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Pidieron 15 años de cárcel para un acusado de abuso que huyó a Brasil

Si bien está de acuerdo con los fundamentos de la fiscal, el abogado de la víctima solicitará una pena más alta. 

Por redacción
| 19 de diciembre de 2019
En el aeropuerto. El pasado 27 de noviembre, Solari arribó a San Luis.

A casi un mes de su extradición de Brasil, adonde escapó en mayo pasado cuando supo que había sido procesado con prisión preventiva por las violaciones  que padeció su hijastra cuando era niña, Gastón Solari tuvo un nuevo revés. La fiscal de Instrucción 1, María Eugenia Zabala Chacur, solicitó que la causa se eleve a juicio y pidió que Solari, de 41 años, sea condenado en esa instancia a 15 años de cárcel. La querella tiene la expectativa de que en 2020 se celebre el debate oral.

 

La representante del Ministerio Público Fiscal consideró que las conductas del acusado se encuadran en un “Abuso sexual con acceso carnal, agravado por mediar una situación de convivencia preexistente”, y que estos hechos fueron reiterados.

 

El abogado que representa a la damnificada, Santiago Calderón Salomón, le dijo ayer a El Diario que está de acuerdo con los argumentos que la fiscal expuso, fundamentalmente en lo referido al daño psicológico a la víctima, mas no así con el monto que pidió, y adelantó que solicitará que al  momento de la condena se le  dé  una pena mayor.

 

“Ahora, con esto, se cierra una etapa del proceso. Pero creemos que es importante el factor de la peligrosidad que ha demostrado Solari a nivel social, al violar las dos órdenes de restricción y al fugarse”, explicó el abogado, señalando así cuál será el basamento de su pedido.

 

Según lo que ha podido reconstruirse en el expediente bajo la coordinación del juez Penal 1, Marcos Flores Leyes, los ataques contra la integridad sexual de la menor ocurrieron entre 2010 y 2012, es decir, cuando la nena tenía entre 9 y 10 años y Solari estaba en pareja con la mamá de la víctima. Los tres convivían en la ciudad de La Punta.

 

La fiscal también refirió, en base a lo manifestado por la adolescente en la Cámara Gesell, que todos los abusos —ella refiere que se dieron en tres o cuatro oportunidades— sucedieron cuando su madre estaba en el trabajo.

 

El primero fue cuando Solari estaba con una licencia por presunto estrés laboral, por lo que no estaba yendo a su empleo, en una tarjeta de crédito. Él aprovechó que ese día la niña no fue a la escuela, porque estaba descompuesta. 

 

En todas esas ocasiones, Solari se valió de amenazas para lograr su propósito y garantizarse el silencio de la víctima, según la acusación. Le decía a la criatura que no le fuera a decir nada a su mamá, o mataría a la mujer.

 

 

Temor imposible de vencer

 

Al respecto, la fiscal tomó en consideración que la denunciante y expareja de Solari también ha sido víctima de maltratos y golpes y la chiquita lo sabía, de tal forma que esas amenazas recurrentes, habituales, “unidas a los hechos de violencia que se vivían en el hogar, infundían un temor en la niña, imposible de vencer”.

 

La denunciante estimó que su relación con Solari se extendió por un año y medio o un año y ocho meses. Pero fue recién en octubre de 2017 cuando la adolescente pudo hablar de lo ocurrido años atrás. Apenas lo supo, la madre fue a la Justicia e hizo la denuncia.

 

Después, ratificó sus dichos e instó la acción penal, iniciando un proceso que incluyó la entrevista en Cámara Gesell a la joven  y también el examen ginecológico, que fue realizado por la pediatra del Poder Judicial, Vanina Ferroni. En ambos planos, en lo psicológico y en lo físico, detectaron claros indicadores de abuso sexual, aseveró la fiscal.

 

Al momento de consignar cuáles son los atenuantes y los agravantes que observa, Zabala Chacur consideró “imprescindible valorar a los efectos de la mensura de la pena correspondiente la extensión del daño causado en la niña”. Al respecto dijo que, según los informes psicológicos, “se encuentra en un evidente estado de angustia, que la ha llevado a experimentar en algunas ocasiones intentos de suicidio y demás conductas lesivas para su persona, autoinfligidas”.

 

Pero además, la fiscal refirió que los abusos impactaron negativamente en su concentración y en el rendimiento escolar, de lo cual también hay probanzas. E inclusive todo lo vivido tuvo consecuencias en el vínculo con sus pares. Tras la denuncia, compañeras de la escuela a la que iba la chica tomaron conocimiento de las violaciones, pero no le creyeron y la trataron de mentirosa, generándose así un daño en la esfera social. La adolescente tuvo que cambiarse a otro colegio, por el malestar que sentía y la falta de contención y apoyo.

 

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