Cierran con un partido el primer año de rugby en la Penitenciaría

Uno de los jugadores vestía una camiseta negra, el otro una celeste y blanca. Los dos se enfrentaron en una tarde calurosa en la Penitenciaría de San Luis, un escenario poco habitual para realizar un partido de rugby. Uno de ellos juega en Los Teros y justo a su lado, como compañero tenía a alguien de Chancay. Ambos, habitualmente, son contrincantes acérrimos, pero esa tarde jugaban juntos. En frente del portador de la pelota estaba listo para recibirlo un pibe que está preso, que lo esperó, se agazapó, lo tomó de las piernas y lo derribó. Celebró ese tackle como una hazaña.

El muchacho alto de movimientos eléctricos, un poco rubio, un tanto desgarbado estaba contento por la acción y por ser parte de Los Redimidos, el equipo de rugby que entrena en la cárcel desde hace un año.

Como cierre del 2018, un equipo conformado por jugadores de varios clubes de San Luis fueron hasta la Penitenciaría, allí realizaron un entrenamiento en conjunto y finalmente un partido. Dentro los esperaba un combinado que nació bajo el ala de la Fundación Espartanos y que con una decena personas le dieron forma a un grupo de pibes que dejaron que los atravesara de lleno el deporte para intentar mejorar sus vidas y no recalar en las mismas conductas que los pusieron en el penal.

Fundación Espartanos es una organización sin fines de lucro y que busca bajar la tasa de reincidencia delictiva a través la integración y acompañamiento de personas privadas de su libertad a través del rugby.

 

Entrenadores y preparadores físicos explicaron que hubo que trabajar en cada una de las destrezas como pases, carreras, tackles, pero también en acciones de conjunto como line, la defensa y que el progreso se consiguió dada la disciplina que demostraron los jugadores.  

Fueron dos horas. El patio de deportes se transformó de una cancha rodeada por alambres y torres de vigilancia, un espacio en donde se celebró un encuentro entre dos mundos que sustentados en prejuicios, parecían chocar.

Al finalizar el partido, el mismo flaco desgarbado, eléctrico que celebró el poder detener a un contrincante pidió la palabra en la ronda final. Los miró a todos y le dio gracias, por acercarse, por ayudarlos. Dijo que estaba contento, muy contento y que por algunas horas pudo ser libre de “acá” y con el dedo índice se señaló la cabeza a la altura de la sien.

Hubo muchas palabras, muchos agradecimientos y alguien hizo correr el rumor de que uno de los jugadores de Chancay cumplía años, por eso cantaron, se abrazaron y se volvieron a agradecer.

Cumpliendo con una de las tradiciones de este deporte, armaron un tercer tiempo con todo. Hubo choripanes, anécdotas, saludos más agradecimientos.

Una banda, de personas privadas de la libertad, le puso música para cerrar una celebración.

Los protagonistas 

Rafael Berruezo es uno de los impulsores del proyecto que permitió que el rugby entrara a la Penitenciaría de San Luis y explicó que pudieron cerrar un 2018 formidable. Berruezo es abogado y uno de los nexos con la Fundación Espartano que dio el puntapié inicial en Buenos Aires para usar este deporte como un elemento de reinserción y desarrollo para las personas privadas de la libertad. “Redimidos es un grupo de internos con ganas de practicar un deporte que les va a cambiar la vida y creo que ellos ya lo están advirtiendo”, dijo. Además explicó que se trazan como objetivo para el 2019 tener un grupo de 30 internos de manera permanente realizando este deporte. 

Juan Campos, el jefe del Área de Deporte y Recreación del Servicio Penitenciario Provincial, hizo gala de una gran sinceridad. “Estamos sorprendidos, en mi caso personal, con una satisfacción enorme porque sinceramente no confiaba en el gran efecto que causó el rugby en los internos. Se daba un prejuicio, el tabú de que el rugby era un deporte de 'chetos' y muchos de los internos lo veían igual, pero con el trabajo que se realizó nos dimos cuenta que estábamos equivocados ya que los resultados fueron muy satisfactorios”.

Sobre como evidenciaba la mejora, dijo que se utiliza el deporte como un factor de educación. “Muchos internos están acá por no aceptar las normas o condiciones que impone la sociedad, nosotros tratamos de enseñarles a que respeten las reglas, el autocontrol y la disciplina como la que obtuvieron con este deporte”. 

Luis Odorizzi es uno de los jugadores de Chancay y también, como en la cancha, fue de frente y directo: “Estaba un poco dubitativo por la experiencia porque uno tenía otra imagen de estas cosas y la verdad es que se encuentra con un gran grupo humano”, reconoció y dejó un análisis de los otros jugadores en aprendizaje: “Tienen lo básico para este deporte, que es la actitud y el interés por descubrirlo y que es el punto de partida que debe tener un equipo en formación”. 

Cerró con una reflexión y aseguró que “los valores pueden ayudar a que la gente pueda tomar mejores decisiones o bien animarse a hacer cosas que antes no hacía por prejuicios”. Justamente como los prejuicios con los que entró a la  Penitenciaría, pero que derrumbó a fuerza de tackle y empuje. Se encontró con otros pibes a los que les empezaba a gustar un deporte que él ya ama. Se fue contento, descubrió un gran grupo humano.