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Era imposible salvar a un hombre que fue apuñalado, dijo un médico

Ayer inició el juicio por el asesinato de Alejandro Rojo en un incidente de tránsito ocurrido en 2017. El cuchillo penetró en el corazón, refirió Ricardo Torres. La víctima, además, presentaba lesiones de defensa. 

Por redacción
| 20 de noviembre de 2019
Hermano y testigo. Juan Marcelo Rojo le aseguró al tribunal que los hombres del Gol Trend iniciaron la agresión. Atrás de él, Guardia y sus abogados. Fotos: Martín Gómez.

Ante una sala colmada de público, Camilo Andrés Guardia, el hombre al que comenzaron a juzgar ayer por haber matado a José Alejandro Rojo durante un intempestivo incidente de tránsito, en San Luis Capital, dijo que no iba a declarar. Si lo desea, puede hacerlo antes que concluya el debate, posiblemente esta semana. Quienes sí dieron testimonio fueron la esposa y el hermano de la víctima —este último también estuvo al momento del hecho—, un policía del Departamento Homicidios que trabajó en la instrucción de la causa y el médico legista Ricardo Torres, quien afirmó que Rojo no se podría haber salvado con una herida de tal envergadura en el corazón. 

 

Si bien Guardia optó por no hablar, la secretaria de la Cámara del Crimen 2, Adriana Lucero Alfonso, leyó la ampliación de la declaración indagatoria, en la que el acusado refirió que aquel domingo 15 de octubre de 2017, antes de las 8 de la mañana, circulaba por Aristóbulo del Valle hacia el este cuando en proximidades del semáforo del cruce con Don Bosco, otro conductor le tiró el auto encima y él lo pasó. Guardia conducía un Volkswagen Gol Trend blanco que es de su padre, y Rojo manejaba un Peugeot. 

 

Según el relato del acusado, él estaba parado en el siguiente semáforo, el de Aristóbulo y la avenida Sucre, cuando el conductor del otro vehículo, Rojo, se bajó, lo increpó y le dijo “te voy a matar”, e inició después una pelea en la que, además de ellos, intervinieron sus respectivos acompañantes. Rojo iba con su hermano Juan Marcelo Rojo, y Guardia, que es taxista, con un colega, Alberto Amado Saá. “Ellos nos agredieron a nosotros. Nunca los había visto”, dijo el acusado en la ampliación de la indagatoria.

 

Según el testimonio de Juan Marcelo Rojo, los atacados fueron ellos. Contó que aproximadamente a las 6:30 su hermano (que venía del baile de Luis Soloa) fue a su casa, en la calle Francia, porque tenían previsto ir al campo a pasar el Día de la Madre, y él había quedado en encontrarse a la mañana temprano en el cementerio con su hermana, quien ocho meses antes había perdido a su hijo en un accidente. Iban al encuentro con ella cuando se produjo la agresión, explicó. 

 

Narró que en el semáforo de Don Bosco y Aristóbulo, el conductor del Gol Trend no arrancó al pasar a luz verde, por lo que su hermano le tocó bocina dos o tres veces y después hizo marcha atrás y lo pasó. Después, “el conductor del Gol Trend nos tiró el auto encima y en Aristóbulo del Valle y Sucre mi hermano se bajó, para ver si era un conocido que le estaba haciendo una broma”, dijo. Ante preguntas negó que su hermano haya descendido con un cuchillo en mano y conocer a los ocupantes del otro vehículo. 

 

Él se trenzó en lucha con Saá, y su hermano, con Guardia. Recién cuando vio a su hermano en el costado del Gol Trend se dio cuenta de que estaba herido. Luego Alejandro se desvaneció y dos taxistas que pasaban lo ayudaron a subirlo al Peugeot, que él condujo hasta el Hospital San Luis, donde murió poco después. Cree que, asustados al ver a su hermano bañado en sangre, Guardia y Saá escaparon. 

 

Torres, quien fue parte del Cuerpo Médico Forense del Poder Judicial y está jubilado, dio cuenta ayer del informe que le envió al juez subrogante 2, Marcos Flores Leyes, con base en la autopsia que practicó horas después del homicidio. 

 

La herida que causó la muerte, según dijo Torres, fue aquella que perforó el ventrículo derecho del corazón y ocasionó los tres procesos que, combinados, derivaron rápidamente en la muerte: un shock hipovolémico (una profusa pérdida de sangre), la fibrilación ventricular y el atrapamiento cardíaco. Tenía, además, otros cortes en los brazos, que fueron lesiones de defensa. 

 

Estimó que la sobrevida se extendió por no más de 15 o 20 minutos y que salvarlo “era imposible”, ya que un cuadro así exigía una inmediata cirugía torácica, para la que hay que anestesiar. “No llegaba”, manifestó. 

 

El médico calculó que el arma cortante que causó esa lesión en la tetilla izquierda atravesó “piel, tejido subcutáneo, músculos pectorales; entró por el espacio intercostal, perforó el pericardio y la víscera cardíaca”, enumeró, por lo que cree que la hoja “tuvo un ingreso de unos 10 centímetros o poco más”. 

 

Sin dudas, el testimonio de Stella Maris Quiroga, la viuda de la víctima y madre de dos de sus hijos, tuvo una carga altamente emotiva. Si bien ella no estaba con su marido cuando fue el crimen, contó lo que le comentaron después sobre el hecho y recordó que se había comunicado con él, ya que Rojo y su familia tenían programado ir esa mañana al campo de sus padres. Confesó que aún no puede entender y no halla respuestas a lo que sucedió.

 

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