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El rugby, su entorno y sus reglas, en la mira de la sociedad y sus propios protagonistas

El asesinato de Fernando Báez Sosa, golpeado por un grupo de jóvenes que practica este deporte, avivó la polémica. En San Luis la mayoría coincide que no es el rugby el que genera violencia, sino que esta deriva de la falta de límites y de una crisis de valores. 

Por Romina Oddone
| 26 de enero de 2020
Fotos: Shutterstock

En la última semana la sociedad argentina puso en tela de juicio uno de los deportes principales  del país y, sobre todo, a quienes lo practican. Todo fue a raíz del asesinato de Fernando Báez Sosa a la salida de un boliche en Villa Gesell y el recuerdo de otros episodios similares, que terminaron en golpizas y hasta violaciones en manada en manos de rugbiers. Cabe mencionar el caso de Ariel Malvino, quien murió en Brasil en 2006 tras una golpiza que le propinaron tres rugbiers argentinos de la ciudad de Corrientes. También en Brasil, en 2016, cuatro jugadores del club Los Cedros de Los Polvorines, Buenos Aires, atacaron a un policía luego de una discusión en un boliche y le fracturaron el maxilar. Otra pelea violenta fue en 2017 a la salida de un boliche en Rosario, cuando cinco rugbiers del Club Gimnasia y Esgrima de aquella ciudad golpearon a tres jóvenes y a miembros de la seguridad del lugar. Ese mismo año, en Chacras de Coria, Mendoza, cuatro jugadores de la Selección de la Unión de Rugby de Cuyo y su manager fueron imputados por abuso sexual agravado por acceso carnal a una chica en una fiesta del equipo.

Sin embargo, la lupa que se posó sobre este deporte intenta desentramar la visión reduccionista que estigmatiza a todos sus practicantes. El Diario de la República habló con los dirigentes y jugadores de los clubes de rugby más importantes de la provincia, quienes aseguraron que el deporte no es la raíz de la violencia desmedida que se vivió la madrugada del 18 de enero, aunque reconocen que es algo que suele pasar en una etapa de la vida, sobre todo entre los 15 y los 20 años. Además, un médico psiquiatra forense develó las causas que pueden llevar a un grupo a cometer un acto violento de tal magnitud. 

 

 

En las últimas décadas ha habido un aumento de los niveles de expresión de estructuras psicopáticas", Gustavo Zanlungo, psiquiatra forense.

 



Ahora bien, es válida la pregunta: ¿Es el rugby un deporte que genera violencia o son las acciones de quienes lo practican? El médico psiquiatra forense Gustavo Zanlungo explicó que el asesinato de Báez Sosa fue "una conducta muy común en la personalidad psicopática, acompañada por supuesto de todas otras características que son múltiples: entre ellas, la satisfacción a través de la crueldad, del abuso de poder, la búsqueda a temprana edad de la crueldad con los animales, los escapismos del hogar, de la escuela, la violencia con los pares y la necesidad de satisfacción inmediata del impulso". 

"La estructura de esa personalidad, que se va consolidando con los años, hace que en estos sujetos al llegar a la adolescencia —en la cual prevalece la inmadurez entre el control emocional y la fuerza biológica en su máximo esplendor— se produzca ese desbalance capaz de provocar una salida como fue este caso en particular", detalló.

Agregó que la suma de la fuerza de grupo, de manada, y el sujeto psicopático —quien ya es peligroso por sí mismo— agranda la posibilidad que otros (que van más o menos en la misma dirección) lo instiguen a usar esa fuerza destructiva y, así, sea visto como un logro de valor. Como, por ejemplo, sucede con los delincuentes —quienes poseen una estructura mental psicopática— que ven como un trofeo matar a un policía.

"La pregunta es ¿por qué nuestra sociedad se está convirtiendo en esta experiencia selvática de la destrucción diaria de seres humanos entre sí? Mi hipótesis de trabajo, consolidada un poco por lo que veo en el ámbito forense, es que ha aumentado el nivel de psicopatía. Muchas veces se atribuye al consumo de drogas, a la falta de control y yo creo que, más allá de todos esos activadores condicionantes, lo que prevalece en nuestra sociedad —sobre todo en las últimas décadas— es el progreso paulatino de los niveles de expresión de las estructuras psicopáticas. A tal punto que la crueldad se ve en actos graves como abusos sexuales y otros menores como actitudes violentas en los espectáculos deportivos, en las escuelas, entre pares y en las situaciones donde hay violencia urbana diaria", comentó y añadió: "Es decir que la expresión se da más en poblaciones jóvenes, donde en las últimas décadas se han visto un poco relativizadas las experiencias de enseñanza temprana en cuanto a valores, límites y buenos ejemplos". Advirtió que estas conductas psicopáticas se deben inhibir desde la edad temprana, ya que muchas veces son avaladas y toleradas por quienes deben custodiar a los niños. 

