Adiós al maestro de la madera, la guitarra y la expresión

La primera herencia en vida que recibió Juan Carlos Ortega fue el taller que creó su abuelo y dónde su padre también trabajó. Durante su niñez el artista merlino comenzó a formarse como escultor y, poco a poco, fue en ese prolijo rincón de madera donde Ortega le dio vida a sus esculturas que están netamente identificadas con la Villa de Merlo.

Juan Carlos tenía un enorme amor por su tierra y muchas de las acciones de su vida estuvieron signadas por su sentido de pertenencia.

 En sus obras se rescata el valor autóctono, logró hablar por medio del algarrobo, sus texturas, colores y brillo. Sin lugar a dudas Juan Carlos fue uno de los grandes difusores de la identidad merlina.

Además de la creatividad y el arte, Ortega se caracterizaba por ser un trabajador incansable. Personalmente recolectaba el algarrobo blanco o negro, el caldén y campana que usaría luego como lienzo. Más allá de la destreza física tuvo tiempo para escribir su poesía, componer música, participar de tareas comunitarias y dedicarse a su esposa y sus cuatro hijos.

Juan Carlos fue fundador de la cooperativa telefónica de Merlo, participó en instituciones vinculadas al desarrollo turístico y fue parte de la comisión que organizó la primera edición de la Fiesta Nacional Valle del Sol, que actualmente lleva 45 ediciones en pie.

Ortega fue concejal de su tierra por el partido radical y a causa de su labor cultural fue elegido como secretario de Cultura de la Comuna Merlina, cargo que ejerció luego de la asunción del actual intendente de la villa “Rody” Flores.

El autor de “De ida solamente” tuvo una gran vinculación con Antonio Esteban Agüero. Su conexión con Agüero excedía a una amistad y, posiblemente, lo haya inspirado a más de una de sus obras de arte.

Ortega mantuvo activa participación en la Universidad Nacional de los Comechingones desde que esta casa de estudios era solo un sueño. Fue integrante de la fundación "Pro universidad", junto a otros vecinos ilustres de la villa como Julio Falco.  Tiempo después fue convocado por las autoridades de la universidad para dar una charla sobre su visión respecto a las nuevas carreras universitarias.

Su participación en la casa de estudios estuvo latente hasta sus últimos días.

Fue reconocido como ilustre escultor y escritor. En diciembre pasado lo declararon ciudadano ilustre de Merlo y la Universidad Nacional de los Comechingones también participó en las distinciones.

Además de ser el primer presidente de la Asociación Cultural Casa del Poeta ejerció como docente del instituto Monseñor Orzali, de la Universidad Nacional de San Luis y, en una conexión intima, dictaba talleres sobre esculturas.

Juan Carlos Ortega padecía de esclerosis lateral amiotrófica (ELA), una enfermedad degenerativa que lo terminó postrando. Pero esta enfermedad no fue para él un límite, ya que siguió trabajando hasta que su cuerpo se lo permitió. La segunda herencia de Juan Carlos Ortega es para Merlo: la identidad de su tierra, el amor por cada rincón de la villa, su poesía, la cultura del trabajo estará por siempre ligada al artista.

Luego de 72 años de una vida intensa, Juan Carlos Ortega dijo adiós, pero su obra mantendrá viva su memoria en la tierra a la que él le dedicó la vida.