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Mario Rosales; de pesar 107 kilos a ganar en los 10K

Tiene 41 años, es policía y hace 5 años decidió cambiar su estilo de vida. Hoy es uno de los atletas más destacados de San Luis.

Por Maximiliano Molina
| 15 de agosto de 2018
Fue tapa del DXT. Junto a Lucía Juárez, tras el triunfo en la pedrera. Foto: El Diario.

La mañana del 19 de agosto de 2013 es una fecha inolvidable para Mario Rosales (41 años). Tras levantarse, intentó cortarse las uñas de los pies y su panza no se lo permitió. La balanza en ese momento acusaba 107 kilos, muy por encima de su ideal, ése que tenía en la juventud, cuando el atletismo era su pasión y subía al podio una y otra vez. "No lo olvido porque era el cumpleaños de mi hija. Me hizo ruido eso que me pasó. Imaginate, luego arrancamos con asado, más tarde pizzas sumado a lo que tomamos", recordó.

 

Pero esa misma tarde vio una publicación sobre la Maratón de Buenos Aires. "Faltaban dos meses para los 42K y le dije a Luisa (NdR: su esposa, también atleta): voy a correr esa carrera".

 

Sus inicios en el atletismo

 

Mario Rosales se crió en General Pico, La Pampa. Y en su niñez y preadolescencia hizo toda clase de deportes. Hasta que se enamoró de uno. Así lo cuenta:

 

"Tenía un compañero que faltaba mucho a la escuela y era porque viajaba por todo el país gracias al atletismo. Entonces me interesó la idea de hacer el deporte y también de viajar,  ya que yo había salido muy poco de mi pueblo por una cuestión económica. Un lunes me presenté ante Félix Martín, mi primer entrenador, y arranqué. Esa semana tuve un control y el sábado corrí mi primera carrera. Y gané en 800 m y 1.500 m. A los seis meses me eligieron para integrar el Seleccionado Pampeano para ir a un Nacional".

 

En ese momento, Mario y Angélica, sus padres, pusieron en venta su casa en la ciudad pampeana con la firme decisión de venirse a vivir a San Luis. "Yo no quería saber nada con mudarme. Tenía 14 años. Allá estaban mis amigos y también pensaba en el atletismo, con quién entrenaría. Pero se dio".

 

Llegó a tierra puntana y su primer entrenador fue Roberto Otero  en la pista del Ejército. "Después tuve la suerte y dicha de conocer a Jorge Niño. Fui uno de los primeros atletas que entrenó. Siempre le digo que fui su conejillo de Indias. Él se fue a Cuba a perfeccionarse y me entrené solo un tiempo. Fui a un Nacional y alcancé el subcampeonato argentino en los 800 m con récord provincial y también gané los 1.500 metros. Volvió Jorge, entrenamos un tiempo más y logré 1'56" en 800 metros".

 

Con 17 años, cada vez se hacía más cuesta arriba viajar a competir por el país. Pero de una u otra manera se las rebuscaba. "Salía con una bandeja de empanadas y también vendía zapallitos. Así juntábamos plata para viajar con otra atleta, Mariela Jara; después quedé solo. Luisa, que fue mi primera novia —y actual esposa—, también me ayudaba. Pasó varias veces que el colectivo salía a las 9 de la noche y yo a las 8:30 andaba cobrando las empanadas. Hasta que hubo un momento que no se pudo más".

 

Su papá era albañil, la mamá ama de casa y Mario debió salir a trabajar para ayudar en la economía familiar.  "Empecé en una estación de servicio y luego entré a la Policía. El día que dejé de correr fue un dolor grandísimo para mí. Entonces me alejé completamente. No quería ni acercarme a donde había carreras. Si veía una de lejos, doblaba una cuadra antes. A su vez fumaba, tomaba y comía. Y no paraba de engordar".

 

El regreso soñado

 

Tras aquel día en que decidió volver a correr, Mario comenzó a entrenar a conciencia para llegar de la mejor manera a los 42K de Buenos Aires. "Antes de irme a la carrera fui a verlo a Jorge Niño. Y le dije: 'Si llego a la meta, quiero que me vuelvas a entrenar'. Y él me respondió, 'bueno, pero si llegás'. Corrí con Luisa y la terminamos. Después estuve una semana sin poder caminar".

 

Al lunes siguiente, Mario se presentó en la pista del Ejército ante el entrenador Niño. "Recuerdo que él a modo de chiste gritaba, 'saquen la rueda de tractor negra de la pista. Y era yo que estaba con mis 100 kg' (risas). Hicimos un plan súper exigente y al mes tenía 15 kg menos".

 

Rosales hace una pausa en su relato y no quiere pasar por alto una charla con Niño que lo marcó y le dio aún más fuerza. "Me sentó en una oficina y me hizo ver la realidad. Que estaba muy ocupado con atletas de elite: Leandro Paris, Juliana Menéndez, etc. Y me dijo 'te di un entrenamiento para que entendieras que tu tiempo ya pasó. Pero no hubo un día que fallaras, en que te quejaras, en que dijeras que algo te dolía'. La realidad era que me dolía todo pero yo seguía. Y me dio todo el apoyo para que continuara".

 

Y por supuesto, siguió entrenando fuerte y llegaron los triunfos. "A mí me apasionaba la media distancia. A los 6 meses de entrenar con Jorge me lleva a un torneo en Mendoza. Corrí la primera carrera de 800 m con una objetivo de 2'15" pero salió 2'06". Me ganaron por un segundo. Y empezamos a trabajar con ese tiempo".

 

Los últimos años fueron de mucho trabajo. Consiguió grandes logros a nivel provincial, nacional e internacionales, como el triunfo en 800 m y 1500 m en el Campeonato Sudamericano Master en Santiego de Chile, en donde además fue escolta de la Selección Argentina. "Otras dos carreras especiales fueron los 10K en A Pampa Traviesa este año. Salí tercero y logré una gran marca; y los 5K en General Villegas, en donde bajé los 16'. Eso fue un sueño".

 

Pero "El Lince" Rosales no se conforma. "A fines de agosto correré la Media Maratón de Buenos Aires y quiero bajar la 1h15'". Como no creer que puede lograrlo si ya demostró que todo es posible.

 

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