 

 

Según Zanlungo, en los adolescentes muchas  veces no se regulan los niveles de agresividad.  



Si bien este tipo de estructura mental no es inherente al deporte, sobre la repetición de casos perpetrados por rugbiers, con esta magnitud de violencia, en grupo y a una persona sola y generalmente indefensa, el psiquiatra especificó que en general todos los deportes de contacto naturalizan de a poco el uso de la fuerza. En los deportes donde la búsqueda es la superación física del contrincante —como en el boxeo, las variantes de lucha libre y el fútbol americano, que además tiene muchos reportes de muertes y de suicidio— se da que por los repetidos golpes en la cabeza se produce lo que se llama encefalopatía traumática crónica. "Los traumatismos causan lesiones prefrontales en la corteza orbitofrontal y dorsolateral, una zona que, por los numerosos traumas, provoca la liberación de la conducta, agresividad, impulsividad y autodestrucción", manifestó.

"En el caso del rugby, que es un deporte de alto contacto que persigue la superación en fuerza al oponente más que la habilidad con el balón, se suma que es una disciplina que tiene una alta búsqueda de afinidad entre los compañeros que integran el plantel; eso tiene que ver con pertenecer a una esfera que puede ser un club, una ideología en defensa de algunos valores o el desprestigio de otros. Indudablemente hay un pequeño refuerzo en cuanto a la pertenencia de esa cofradía que se instaura, descalificante del otro y respecto a la superación física del otro", teorizó.

 

 



A su vez, remarcó que con esto no hay que generalizar que todos los que practican rugby son psicópatas, "sino que dentro de estos grupos, el que es psicópata encuentra la posibilidad de descargar esa fiereza de manera admisible dentro de la cancha, pero cuando sale es inadmisible". 

 

 

Hormonas adolescentes

Zanlungo destacó que otro factor que juega un papel fundamental en este tipo de violencias es la edad de los agresores. "En la segunda década del adolescente varón están expresados los índices de testosterona y THDA, las dos hormonas masculinas que tienen que ver con la agresividad y con la conducta masculina de preservación territorial. A su vez, están en etapa de cierre de maduración las vías noradrenérgicas y serotoninérgicas. Entonces tienen hiperexpresadas las hormonas de la territorialidad, de la agresividad y de la impulsividad; e hipoexpresadas las vías que controlan los impulsos, que inhiben la acción, modulan la agresividad y la ansiedad, y llevan a la posibilidad de control y medición del daño y la conducta del tipo destructiva. En esta etapa de la vida, esta predisposición desde lo neurobiológico ya está descripta; si a eso le agregamos la estructura psicopática de la personalidad se da el combo absoluto para que un estímulo, ya sea una provocación como una mancha de vino o una mirada mal interpretada, encuentre en estos sujetos la respuesta furtiva y desmesurada llegando a resultados fatales", concluyó.
 

 

La opinión de los lectores

Ante la pregunta si el rugby es un deporte violento, se abrió el debate entre los lectores de El Diario. La mayoría coincidió en que no es el deporte el que genera la violencia, sino que se trata de un compendio de falencias de las que son responsables padres, educadores y la sociedad en sí. Vanesa Muñoz Quiroga consideró que “la violencia en la sociedad es producto de muchos factores, entre ellos, la educación que reciben los jóvenes en sus hogares, hábitos que forjan con sus pares en los colegios, clubes deportivos, en la calle, etcétera. Hay una intolerancia absoluta y es lamentable ver cómo se agreden verbal y físicamente entre ellos. El consumo de alcohol y drogas potencia esta agresividad. Por ende, el Estado y nosotros como sociedad deberíamos prestar especial atención en cambiar esta realidad, para que dejemos de lamentar víctimas”.

Franco Lozano opinó: “No pasa por el deporte que se practique, pasa porque las familias hoy en día, y sobre todo la gente 'de bien', como llaman algunos, están ausentes en el hogar por laburar demasiado y los niños crecen carentes de valores, respeto y empatía hacia el prójimo. A eso hay que sumarle el abuso de sustancias como la droga más común que es el alcohol, que desinhibe toda su frustración y rabia, desquitándose con violencia ante lo que se le cruce”.

Carlos Barré aportó otra visión y manifestó que “es un deporte elitista que inculca una supremacía física y social por encima del resto. Si bien no son todos, pero una mayoría se junta y hace amistad con sus pares despreciando, de alguna manera, al resto”.

 

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