SAN LUIS - Sabado 18 de Mayo de 2024

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Un guardaparques puntano pasará un año en la Antártida

Juan Garro, de 30 años, representará a la Administración de Parques Nacionales (APN) en la Base Orcadas. Realizará tareas de investigación científica y conservación ambiental. 

Por redacción
| 27 de febrero de 2019
Garro estudió en la escuela de guardaparques, se capacitó en rescate y trabajó en el Nahuel Huapi por cuatro años. Foto: Gentileza Parques Nacionales.

Un puntano ya está más allá del fin del mundo. Juan Garro, con 30 años, se encuentra en la Antártida, donde representará a la Administración de Parques Nacionales (APN) en la Base Orcadas y llevará adelante tareas de preservación e investigación científica por un año. El 16 de febrero, el guardaparques subió al buque rompehielos ARA Almirante Irizar, en el Puerto de Buenos Aires. Este lunes llegaron a la primera base del continente, “Esperanza”, ubicada en la Península Trinidad. El buque pasó y pasará por varias estaciones “reabasteciendo”, y Orcadas, donde vivirá Garro, es la más lejana de todas, ubicada en la isla Laurie, a 700 kilómetros de distancia.

 

“En principio, llegaríamos el 14 de marzo a Orcadas”, comentó con entusiasmo a El Diario de la República, a través de mensajes de WhatsApp, única vía de comunicación a la que accede por ahora. “Pero todo está supeditado a las condiciones meteorológicas. Dependiendo del hielo, iríamos a la base Carlini y Marambio. Ayer (por el lunes) salimos para la segunda, pero los hielos y el clima no acompañaron”, detalló sobre las temperaturas que en el mar rondan los 2 grados bajo cero y, en tierra, podrían bajar aún más. “Si hay mucho hielo, las lanchas de desembarco no pueden navegar. Y, si hay nubes, los helicópteros no vuelan”, agregó. 

 

En su última parada lo recibirá una dotación de la Armada, de 13 integrantes, y él no será el único visitante, ya que viaja junto a Nahuel Ravina, un licenciado en Ciencias Ambientales de Buenos Aires y dos integrantes de la Fuerza Aérea. Ambos realizarán estudios de plancton, censo de aves, pingüinos y mamíferos, mantenimiento de flora y de instalaciones geodésicas y geomagnéticas. “Lo espero con cautela. Lo más complejo no es el entorno, son las relaciones humanas en un lugar remoto y aislado, sin opción de salir hasta el próximo año”, admitió el guardaparques.

 

La selección por parte de la Administración de Parques no fue fácil. Su falta de antigüedad lo había dejado afuera en un principio. “Sobre la fecha, me dijeron que en base a mi currículum me seleccionaron”, recordó. Y es que Garro se viene preparando hace bastante tiempo para semejante desafío.

 

Nacido en San Luis, vivió en la provincia hasta los 18 años, acompañado por sus padres, Alberto y Graciela. Egresó de la escuela "Bellas Artes", en 2005, realizó cursos de rescate, esquí y estudió en una escuela de guías de montaña en Mendoza. Trabajó a lo largo de la cordillera no solo en la provincia vecina, sino también en Neuquén y San Juan. En 2013, entró a la escuela de guardaparques y, en 2015, lo destinaron a la seccional Tronador en el Parque Nacional Nahuel Huapi, donde se desempeñó hasta que fue notificado, en diciembre del año pasado. “También fui voluntario del Parque Sierra de las Quijadas, una de las mejores experiencias que he vivido”, dijo, recordando sus raíces.

 

“Ser guardaparques me da la posibilidad de hacer un trabajo que te lleva a lugares al que pocos pueden o quieren ir. Y, por otro lado, está cargado de valor tanto en lo social como en lo económico. Asistir a personas que necesitan ayuda bajo cualquier condición, desde una avería de su vehículo hasta el rescate en un glaciar”, remarcó con orgullo. “Y, en lo económico, ayudamos a conservar recursos que son irreemplazables y al turismo que se genera en torno a los parques. Sus recursos son una fuente de ingresos a veces fundamentales y, otras veces, potenciales de las comunidades cercanas. Trabajar para que todo eso se dé es parte del desafío cotidiano”, concluyó sobre lo que lo motivó a una profesión que lo llevó a los confines del mundo. 

 

Garro cumple tareas como parte de un convenio entre Parques Nacionales y la Dirección Nacional del Antártico, que depende del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto de la Nación, establecido desde 1990. Según difundió Parques Nacionales, el acuerdo entre ambas partes tiene por fin “la ejecución de proyectos de investigación, el intercambio de personal, el perfeccionamiento en la conservación de la naturaleza y la facilitación de información científica y técnica”.

 

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