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Llegó el momento de hacer florecer la huerta

El arribo de la primavera es una buena oportunidad para iniciar o renovar los cultivos domésticos. Para ello, hay que tener en cuenta desde el diseño hasta el buen aprovechamiento del espacio, el sol y el agua.

Por Juan Luna
| 06 de octubre de 2019
Colores. En esta estación, se pueden hacer otras especies, como el tomate o el pimiento.

El invierno ya se despidió y de a poco también se alejan sus bajas temperaturas. Ahora, junto a la primavera llega la hora de echar mano a las huertas en los hogares para renovar las especies y hacer mejoras, pero también la oportunidad para quienes aún no tienen cultivos se animen a empezar de una vez por todas.

 

Los beneficios de producir alimentos en las casas son múltiples, y van desde ayudar a mejorar la salud de los consumidores hasta aliviar las economías familiares, que están bastante castigadas últimamente. Porque la crisis que lastima al país y que hace que el poder adquisitivo sea cada vez más pequeño, genera un efecto contrario en la horticultura: cada vez hay más personas que quieren iniciar o renovar su chacra.

 

La revista El Campo hizo un compendio de las principales recomendaciones y consejos que dan los especialistas a la hora de desarrollar un emprendimiento de este tipo, sobre todo con los parámetros que hay que tener en cuenta en la temporada que recién comienza y que se extenderá hasta que se vaya el verano, en marzo de 2020.

 

 

La importancia del diseño

 

La semana pasada hubo una capacitación en Villa Mercedes en la que repasaron los aspectos más importantes para planificar una huerta en esta estación del año. La gran cantidad de personas que asistieron fue la demostración de que el tema interesa y mucho.

 

Un público muy participativo abrumó con preguntas y consultas al ingeniero Ángel Pelaitay, quien trabaja en el asesoramiento de este tipo de cultivos hogareños desde 1995. Pero más allá de las inquietudes particulares de los huerteros, hubo algunos conceptos que son claves para trasladar a todos los casos, independientemente de la escala y de las pretensiones de sus dueños.

 

El primero de ellos es la necesidad de realizar un diseño bien pensado. Antes de lanzarse a la aventura de sembrar, el agrónomo aconsejó tomarse el tiempo de entender cómo actúa la naturaleza en la superficie elegida. De esa forma, se puede tener una noción clara sobre en qué partes hay mayor cantidad de horas de sol, en qué sectores hay mayor humedad, e incluso cómo es la interacción de los humanos con esas porciones del terreno, entre otras cosas.

 

“Es fundamental diseñar un sistema que sea sustentable en el tiempo”, advirtió. En ese aspecto, hay que tener una idea de cómo evolucionarán las plantas una vez que crezcan y, en función de ello, planificar a qué distancia estarán unas de otras y cuántas semillas podemos sembrar.

 

Pero ese diseño no debe realizarse únicamente con un criterio técnico, sino también hay que tener en cuenta el rol social que cumplirá el cultivo, porque “hay que considerar que el hombre es parte de ese ecosistema”, planteó Pelaitay.

 

Así, si quien tendrá que cosechar es un adulto mayor, lo ideal será ponerlo en altura para que no tenga que agacharse tanto, por ejemplo. Por eso recomendó dejar caminos para que las personas puedan transitar por el terreno y disfrutar de los patios, sin pisar ni dañar los vegetales. Un error muy frecuente es hacer canteros muy grandes que después no se pueden controlar.

 

Otro factor importante es la delimitación de la huerta, algo que no siempre los novatos se ocupan de hacer. Pelaitay dijo es que es una regla fundamental para marcar el inicio y el fin de la superficie de cultivos, pero también para protegerlo de los animales e incluso de las personas.

 

Para hacer un límite se pueden utilizar chapas, tarimas de madera, alambres, hasta camas viejas, solo hay que usar un poco el ingenio. Pero también el cerco puede estar hecho de plantas aromáticas (como el laurel o el burrito, por ejemplo), lo que traería otros beneficios además de marcar una frontera, porque generan una barrera natural contra los vientos fríos e incluso limitan el paso de insectos.

 

Es que hay un concepto básico para aplicar y lograr una huerta agroecológica: la biodiversidad. Es decir que a través del uso de diferentes especies naturales y la planificación de los cultivos se puede reemplazar la acción de productos químicos. Y la variedad no solo debe existir dentro de toda la huerta, sino al interior mismo de cada cantero.

 

Porque el uso de diferentes especies genera una diversidad de olores y colores que confunde a los insectos y hace que las plantas se protejan entre sí. Una de las más útiles para este fin es la ortiga, que intercalada entre otros plantines, tiene un gran poder repelente. Incluso las leguminosas, como la alfalfa, la vicia o el trébol, también son muy útiles.

 

El espacio es una de las grandes preocupaciones de quienes pretender iniciar una huerta por primera vez: ¿dónde hacer los cultivos? Con un poco de imaginación, las posibilidades son muchas. No necesariamente tienen que tener forma rectangular o cuadrada, hay ejemplos de lotes circulares o que se adaptan de forma irregular al terreno disponible en los patios. Otra opción es utilizar baldes o tachos para sembrar, si el suelo no es el indicado. Hasta existe la posibilidad de utilizar los techos y las terrazas, o hacerlos con una orientación vertical en las paredes, con las plantas colgadas.

 

Lo que, en principio, no hay mucha forma de modificar es el suelo del que dispone cada hogar. “Es el que tenemos, y ahí tenemos que sembrar”, dijo el agrónomo. Pero hay herramientas naturales para mejorar sus nutrientes sin recurrir a ningún tipo de fertilizante químico.

