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Una testigo puso en jaque la versión del chofer acusado de abuso

El colectivero había declarado que la chica le había dado pie para iniciar la relación. La mujer lo desmintió.

Por redacción
| 15 de marzo de 2018
Tribunal. Los jueces Jorge Sabaini Zapata, Silvia Aizpeolea y José Luis Flores juzgan a José Soria. Foto: Leandro Cruciani.

"Durante el viaje, nos mirábamos por el espejo y nos sonreíamos”, dijo, palabras más, palabras menos, el chofer José Alberto Soria en su indagatoria, para sostener su versión de que la chica de 15 años a la que abusó dentro de su colectivo había protagonizado con él un juego de seducción previo y le había asegurado, antes de consumar el acto, que tenía 18 años. Pero ese relato exculpatorio fue hecho trizas por otra pasajera, ayer, en la segunda audiencia del juicio oral en su contra. La mujer aseguró que la adolescente jamás cruzó miradas, señas o sonrisas con el colectivero, sino que fue todo el viaje charlando con ella.

 

La Cámara del Crimen 1 de San Luis, que juzga a Soria, logró contar con el relato de esa testigo gracias a que ordenó a la Policía que la ubicara y la trasladara a la sala de audiencias, para tomarle testimonio, ya que no habían podido localizarla con anterioridad.

 

La mujer, vecina de la ciudad de La Punta lo mismo que la menor abusada, fue una de las últimas en bajar del colectivo, aquella noche del jueves 23 de abril de 2015. Cuando ella descendió en el barrio identificado como Módulo 12, en el transporte público de la empresa “Sol Bus” sólo quedaban un hombre, que bajó más adelante y la adolescente, que salía de practicar hándbol en el polideportivo de esa ciudad e iba a su casa en el Módulo 15.

 

La testigo conocía a la chica, porque era compañera de curso de su hijo. Por eso, entablaron conversación en seguida. Ayer “declaró que en todo el trayecto la chica nunca cruzó miradas o gestos con el chofer, ni tuvo señales de acercamiento con él”, resumió el abogado Alberto Tuninetti, uno de los dos que representan a la víctima en el juicio oral, que se hace a puertas cerradas.

 

Ante el tribunal, la vecina de La Punta mencionó un detalle que recordaba del ahora acusado de violación. En invierno solía manejar el colectivo con unos guantes que tenían los dedos cortados, de modo que dejaban la punta de sus dedos al descubierto. Y cada vez que le entregaba el boleto a una pasajera, se las ingeniaba para rozarle la mano con sus dedos, recordó.

 

Estaba "ocupado"
También declaró ayer otro chofer de “Sol Bus” que aquella noche llegó al playón donde estacionaban, en La Punta, un rato después que Soria. Reiteró lo que ya había dicho al ser citado en el juzgado de instrucción, en la primera parte de la investigación y que también ha sido admitido por el chofer acusado: se acercó al vehículo de su compañero para hablar con él, pero Soria se asomó por la puerta trasera y le dijo que se fuera, porque estaba con alguien.

 

En ese momento, el chofer estaba a punto de consumar el abuso. Tuninetti dijo ayer que cuando el otro colectivero llegó, la chica no atinó a pedirle ayuda o a intentar escapar “porque estaba paralizada por el miedo”.
“Toda la prueba colectada demuestra que la chica tenía miedo, incluso a que el chofer atentara contra su vida, pese a que no había sido amenazada de muerte”, agregó. 

 

El abogado dijo que ese sentimiento de la adolescente fue comprobado y corroborado por tres psicólogas, dos que la asistieron para brindarle contención y terapia, y Marisa Samper, la perito del Poder Judicial que la entrevistó en la Cámara Gesell.

 

Ayer proyectaron, en la sala de audiencias, la filmación de esa declaración de la víctima. “Allí, la chica refirió, y se ve en la captación fílmica, que gritó cuando fue abusada, pero, dijo, ‘parece que nadie me escuchó”, indicó su abogado. 

 

Agregó que las tres psicólogas declararon ayer.
Tuninetti dijo que “Samper explicó, en lenguaje técnico, que se rigen por tres criterios para validar o no el relato de la menor. Y dijo que, en este caso, los tres son indicativos de haber sido abusada sexualmente”.

 

“En forma coincidente, Erica Lucero, la psicóloga personal de la niña, que la trató a pedido de la madre, refirió lo mismo que Samper en cuanto a los síntomas postraumáticos de un abuso”, dijo.

 

Esa especialista trató a la chica “desde abril de 2015 a diciembre de ese año. Y le dio el alta, porque, según explicó, continuar con la terapia sería revivir el abuso”.

 

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