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"Hoy la información se echa a un lado y se prioriza la creencia"

La bióloga Guadalupe Nogués presentó en San Luis su libro sobre la "posverdad", un nuevo fenómeno social. 

Por redacción
| 15 de junio de 2019
Nogués, bióloga con estudios en comunicación , presentó el libro en el círculo médico. Foto: Nicolás Varvara.

De repente, la tierra ya no es esférica, sino que es plana. De a poco, familias en el mundo dejan de vacunar a sus hijos por temor a que perjudique su salud en lugar de protegerlos. Verdades comprobadas por cientos de estudios científicos que, en algunos casos, ya superan este siglo y el anterior son puestas bajo la lupa la mayor parte del tiempo por grupos de personas que niegan dicha ciencia y presentan una verdad alternativa. 

 

La "posverdad" es un fenómeno que ha influenciado el mundo político (con las famosas "fake news" en las elecciones de EE.UU. que dieron como ganador a Donald Trump) y que está comenzando a tener repercusiones a nivel social, como es el caso del movimiento antivacunas. Esto es algo que preocupó a Guadalupe Nogués, bióloga formada en educación y comunicación. Su libro "Pensar con otros, una guía de supervivencia en tiempos de posverdad" fue editado por el proyecto "El Gato y la Caja", que es integrado por científicos, diseñadores y comunicadores e incluye publicaciones en las redes sociales Twitter y Facebook; además cuenta con una página web, ilustraciones y recientemente con la edición de libros impresos.
Nogués presentó su libro ayer en la sede del Círculo Médico en la capital, invitada por la Universidad Nacional de San Luis y el Sindicato de Docentes e Investigadores Universitarios. El texto es fruto de un verdadero temor por parte de la bióloga, respecto a los alcances de la posverdad y de establecer debates sobre hechos ya comprobados.

 

—¿Cómo se te ocurrió escribir sobre la posverdad? 
—El origen del libro es que veo con más frecuencia estas situaciones, en las cuales, aunque algo se sepa bien, la información se echa a un lado y se priorizan las emociones, creencias o lo que piensa el grupo de pertenencia. Y esa situación lleva a sacar conclusiones equivocadas o al menos no las mejores posibles, y significan una amenaza a las que hay que prestarle atención. Pensé en hacer este libro para dar algunas herramientas concretas. 

 

—¿Qué tipo de libro es y con qué fuentes contaste?
—Es una investigación bibliográfica, pensamientos propios y charlas con expertos. Buscamos establecer cómo podemos reconocer la posverdad, cómo no caer en sus trampas y ofrecer posibles soluciones. Tuvimos miradas múltiples: de la neurociencia, políticas públicas, comunicación y hasta la opinión de un filósofo.

 

—¿Cuál sería un caso de posverdad? 
—Como vengo de la biología, a mí me convoca el tema de la salud. Las vacunas son una hermosa herramienta de salud pública, previenen muertes al año, son seguras, no tienen ningún efecto adverso. Pero, aun así, hay personas que desconfían de ellas y deciden no inocularse. ¿Cómo puede ser que sea así con tanta información? 

 

—Sería una verdad como creencia, no como hecho comprobable...
—Se priorizan las emociones. Sale de información que es equivocada y circula en las redes. Las personas terminan tomando involuntariamente decisiones equivocadas, porque en realidad quieren hacer lo mejor para sus hijos, no quieren hacerles daño. Es una situación de posverdad porque hay una verdad práctica que conocemos, sin embargo, hay situaciones que hacen que no pueda ser incorporada.

 

—¿Por qué esto es un problema para la sociedad?
—En este ejemplo de las vacunas, primero es un problema de salud pública concreto de quienes deciden no vacunarse. A su vez, las vacunas son muy "solidarias" porque logran proteger a otras personas al disminuir la circulación de agentes patógenos. 
Ahora bien, en cuanto a la posverdad hay otro efecto. Cuando uno no puede hablar racionalmente sobre un tema, comienzan a surgir dudas no solo sobre ese tema, sino sobre cualquiera. Todo se pone en duda. Posiciones que habían sido claras, comprendidas, de las que se habían tomado buenas decisiones, se ponen en duda. No obstante, tenemos situaciones que no son particularmente dañinas a primera vista, como las personas que creen que la tierra es plana. Pero están convencidas, y ahí el mecanismo de posverdad es muy difícil de postergar porque las creencias son muy fuertes.

 

—¿La responsabilidad es de internet? Uno pone terraplanistas en el buscador y salen cientos de sitios con información errónea...
—En el caso de los antivacunas, los primeros aparecieron cuando se desarrolló la primera contra la viruela. Siempre han existido, la diferencia es que quizás las redes sociales facilitan mucho la distribución de desinformación. Cuando se combina la disponibilidad de la desinformación con estas cuestiones personales de la creencia y las emociones, la persona que prefiera buscar algo que diga que las vacunas son dañinas, va a encontrarlo muy fácilmente.
No sé si es responsabilidad de los buscadores. De mi lado, hay responsabilidad de los medios de comunicación que habilitan esta discusión como válida y no lo es. Hay también responsabilidad de algunas personas, que muy activamente difunden cuestiones que son desinformación pura. 
Tampoco podemos obviar la responsabilidad propia, de cada uno de nosotros, de nuestras creencias, como estamos más o menos expuestos a aceptar una determinada información en función de que creemos o no creemos previamente. Si la información validada, correcta, avalada por la comunidad científica contradice algo que yo creo es mucho más difícil que lo acepte. Ese es un trabajo personal, que tenemos que hacer todos nosotros. Soy amante de las vacunas, pero no me siento inmune a que este fenómeno ocurra en mi. 

 

—¿Qué otros problemas ocurren? 
—Uno de los aspectos más preocupantes es que si empezamos a habilitar estos discursos o por omisión no los contradecimos, de que por ejemplo la opinión de que la tierra es plana es válida, a pesar de los siglos de evidencia acumulada que comprueban que gira alrededor del sol, no solo excluimos la base racional de la discusión, sino que aquellos que piensan de esa forma comienzan a reunirse y creen que existe una validación por el hecho de que son varios. 
Piensan que hay una realidad que es la de ellos y después una realidad de todos nosotros. La sola idea de que hay una especie de realidad alternativa me parece peligrosa y que haya grupos que están discutiendo en base a ella es otro problema, porque nos aislamos, no podemos conversar y sin poder conversar no podemos solucionar dificultades comunes.

 

—¿Y qué hacemos, se puede debatir con estas personas? 
—La idea de habilitar debates con ellos es un arma de doble filo. Públicamente no lo haría. A nivel privado, si yo tengo una persona que cree que la tierra es plana, voy a conversar con ella, tratar de entender ese punto de vista y hablar de manera cordial. Pero no lo haría en un canal de televisión. Hay estudios científicos que muestran que cuando un medio de comunicación habilita estas posturas, que no son equivalentes porque una esta soportada en evidencias y la otra es una opinión de un grupo reducido de personas, termina provocando en la audiencia una confusión. Y ese es un peligro que no se si los medios se están haciendo responsables. Si empiezan un debate de que las vacunas son buenas o malas, como si hubiera algo para debatir y hay personas que comienzan a dudar, hacete responsable.

 

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