañeritos de la escuela.

 

“La primera sesión de quimio no funcionó. Le dieron drogas más fuertes y el doctor nos dijo que la leucemia seguía avanzando. Sufrió mucho, lo pinchaban casi todos los días, las quimio son fuertes. Estaba descompuesto, tenía nauseas. Fue muy duro, el no quería estar encerrado, se iba al baño, le sangraba la nariz. Yo al principio lloraba a la par de él, pero aprendí a estar fuerte. Nos dijeron que había que cambiar de protocolo y buscar un donante de médula en la familia”, contó.

 

Resultó que la pequeña es un 100 por ciento compatible con su hermano. Si bien al principio estaba asustada por los pinchazos que recibiría y les reprochó varias veces a sus papás la ausencia de su casa, no dudó ni un segundo en viajar junto a ellos a Buenos Aires, para realizar el procedimiento. El 15 de mayo, su hermano recibió el trasplante que lo dejó fuera de peligro.

 

Hace un mes y medio que la familia volvió a establecerse en la provincia, y hace una semana reabrieron el negocio. Sofía volvió a bailar frente al espejo, con una familia que hace de público Elías retomó sus competencias de playstation. Ahora tiene que cumplir una rutina de medicamentos, no puede salir afuera para evitar posibles resfríos por los cambios de clima y tampoco estar en ambientes con mucha gente. El año que viene recién retomará la escuela. Su salud es prioridad número uno, hasta que vuelva a los controles en enero. Su mamá dice que para un niño tan activo, es agobiante, pero por suerte tiene a una hermana que lo vigila de cerca para molestarlo.

 

Por Julieta Franco

 

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