15°SAN LUIS - Lunes 06 de Mayo de 2024

15°SAN LUIS - Lunes 06 de Mayo de 2024

EN VIVO

Viajaron a Córdoba guiados por su pasión por los autos clásicos

Este sábado partieron al "Car Fest" en Alpa Corral, Córdoba, un encuentro nacional de autos clásicos.

Por redacción
| 08 de septiembre de 2019
Amor por los fierros. Gálmez junto a su Ford Twin Beam modelo 66, seguido por Funes y su Ford F 100 del 56 y Becerra con una Chevy S10 del 71. Fotos: Marianela Sánchez.

 

Hace 14 años que Carlos Funes trabaja en una camioneta Ford 100 del año 56, de inconfundible color verde agua. Cree que “está 9 puntos” y que no le falta casi nada en su trabajo constante de restauración. El nivel de detalle del chasis lo llevó incluso a que la caja de la pick up implique un entablado de madera barnizada y chapas plateadas en sus escalones. Debajo del capó se ve un motor más moderno. Es un “Hot Rod” como explicó a El Diario de la República, una réplica casi perfecta del vehículo salido de fábrica en aquella década, pero que en su interior conserva el confort de los tiempos que corren, con aire acondicionado incluido.

 

Funes recibió a este matutino ayer al mediodía en la estación de servicio “Bellavista” junto a la Avenida Santos Ortiz. Allí era el punto de encuentro con otros cuatro fanáticos de los fierros de San Luis que se alistaban para ir a Alpa Corral, Córdoba, al “Car Fest”: un encuentro nacional de autos clásicos que ya lleva su undécima edición. Durante dos días, participarán de una reunión con los apasionados de los autos clásicos.

 

“Todos estos fierros viejos nos traen alguna ñañita de sorpresa, pero esperamos tener una buena jornada”, indicó Funes, de 45 años, quien trabaja en una ferretería. En su preparación para la travesía de más de doscientos kilómetros además de su hijo Laureano (de 15 años), lo acompañaban Emanuel Gámez, con una Ford 66 Twin Beam; Agustín Becerra, con una Chevrolet S10 del 71; y su padre Alberto, con una Harley Davidson. Aún no llegaba Javier, que llevaría una Coupe Chevy del 74.

 

No fue un camino fácil para Funes. Hace 14 años vio la F 100 desarmada en un gallinero y, de a poco, comenzó a mejorarla. “Es algo nato, lo traje conmigo, no soy de familia de mecánicos, no lo heredé de nadie”, aclaró. “Salvo la pintura que no la hice yo, toda la mecánica, las adaptaciones que tiene, es todo mío”, afirmó. El motor es un 221 Max Econo con dirección hidráulica. El tablero también es nuevo, ya que el instrumental original era algo impreciso.

 

“Lo más importante es la familia, te tiene que acompañar, soportar, porque las horas que le das a esto se las quitás a la familia”, admitió con su pareja Marta Mendoza a su lado, que le ayudó a cargar la camioneta con lo que necesitarían el fin de semana.

 

Por lo menos los dos últimos años, él no estuvo solo en el taller donde arregla su Ford 100. También lo acompañó Agustín Becerra, quien ajustó una Chevrolet S 10 de 1971. Compañeros de trabajo en la ferretería, afinaron las camionetas hasta la noche anterior a su travesía.

 

“Esta chata está hace muchos años en mi familia. Originalmente se trabajaba con ella, se repartían cosas, se trabajaba en herrería; después, cuando cumplí 17 años y pude sacar el carnet, me la dejé y ahí empezó la locura de meterle mano”, recordó.

 

Aunque siempre trabajó en ella, los últimos dos años fueron fundamentales para la restauración. De hecho, además de una vuelta a la manzana, el viaje a Córdoba sería para él su prueba de fuego. “Estoy con muchos nervios. Está hecha con mucho amor y dedicación”, resumió.

 

La chata fue restaurada en chapa y pintura. También se modificó el chasis para bajarle la altura y colocaron un motor de un Chevrolet 350, que si bien no es el original de seis cilindros, sigue fiel a la marca americana. “La idea es que tenga sus caballitos, que se puede acelerar y disfrutar a la vez”, explicó. En el interior se pueden ver un clásico reloj en la guantera, una radio y dos palancas, una más corta que la otra, para los cambios y la marcha atrás respectivamente.

 

“Disfrutarlo con la familia es una de las cosas que más me gusta.  Soy segundo dueño, todavía tengo contacto con él, es un carpintero. Tenemos una metalúrgica y trabajamos con mi abuelo Américo. Tiene un poco de historia, que hace que todo tenga más sentimiento”, contó. 

 

“Los chicos míos solo le hicieron los escapes”, apuntó Alberto Becerra, arriba de su Harley Davidson. Era el único que se dirigía a Córdoba en dos ruedas, pero experiencia no le falta. Ya jubilado del taller que mencionaba su hijo, hace 40 años que anda en moto, en ocho modelos diferentes a la largo de su vida, de Honda, pasando por Puma, a una Yamaha que aún conserva y con la que recorrió 35 mil kilómetros, entre Uruguay, Chile y Argentina.

 

La Harley que usaba de camino a Córdoba tenía apenas seis años de antigüedad. Becerra contó que la pasión por las motos la obtuvo de su padre Américo, que tenía una icónica británica AJS, de principios de siglo. “Es lo máximo la Harley, el deseo de todo motero es tener una. Es para andar despacio, disfrutar de la vida, uno anda a cien y siente el aire, la pasión de los paisajes”, describió.

 

Un tanto más tímido era Emanuel Gámez, que cerraba el grupo con una Ford 66 Twin Beam. Le llevó cincos años restaurar la camioneta y, como la usa todos los días, la modificó para que funcione a gas. “Uno trata de buscar un vehículo que esté bien de línea, que no esté tan venido abajo y ahí uno empieza”, describió. Carpintero, con su tiempo libre dedicado a su auto, se prepara para ir a Córdoba.

 

LA MEJOR OPCIÓN PARA VER NUESTROS CONTENIDOS
Suscribite a El Diario de la República y tendrás acceso primero y mejor para leer online el PDF de cada edición papel del diario, a nuestros suplementos y a los clasificados web sin moverte de tu casa

Suscribite a El Diario y tendrás acceso a la versión digital de todos nuestros productos y contenido exclusivo