Alexander Fleming (1881-1955) fue un científico británico, que alcanzó reconocimiento mundial por ser el primero en observar los efectos antibióticos de la penicilina. También descubrió la enzima lisozima, y aunque comunicó su hallazgo en el British Journal of Experimental Pathology en 1929, recién en 1945 le fue concedido el Premio Nobel de Fisiología.
Para entonces, millones de vidas habían sido salvadas gracias al descubrimiento del médico escocés, y sus estudios significaron un cambio drástico para la medicina moderna, iniciando la llamada “Era de los antibióticos”.Otros investigadores posteriores aportaron nuevos antibióticos, como la estreptomicina utilizada para el tratamiento de la tuberculosis. La historia de la medicina había dado uno de sus grandes pasos.
El aporte científico de Fleming es doble pues además de descubrir una molécula química (penicilina) también encontró una molécula enzimática (lisozima) con actividad antibiótica. Las enzimas, como la lisozima, y los péptidos antibióticos son componentes naturales de la inmunidad innata de los animales que podrían ser utilizados con fines terapéuticos similares a la penicilina. Por esta razón Fleming puede ser considerado como el primero en descubrir una enzima antimicrobiana.
Desde entonces no hubo en este campo de la medicina un avance de similar magnitud, pero esto puede haber cambiado: la era de los médicos que recetan a sus pacientes antibióticos poderosos mientras esperan los resultados de laboratorio podría quedar pronto en el pasado, gracias a un nuevo dispositivo que arroja resultados en minutos en lugar de días.
El aparato fue inventado por un equipo de la Universidad Penn State, en Estados Unidos, y descrito en un informe difundido en la publicación de procedimientos de la Academia Nacional de Ciencias el 6 de mayo.
Codesarrollado por Pak Kin Wong, profesor de ingeniería biomédica y mecánica, el dispositivo utiliza microtecnología para atrapar células de bacterias individuales que luego pueden verse bajo un microscopio electrónico.
El enfoque permite a los médicos determinar en tan solo 30 minutos si las bacterias están presentes y su reacción al tratamiento con medicamentos, a diferencia del plazo de tres a cinco días que toma actualmente el trabajo de laboratorio.
“Actualmente prescribimos antibióticos aún cuando no hay bacterias presentes”, dijo Wong. “Eso es sobreprescripción. Ésa es una de las cosas que tratamos de resolver. ¿Podemos determinar rápidamente la existencia de una infección bacterial?”, indicó. Los investigadores dicen en el informe que además de ser capaces de detectar si la bacteria está presente, el dispositivo podría clasificar su tipo, determinando si las células son esféricas, alargadas o espirales.
“Este dispositivo determina la existencia, pero no el tipo de bacteria que es. En lo que estamos trabajando es en un enfoque molecular complementario que nos permita identificar a las especies”, agregó.
Luego de hallar la bacteria, la muestra se expone a antibióticos para determinar su resistencia, y en qué casos pueden resultar ineficientes.
“Las infecciones urinarias son las infecciones bacterianas más comunes.Sin embargo, más del 75% de las muestras de orina enviadas a un laboratorio de microbiología clínica son negativas. Descartar o confirmar rápidamente la presencia de bacterias en una concentración clínicamente relevante mejorará de manera drástica la atención al paciente”, explicó.
El equipo solicitó una patente provisional mientras esperan reducir en tamaño el dispositivo para que pueda ser utilizado en hospitales y consultorios médicos. La expectativa es comercializarlo dentro de tres años. Es un nuevo avance para la ciencia médica, uno grande. Quizás comparable al del gran Alexander Fleming.


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