20°SAN LUIS - Jueves 28 de Marzo de 2024

20°SAN LUIS - Jueves 28 de Marzo de 2024

EN VIVO

Naturaleza y vida silvestre en la inmensidad de la belleza

Guanacos, tortugas, cardinales y cóndores son los dueños de un ecosistema único en el país que tiene chances de ser declarada una de las siete maravillas naturales argentinas. Una recorrida a un área protegida y una aproximación a la apasionante vida de los guardaparques.

Por Miguel Garro
| 16 de julio de 2018
Fotos: Alejandro Lorda

Abajo, una inmensidad en naranja y verde. Arriba, un celeste que se combina a la perfección aunque esporádicamente, cuando las nubes no proponen el blanco tiza o el gris perla. La paleta de colores que regala el Parque Nacional Sierras de las Quijadas es una estimulación para los ojos que tiene su mejor momento cuando el sol sale y el horizonte es una mezcla de capas coloridas que acrecientan la sensación de estar en un lugar especial.

 

Hay algo de encuentro entre la naturaleza y el hombre cuando alguien se para en alguno de los miradores estratégica mente ubicados del parque y contempla, en silencio, lo que tiene enfrente. Un desierto que se rompe con la irrupción de algún guanaco esquivo, un cóndor que atraviesa el cielo con sus alas desplegadas, alguna tortuga que recompone el paisaje o el cardenal amarillo, una de las aves insignia del lugar.

 

Como en todos los sitios de este tipo, los animales caminan o vuelan libres, sin condicionamientos. Son los dueños del lugar, los amos de la casa. Y los visitantes deben amoldarse a las costumbres, horarios y tradiciones de los anfitriones.

 

Ubicarse frente al interminable campo es una buena posibilidad para encontrarse con uno mismo. Para pensar en el padre que no está y en el hijo que está por venir. En la pequeñez del ser humano en contrapartida de un ego que a veces explota. En las Sierras de las Quijadas se escucha el silbido del viento frío antes de que penetre cualquier campera impermeable. Y se agradece el regocijante calor del sol, que en invierno suaviza pero en verano quema. Entre diciembre y marzo, el compendio de formaciones rocosas soporta temperaturas de hasta 48 grados.

 

El Parque Nacional Sierras de las Quijadas está ubicado a 180 kiló- metros de San Luis y es el único lugar de ese status en la provincia. Tiene poco menos de 75 mil hectáreas y fue creado el 10 de diciembre de 1991. En el ingreso, ubicado en el kilómetro 922 de la ruta nacional 147, a la altura del paraje Hualtarán, está la escuela 137 “Ministro José Ojeda”, donde asisten ocho alumnos.

 

Lo primero con que se encuentran los visitantes son las oficinas administrativas, donde se entrega la información primordial y donde los guías esperan a los contingentes para las visitas guiadas, que tienen un costo de 350 pesos por persona. Quienes quieran hacer el recorrido por su cuenta también pueden hacerlo.

 

Un camino de tierra donde ya se puede apreciar la naturaleza serrana y algunos vestigios arqueológicos –uno de los fuertes del parque- es el nexo entre las oficinas iniciales y el punto extremo hasta donde se puede acceder en auto. En ese espacio hay un amplio estacionamiento, sanitarios y una proveeduría que, pese a los repetidos intentos porque alguien se haga cargo del servicio, está vacía.

 

“Sabemos que es complicado tomar la consignación porque acá no hay luz, no hay gas, estamos lejos de la ciudad y los comerciantes entienden que es un riesgo venir a trabajar acá. Además los estándares de calidad que pide la Administración Nacional de Parques Nacionales son muy altos”, dijo Pablo Waismman, quien hace cuatro meses es el intendente de Sierras de las Quijadas.

 

En el estacionamiento comienza formalmente la visita. Por medio de senderos bien demarcados los visitantes tienen la opción de hacer dos caminos: uno que recorrerá los miradores y que dará la posibilidad de contemplar a la distancia el paisaje y que ocupará unos 45 minutos. El otro es más profundo y permite ver los farallones –las construcciones de unos 400 metros de altura que representan las imágenes más características del lugar–. Llegar hasta ese punto requiere cuatro horas de caminata y un espíritu aventurero que no todos tienen.

 

Conscientes de eso, las autoridades del parque no recomiendan a todos los visitantes arriesgarse a hacer ese trayecto. Las temperaturas en verano son muy altas y en invierno severamente bajas; las construcciones sedimentarias están en constante desprendimiento y eso puede causar un serio accidente. Por eso, la única forma de descender a la grieta mayor de Las Quijadas es con un guía que conozca el sitio y que indique horario conveniente, ropa aconsejada y la forma de hidratarse.

