Asalto a una distribuidora: un arma y un auto, pruebas clave

No solo Juan Carlos Fredes, el delincuente que, armado con un revólver, encabezó el asalto a la distribuidora “Ferrero y Compañía” el martes a la mañana, disparó contra uno de los dueños del comercio, que se resistió al robo. En la escena del atraco los investigadores  también hallaron la vaina servida de un proyectil disparado con una pistola. Una pericia balística complica a los jóvenes detenidos anteayer, porque demostró que ese tiro fue efectuado con el arma que le secuestraron a uno de ellos cuando lo arrestaron.

De lo que esa y otras pruebas demuestran se podrán defender hoy los dos sospechosos de ser los cómplices de Fredes, Agustín Tomás Márquez, que mañana cumple 21 años, y Oscar Sebastián Garay, de 22. El juez Penal 2 de San Luis, Ariel Parrillis, ordenó que hoy los trasladen al juzgado, para tomarles declaración indagatoria.

Garay fue detenido el miércoles a la tarde en la casa de sus suegros, en la manzana D del barrio Padre Mugica, en el extremo sur de la ciudad de San Luis, al este de la avenida Raúl Alfonsín (ruta provincial 3). A él le secuestraron una pistola calibre .380, cuyo proyectil es similar a uno calibre 9 milímetros.

Mientras algunos policías del Departamento Investigaciones hacían ese procedimiento, en forma simultánea otros de la misma brigada fueron a apresar a Márquez, en la casa de sus padres, en la manzana 43 del barrio Serranías Puntanas, también en la zona sur, pero al oeste de la avenida.

Los investigadores ya habían estado en ese domicilio el martes a la noche. Hasta allí los había llevado la búsqueda de un Renault 9 blanco que, como indicaban testimonios y registros de cámaras de seguridad, era el vehículo empleado por los asaltantes. Y, en efecto, allí estaba el auto. Le pertenece al padre de Márquez, un trabajador al que su hijo se lo pidió, el martes a la mañana, con la excusa de que tenía que llevar a su novia al médico.

La pistola que tenía Garay en su poder y el auto han pasado a ser dos pruebas de peso contra ambos jóvenes.

Antes de dar con el arma, los policías de Investigaciones ya daban por sentado que además del revólver calibre 38 que la víctima le quitó a Fredes (ver "Nada que alegar"), los delincuentes habían usado una pistola. En el playón de entrada a la distribuidora hallaron una vaina servida de un calibre distinto al del revólver. Además, los revólveres no expulsan las cápsulas servidas, en un disparo, pero las pistolas sí.

Una vez secuestrada la .380 en posesión de Garay, una pericia redondeó los fundamentos por los cuales el joven fue imputado de participar en el atraco. Un experto de la Policía Científica hizo un cotejo entre la vaina levantada del lugar del asalto y las que tenía el arma del sospechoso. Analizó las improntas que el mecanismo del disparador dejó en las cápsulas, en cada disparo, y llegó a la conclusión de que el balazo efectuado en la entrada a “Ferrero” había sido ejecutado con esa arma, según trascendió ayer.