 

El compost, que juega un papel clave, es una preparación que se hace a través de un proceso en el que se transforman los residuos orgánicos que se generan en el hogar en un abono natural.

 

Para ello, hay que comprar o fabricar una compostera, un recipiente que puede ser abierto como un corral o cerrado como un tacho, que debe estar ubicado en algún espacio con sombra del jardín.

 

Allí se arrojarán los restos de frutas, verduras, cáscaras de huevos, saquitos de té, rollos de papel de cocina, entre otros desperdicios, además de hojas secas, el césped cortado, ramas y arbustos. Con determinadas prácticas y manejo, esa mezcla luego se podrá utilizar para fertilizar el suelo.

 

 

 

En algunos hogares rurales en los que crían animales, también aprovechan el guano de gallinas u otros tipos de estiércol como abono para que las plantas crezcan sanas y fuertes.

 

 

Aprovechar los recursos

 

El agua es otro recurso vital para cualquier cultivo, pero sobre todo en los hortícolas, que requieren del riego diario para subsistir, más aún con la llegada de los calores.

 

Aunque en la mayoría de los hogares se utiliza la manguera, hay una gran cantidad de posibilidades para hacer más eficiente el uso del recurso. Desde aspersores hasta el riego por goteo, en el que se aprovecha mejor cada gota.

 

Pero una buena idea es almacenar la lluvia y disponer de lo recolectado cuando sea necesario. La práctica se conoce como cosecha de agua y se realiza colocando tarros en los techos o en el lugar más elevado de la casa.

 

La llegada de la temporada de primavera-verano asegura mayores períodos de luz solar y la posibilidad de que crezcan frutales y hortalizas de fruto como zapallos, zapallitos, pepinos, sandías, melones, tomates, berenjenas, pimientos, porotos y maíces. Asimismo, prosperan otras especies como albahaca, acelga, batata y papa.

 

Sin embargo, no todas las plantas requieren de la misma intensidad ni el mismo tiempo de luz. Por eso, es bueno ubicar las hortalizas de fruto en las zonas más soleadas de la huerta, mientras que las de raíz se adaptan a un sector intermedio. Las de hoja, en cambio, son las que necesitan menos luz y permiten aprovechar las partes del terreno con más sombra.

 

Cada especie tiene su propio tiempo de desarrollo, y hay algunas que pueden demandar más de cien días en empezar a dar sus frutos. El cuidado diario, la remoción de las malezas y paciencia, serán claves para llegar a la cosecha con éxito.

 

Pero la idea de hacer cultivos agroecológicos no solo se refiere a aprovechar bien los recursos para producir los alimentos sin utilizar productos químicos, sino también al circuito que transitará todo lo que se genera la huerta.

 

Una buena idea, por ejemplo, es el intercambio de semillas que hacen las personas que tienen hortalizas, que se contactan entre sí y se proveen de las especies de las que no dispone el otro. Hay quienes incluso se animan a cambiar verduras logradas por otras, pero es menos frecuente.

 

Además, siempre ayuda a la economía de los hogares darle valor agregado a las cosechas, a través de la elaboración de dulces o conservas.

 

Porque en definitiva, la huerta pasa a ser un componente más en la vida de las familias, que no solo permite reducir los costos en la compra de alimentos, sino que también las acerca más a la naturaleza y ayuda a que las ganas de progresar florezcan como la primavera.

 

 

La apuesta por los cultivos

 

Desde el año pasado, el Gobierno de la Provincia hizo una apuesta muy fuerte a las políticas de fomento, entre ellas a la producción de hortalizas en los suelos puntanos.

 

Ahora es el plan "Una familia, una huerta", pero no fue el primero que estimuló la elaboración de frutas y verduras. Ya habían entregado parcelas a familias bolivianas y criollas para que las cultiven y vendan productos frescos, a un precio accesible, a los consumidores sanluiseños.

 

La Feria de Pequeños y Medianos Productores fue otra iniciativa que contribuyó a que muchos huerteros tuvieran un lugar en el que ofertar sus cosechas, ya que la falta de un mercado es una de las limitantes más grandes contra las que chocaba el sector en sus intentos de crecer.

 

También las escuelas fueron espacios en los que ya promovían la realización de huertas, como una forma de aprendizaje para los alumnos pero también como un fomento a la cultura del esfuerzo y de la alimentación sana.

 

Sin embargo, la diferencia del nuevo plan fue que promovió que los sanluiseños puedan desarrollar los cultivos en sus propios hogares.

 

Para ello, lanzaron una masiva entrega de plantines, árboles frutales y plantas aromáticas, por todos los rincones de la provincia. Al mismo tiempo, realizaron capacitaciones para brindarles a los beneficiarios las principales pautas a tener en cuenta para hacer los trasplantes y las siembras.

 

En una primera etapa, ya entregaron los kits frutihortícolas a más de 41.000 hogares en los nueve departamentos de la provincia y 6.500 familias recibieron sus bandejas con plantines de la temporada otoño-invierno.

 

El Ministerio de Producción retomará los repartos a partir del 18 de octubre, para los que ya están inscriptos y aún no recibieron su kit.

 

Para ello, en el predio de Sol Puntano ya comenzaron con la producción de las especies de la temporada de primavera-verano, que incluirá 64 ejemplares de variedades de tomate, pimiento, berenjena, remolacha, lechuga, acelga y repollo. La bandeja estará acompañada de semillas de sandía, melón y zapallo para siembra directa.

 

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