La pasión por hacer deporte sin que existan las barreras

El jueves a las 5:30 de la tarde en el predio de la Cancha Trinquete Modelo de Pelota Vasca se escuchaban de un  costado, rasantes, los autos que pasaban por la avenida Santos Ortiz y por el otro, casi imperceptible, el curso del río San Luis. En el medio, al costado del edificio del deporte ibérico, dos arcos de fútbol se emplazaban y cuatro jóvenes, que promedian los 30 años, practicaban tiros al arco. Con un andador, bandana azul y chaleco amarillo, Marcelo Martínez, de 42 años, apodado por sus amigos como "Hachita", se acercaba rápidamente para jugar con ellos. Marcelo sonreía sin tapujos. Poco después marcaría un gol, mientras caía la tarde y el viento fresco los abrigaba, y se abrazaría con el resto. Ellos participan, junto a otras 30 personas con discapacidad, de la Escuela de Deporte Adaptado, que lleva adelante el Programa de Deportes hace tres años y que dicta clases de otras disciplinas como básquet en silla de ruedas, atletismo, vóley sentado y golbol, un deporte exclusivo para los no videntes, que consiste en jugar con una pelota con cascabeles.

La cancha de trinquete comenzó a utilizarse por las refacciones que se llevaron adelante el año pasado en el Polideportivo Ave Fénix.

Actualmente se valen de los dos espacios: los lunes, miércoles y viernes en el estadio de Juana Koslay y martes y jueves en el espacio entre Santos Ortiz y IV Centenario, de 16 a 18. Las inscripciones son gratuitas, abiertas a todo público y pueden anotarse acercándose en los horarios de clase, o contactando a la cartera gubernamental por la autopista de la información  -445-2000- interno 3355. Los interesados deben presentar un certificado de discapacidad, llenar una ficha de inscripción y otra médica, por su cuenta, o por su tutor si es menor de edad. “El deporte además de beneficiar a la salud, ayuda a desarrollar el autoestima, las condiciones físicas, poder socializar, hacerse amigos y respetar. Consiste también en la educación respecto a los valores, eso es lo principal que trabajamos”, afirmó Vanina Manasero, jefa de área de Discapacidad del Programa de Deportes.

Manasero acompañaba al pequeño equipo de seis integrantes que practicaban básquet en silla de ruedas, dentro del edificio de pelota vasca.

Ramiro Paglialunga, de 8 años, disputaba la pelota con José Gatica de 30 años. Daban vueltas y se esquivaban sobre las sillas. La bola rebotaba con ganas en el cesto azul que colocaron en uno de los costados. Carolina Theodossopoulo, de 41 años y con espina bífida desde nacimiento, los seguía de cerca con su silla bordó, adaptada para deportes. “Empecé acá en 2016, fui una de las primeras”, dijo agitada, en una pausa para hablar con El Diario. Recuerda que por 14 años no hizo actividad física, que había intentado en Buenos Aires al tenis pero le aburrió. “De los 12 años que hago deporte. Llegué por intermedio de Vanina. “Lo pasamos bien y se aprende. Todo se puede, yo vivo haciendo cosas”, dijo con seguridad. 

Manasero no trabaja sola, lo acompañan otros profesores y también becarios de “Soñamos Junto a Vos”, el plan de la Secretaria de la Juventud. “El año pasado comencé a trabajar en el Mundial de Fútbol de Parálisis Cerebral (de la cual la provincia fue sede). Después me integré en el deporte adaptado. Es superlindo trabajar con chicos así, que todos los días se tratan de superar. Ahondamos en el autoestima.

Hay ejercicios que no le salen y tenemos que estar con ellos ayudándolos. Ofrecemos contención, que no importa la discapacidad que tengan, siempre hay un deporte para ellos” expresó Florencia Suárez, que comenzó sus labores como becaria en marzo. 

El fútbol forma parte en más de una manera en la vida de Juan Carlos Cerizola, jefe de área de Deporte Inclusivo. De joven jugó de 5 en importantes clubes puntanos como Estudiantes, Lafinur, Huracán y Pringles. Hoy le enseña sus habilidades a chicos con dificultades motrices y mentales. “Hay que tomarlo como algo recreativo, hacerlos felices, porque la contención es lo que más sienten ellos. Desde el momento que no le das contención el chico no viene más, se pierde”, remarcó.

Para Cerizola, sus alumnos incluso mantienen la esencia del fútbol más que el resto. “Yo he sido jugador de fútbol y a mí me parece que estos chicos lo viven más, lo sienten más al deporte, lo hacen con mucho más amor. Hoy en día el amor al fútbol se perdió si no tenés plata. Ellos están un poquito más arriba de nosotros. Ellos vienen y están muy felices, haciendo lo que les gusta, no ponen ningún pero, haga frío o calor, igual le ponen todo el empeño”, resumió.

Javier Juri de 36 años, tiene un poco más de experiencia que el resto de sus compañeros. En 2015 participó de la Selección Argentina de Fútbol en las Olimpíadas Especiales de Los Ángeles, en Estados Unidos. Jugó de 8 y se enfrentó con australianos, canadienses y costarricenses. “El fútbol es mi pasión, la pasión de todos los argentinos. Ahora que viene el Mundial, les deseo la mayor de las suertes a la Selección”, dijo con esperanza. “Vengan a jugar al fútbol, venzan el miedo y salgan a jugar, a entrenar, a patear, a seguir el sueño de ser buen jugador y ser feliz”, coincidió Emanuel Celi, otros de los jóvenes, ya casi al final de la clase. Próximamente jugarán contra un equipo de Villa General Roca y el 30 de junio visitarán el Centro Educativo "Causay", en el aniversario de la escuela. “Yo los elijo mil veces”, admitió Manissero.

“Nosotros les enseñamos el trabajo principal que es la parte deportiva, pero ellos te enseñan que la vida no tiene barreras y que no hay ningún parámetro que impida absolutamente nada”, reflexionó la profesora, mientras se escuchaba el ruido de las sillas y de la pelota, botando dentro del cesto.