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Handball: Waldo Pescara dirigirá al Caima Fuerteventura de España

El entrenador debe estar en la isla el 15 de enero. Ya estuvo a cargo de las divisiones inferiores del club. 

Por redacción
| 29 de diciembre de 2019
Entre dos amores. Waldo sostiene con sus manos la camiseta del Caima Fuerteventura. En el hombro tiene la casaca del Club San Luis Handball.

Waldo Pescara transcurre sus últimos días en San Luis entre la ansiedad y la nostalgia. El entrenador de handball debe estar el 15 de enero en España. En Fuerteventura, una de las Islas Canarias ubicadas en el Océano Atlántico, lo espera la primera división femenina del Club Caima. Ignacio Vico, el DT del equipo, renunció a su cargo en noviembre y Waldo fue elegido para tomar el timón del plantel que compite en el Ascenso, la tercera categoría de la Liga Española. En suelo puntano quedará una parte de su corazón: Máximo, su hijo de 12 años, el Club San Luis Handball, que fundó junto a un grupo de jugadores en el 2008, y la Selección Sanluiseña Femenina de balonmano, equipo a cargo de Pescara y Gustavo Wohl, que obtuvo por primera vez el cuarto puesto en los Juegos Binacionales 2019.

 

“No voy a desperdiciar esta oportunidad. Ya estuve cuatro meses (desde enero hasta abril pasado) entrenando a los infantiles, cadetes y juveniles del CAIMA, salimos campeones con todos esos equipos. En el club está mi amiga-hermana Carla García, que es una de las coordinadoras. En principio voy por cuatro meses, porque recién en julio me van a entregar el título de entrenador nacional de balonmano de España. Ese es mi pasaje para poder quedarme a vivir allá. Por eso volveré para recibir mi título y luego retornaré para la temporada siguiente”, contó Waldo.

 

 

—¿Con qué te vas a encontrar?

 

—Caima está en el Ascenso. Para subir a la Liga de Plata (segunda división) tenés que ganarles a los equipos de todas las Islas Canarias y después ir a la península a enfrentar a los que ganaron.  De ahí se juegan las finales. Los dos primeros ascienden a Plata. Iberdrola, es la Primera División. Cuando llegue el equipo ya habrá jugado 3 partidos de la temporada. Conozco a parte del plantel. Mi idea es preparar el equipo para tener un buen campeonato, que absorban mi estilo de juego y para el campeonato que viene empezar a trabajar presentándole un proyecto al club. Mi objetivo es que en cuatro años estemos en la Liga de Plata. Otra idea es hacer un nexo directo con San Luis Handball para que los jugadores puedan ir para allá.

 

 

—¿Cómo juegan tus equipos?

 

—Mis equipos juegan muy rápido, con jugadas predeterminadas, jugadas aéreas, son muy dinámicos en el ataque. Tratamos de no picar casi la pelota para tener más velocidad. Necesitan muy buen estado físico.

 

 

—¿Qué es el handball en tu vida?

 

—Es un modo de vida. Yo vivo para esto, me gusta mucho. La diferencia entre un profesional y un amateur es el cobro. Mi hijo Máximo es todo para mí, pero cuando él juega el handball se convierte en todo. Este año fuimos campeones nacionales con una categoría en la que estaba Máximo. Ahí sentí que era todo.

 

 

—Formaste a James Parker, Joana Bolling, varios jugadores.

 

—Sí. Carla García encontró a Ayelén Rosales, era una nena de 12 años, muy alta y la acercó al club. En un torneo terminó en el arco. Siguió creciendo, fue a jugar a Villa Dolores, a la Selección Argentina, y ahora está en el Porriño. James Parker tenía unos 16 años, iba al colegio San Marcos, me lo mandó el profe de educación física y empezó a entrenar. Cuando Dady Gallardo (entrenador de la Selección) lo vio y lo llevaron a jugar al Club Mariano Acosta, después Polvorines, Selección Argentina, y ahora está en Europa (Benidorm). Joana Bolling jugaba en La Punta. El club dejó de tener femenino, se vino con nosotros y de golpe se transformó: Mariano Acosta (Buenos Aires), Selección Argentina, el Panamericano. Y hoy está en el Aula Valladollid. Pablo Mínguez iba al Santo Tomás, fue de los más pequeños. Tuvo un crecimiento impresionante al lado de James y salió campeón metropolitano con Manuel Dorrego.

 

 

—¿Qué le agradecés al handball?

 

—La oportunidad de ser alguien. He pasado muchas cosas en la vida y le prometí a mi madre que iba a estudiar. Me recibí de profesor de educación física. A partir de eso mi vida cambió y con el handball nos elegimos. Le debo poder seguir aspirando a más. Hoy me toca emigrar para crecer. La distancia con mi hijo y mis afectos es el precio que tengo que pagar.

 

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