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Declaró otra de las hermanas que acusan a su padre por violación

Se presentó pese a las dificultades psíquicas que atraviesa. Dijo que los abusos empezaron cuando tenía 7 años.

Por redacción
| 27 de diciembre de 2019
Tribunal: Aizpeolea, Sabaini Zapata y Flores. El lunes alegarán la fiscalía y la defensa, luego vendrá el fallo. Foto: Martín Gómez.

Anabel M., una de las dos jóvenes presuntamente abusadas durante años por su padre, declaró ayer en la penúltima audiencia del juicio oral contra el acusado, Javier M., y aseguró que desde que cumplió 7 años su papá la manoseaba en las partes íntimas y la sometía a otras prácticas sexuales. Incluso recuerda un episodio en el que el hombre la sometió y ella sintió un dolor agudo en la zona genital, lo que con el tiempo la llevó a entender que en esa ocasión su padre la violó.

 

La crisis emocional que Anabel sufre desde la infancia había puesto en duda la posibilidad de que declarara ante el tribunal que juzga a su padre. Ayer, una vez que la Cámara del Crimen 1 de San Luis terminó de tomarles declaración a los últimos testigos, la joven de 21 años accedió a que la vocal del tribunal, Silvia Aizpeolea, le recibiera el testimonio.

 

Fue en el recinto de la Cámara Gesell, donde habitualmente les hacen la entrevista psicológica a niñas, niños y adolescentes que han sido víctimas o testigos de delitos. Mientras la joven era interrogada por la jueza de Cámara, los otros dos camaristas, Jorge Sabaini Zapata —presidente— y José Luis Flores; la fiscal de Cámara, Carolina Monte Riso; las dos abogadas de las víctimas; el defensor de Cámara, Esteban Sala, y el acusado presenciaban y escuchaban el testimonio desde otro lugar, para que su presencia no incomodara a la testigo.

 

La chica, que al igual que su hermana, Tamara M., ha protagonizado sucesivos intentos de suicidio, dijo ayer que no tiene recuerdos muy claros, pero sí conserva sensaciones e imágenes relacionadas con los abusos.

 

Cuando ella tenía 8 años sus padres se separaron y no entendía bien qué había pasado. Cuando ya tenía 12, tuvo una charla con su madre porque quería saber por qué se había terminado la relación de pareja. “Porque él le hacía a tu hermana cosas que un padre no debe hacerle a su hija”, le respondió su mamá.

 

Anabel, que después supo a qué se refería su madre, dijo ayer que a ella su padre le hacía lo mismo, pero en aquel entonces decidió no contárselo a su madre. No obstante, en aquella época sí le reveló a una compañera de la escuela que su padre abusaba de ella, aunque no le dio detalles, recordó ayer. Cuatro años después, cuando ella tenía 16, en medio de una crisis su hermana mayor decía que no quería vivir más, por todo lo que su padre le había hecho. En esa ocasión, Anabel le contestó “a mí me hacía exactamente lo mismo”.

 

Pero salvo aquellas breves revelaciones, Anabel había decidido no pensar en eso ni hablar de eso. Tampoco se lo ha querido contar a sus terapeutas. Los psicólogos que declararon en audiencias anteriores del juicio han explicado que la víctima ha recurrido a la negación de sus vivencias para que la angustia no la desmorone.

 

Ayer la joven dijo que los tocamientos de su padre por debajo de la ropa empezaron cuando ella tenía 7 años. Unos dos años después fue aquel episodio físicamente doloroso que ahora Anabel identifica como el primer acceso carnal.

 

Quienes vieron ayer a la joven repararon en las marcas que tiene en los brazos: son las cicatrices de las flagelaciones que se ha causado en forma reiterada.

 

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