 

Por su parte, el recorrido más convencional, más corto, es un deleite a los ojos, suficiente para dimensionar la belleza natural del lugar. Desde las alturas se puede observar a lo lejos un sitio llamado “Potrero de las Aguadas”, donde están los farallones; un bosque de quebracho que contiene una frondosa vegetación; un río seco que es conducto de agua en época de lluvia; y un sector, sobre el este del parque, donde están los vestigios arqueológicos que también hacen particular al parque puntano.

 

La característica que los conocedores del lugar más destacan es el suelo débil, que permite que las huellas se marquen con facilidad y con una claridad que evidencia hasta el logotipo de la empresa fabricante del calzado.

 

Otro de los sectores a los que se puede llegar si se hace el trayecto más accesible es el que está destinado a la flora que crece en el lugar. Es tan fácil recorrerlo que es el punto que los guías reservan para los visitantes que van con changuitos de bebé o sillas de ruedas. Entre la mucha vegetación que hay en las sierras (cactus, algarrobos, quebrachos y jarillas), la considerada endémica es la chicha, dueña de una madera durísima.

 

 

Un lugar único

 

Un parque nacional es un área del territorio argentino que por sus bellezas o riquezas de flora y fauna tiene que ser protegida por el Estado nacional. De allí que se lo considere, en particular al espacio puntano, una suerte de anexo al territorio provincial. La ley estipula tres categorías de áreas protegidas en el país: los parques nacionales –la máxima atracción-, las reservas naturales y los monumentos naturales. En el país hay 58 áreas protegidas, de las cuales 32 son parques nacionales.

 

Una de las principales actividades de los parques nacionales es el turismo. El de San Luis recibe unos 18 mil visitantes al año con mayor afluencia durante las vacaciones de invierno. “Es el momento ideal para visitarlo”, dijo Mónica Guzmán, una de los guardaparques que trabajan en Las Quijadas.

 

Para recibir a los turistas, el parque dispone de un camping que está abierto todo el año y que permite el ingreso de carpas, casillas rodantes y automóviles. De allí, los ocupantes pueden recorrer el lugar pero también salir a otros puntos de la provincia.

 

Por diversos motivos –en su mayoría políticos- la relación entre el gobierno provincial y la administración del parque ha sido históricamente tirante. La llegada de Waismman a la intendencia tiene como objetivo aceitar esos vínculos con la idea de fomentar el turismo en el parque, pero también en otros puntos de San Luis. “Si trabajamos articuladamente va a ser más fácil y vamos a conseguir que tanto el parque como cualquier punto turístico de la provincia se potencie”, dijo el intendente.

 

La primera medida concreta que Waismman hizo desde su llegada fue pedir una reunión con el ministro de turismo de la provincia, Aldo González Funes. “Fue muy productiva, la intención es tener un diálogo más fluido y tenemos la intención de enviarle una propuesta de cooperación”, señaló.

 

Consultado por “Cooltura”, González Funes fue un tanto más frío. “Ellos quieren hacer alguna inversión y que hagamos una explotación conjunta. Les pedí que me hicieran llegar la propuesta por escrito”, dijo el funcionario, quien en la reunión fue tajante con un tema que le preocupa: la comunidad huarpe, que tiene sus tierras muy cerca del parque.

 

“Nosotros pedimos que se done un porcentaje de lo ganado a la comunidad y que le den trabajo a los integrantes”, recordó el ministro, quien se mostró conforme con la idea de hacer un corredor turístico y propuso que incluya a las aguas termales de Balde y San Jerónimo, dos localidades cercanas.

 

 

 

La vida del guardaparque

 

En el Parque Nacional de las Quijadas hay seis guardaparques que se distribuyen en cinco viviendas (dos de los trabajadores son matrimonio por lo que viven juntos) especialmente acondicionadas para los empleados del lugar. Cumplen un régimen de cinco días laborales por semana por dos de franco y las licencias anuales dependen de la antigüedad. Una planificación mensual, obligatoria en todos los parques nacionales del país, marca los tiempos de trabajo.

 

La jefa de los guardaparques en San Luis es Catalina Martínez, una mujer de hablar pausado que llegó a la provincia hace tres meses luego de una experiencia reveladora: casi dos años en la Antártida censando pingüinos y en convivencia permanente con las mismas 17 personas en un clima hostil y un aislamiento casi tibetano. “Sin embargo, volvería a ir”, dijo la mujer.

 

La línea de trabajo que tiene el Parque Nacional de las Quijadas es a seis años, de acuerdo a los valores de conservación. “Nuestra tarea es atender los problemas que surjan día a día, atender al público, hacer tareas de monitoreo, censos de la fauna, recorrer el parque y trabajar con los vecinos para crear una convivencia con el resto de la comunidad”, enumeró Catalina.

 

Al personal estable se suman los brigadistas, cuya tarea fundamental está atenta a la posibilidad siempre latente y destructiva de los incendios forestales. Una tercera categoría son los llamados “guardaparques de apoyo”, gente que vive por la zona y que si bien no tiene estudios en la materia, sostiene su fortaleza en el conocimiento del lugar, un punto clave para la labor.

 

Formados en una única escuela nacional que está en Embalse Río Tercero, hay unos 400 guardaparques recibidos en todo el país, con una formación específica que los habilita especialmente para trabajar en los parques nacionales. “Nuestra tarea –señaló la jefaes de vigilancia, jurisdicción y dominio”.

 

Catalina consideró que hay una gran necesidad de personal especializado debido a la creación de nuevas áreas protegidas y a la demanda que significa tantos lugares para vigilar. Para empezar a estudiar la carrera desde hace algunos años se exige la tenencia de un título relacionado.

 

Es claro que uno de los condimentos indispensables para la función es la pasión. “Nuestro trabajo es un estilo de vida que no sólo lo toma a uno, sino también al grupo familiar. Somos personal trasladable y eso hace que nuestras familias nos tengan que acompañar. A veces vamos a lugares con todos los servicios, pero otras veces no. Y eso complica un poco las cosas”, sostuvo Catalina, quien agradece que la Autopista de la Información provea de internet a su oficina en el parque.

 

Al agua, los empleados la buscan de una cisterna que está a varios kilómetros y la electricidad es provista por paneles solares.

 

Por lo general, un guardaparque no pasa más de dos años en un destino. Mónica Guzmán cumplirá ese plazo en diciembre por lo que sabe que le queda poco tiempo en la provincia. La mujer es parte del matrimonio que comparte la vivienda en el parque y es además madre de dos hijos, uno que comenzará la escuela el año que viene y otro que llegó hace pocos meses.

 

 

El Parque Nacional Sierras de las Quijadas está ubicado a 180 kilómetros de San Luis, tiene poco menos de 75 mil hectáreas y fue creado el 10 de diciembre de 1991.

 

 

Luego de pasar por el Parque Nacional Lanín y el Nahuel Huapi, llegó a San Luis, donde se adaptó de inmediato. “Es una muy linda provincia, de gente muy cálida. Cada vez que tengo franco me voy a la ciudad a hacer las compras y a conocer un poco más”, dijo la mujer que, en plan turista, fue a Merlo, Luján, Quines, San Francisco, San Jerónimo, La Florida, Villa Mercedes y varias otras localidades.

 

Conocedores de muchos puntos del país, los guardaparques que están en Las Quijadas consideran que el lugar que los contiene en la actualidad es especial porque el ambiente que conserva está muy poco representado en el sistema de áreas protegidas en el país. Catalina dijo que el parque es un gran atractivo natural que permite tener una dimensión de la historia geológica. “Aquí hay un reservorio de un ambiente muy particular. Parte de nuestra tarea es difundirla porque cuando alguien conoce algo se apropia de eso y lo conserva”.

 

Ser intendente de un parque nacional es tomar posesión de las cuestiones administrativas, de los recursos financieros y humanos que rodean al lugar. A los 41 años y luego de pasar por parques de Formosa, Chaco y Tucumán, Waismman tomó la responsabilidad en la reserva puntana.

 

Nacido en Buenos Aires y padre de dos hijas en edad escolar, el intendente actual tiene como objetivo levantar la parte turística, revitalizar algunas obras, capacitar a guías que acompañen a los turistas, conseguir algo de cartelería más acorde y mejorar algunos senderos internos. Sin embargo, al funcionario le sorprende el crecimiento que tuvo el parque desde que lo conoció, hace 18 años y cuando era un guardaparque recién recibido. “Cuando vine en aquella ocasión había dos casas nada más”.

 

Ahora, bajo su órbita hay 22 personas –algunas trabajan en Las Quijadas, otros, como él, tienen sus oficinas en el centro- y una tarea importante por delante. El mayor patrimonio con que cuenta Waismman para difundir el parque es el llamado “Circuito de los dinosaurios”, que Las Quijadas comparte con el Parque Nacional “El leoncito”, en San Juan, y el Talampaya, en La Rioja.

 

“Acá la gente tiene la chance de sentirse en contacto con la naturaleza de manera personal. En otros parques se tiene que ingresar con guía sí o sí, acá no es imprescindible, se puede visitar solo. Si alguien quiere pasar tres horas en un mirador y no cruzarse con ningún otro ser humano en su estadía, puede hacerlo”, dijo Waismman, otro guardaparque apasionado que respeta su trabajo tanto como a la naturaleza.

 

LA MEJOR OPCIÓN PARA VER NUESTROS CONTENIDOS
Suscribite a El Diario de la República y tendrás acceso primero y mejor para leer online el PDF de cada edición papel del diario, a nuestros suplementos y a los clasificados web sin moverte de tu casa

Suscribite a El Diario y tendrás acceso a la versión digital de todos nuestros productos y contenido exclusivo