SAN LUIS - Domingo 06 de Julio de 2025

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Una ofensa a la especie humana

Por redacción
| 10 de octubre de 2020

Aunque la civilización occidental atraviesa la segunda década del Siglo XXI, existen prácticas que afectan los derechos humanos, al estilo del Siglo XIX, o más antiguas aún; lo que constituye sencillamente, una tragedia humana.
Cientos de miles de personas que sufren problemas de salud mental son encadenadas o encerradas durante semanas, meses o años en unos 60 países de África, América, Asia, Europa y el Medio Oriente, indicó la organización humanitaria Human Rights Watch (HRW).
Esas personas “pueden pasar años encadenadas a un árbol, encerradas en una jaula o en un cobertizo de ovejas porque las familias pasan apuros para afrontar el problema y los gobiernos no brindan los servicios de salud mental adecuados”, señaló HRW.
Se trata de “una práctica generalizada que es un secreto a voces en muchas comunidades, encadenando a esas personas en sus hogares o en instituciones abarrotadas e insalubres debido al estigma y la ausencia de servicios de salud mental”, dijo el organismo.
El informe titulado “Viviendo encadenados: el uso de cadenas en personas con discapacidades psicosociales en todo el mundo” recogió testimonios en Afganistán, Burkina Faso, Camboya, China, Ghana, Indonesia, Kenia, Liberia, México, Mozambique, Nigeria, Sierra Leona, Palestina, Somalia, Sudán del Sur y Yemen.
“Me siento triste, encerrado en esta celda. Quiero mirar afuera, ir a trabajar, plantar arroz en los arrozales. Por favor abra la puerta. No le ponga un candado”, dijo por ejemplo Made, un hombre encerrado en una celda diseñada en unas tierras de su padre desde hace dos años en Bali, Indonesia.
“La gente del barrio dice que estoy loca. Me llevaron a un centro de sanación tradicional donde me cortaron las muñecas para meter la medicina, y a otro donde un brujo curandero me hizo tomar baños con sangre de pollo”, relató Fiara, mujer de 42 años con discapacidad psicosocial, en la capital de Mozambique.
En México, un funcionario de la Fiscalía de Protección de Personas con Discapacidad dijo a HRW que “las familias atan con regularidad a las personas con problemas de salud mental. Lo sabemos por sus cicatrices”.
HRW encontró evidencia de encadenamiento de personas con problemas de salud mental en todos los grupos de edad, etnias, religiones, estratos socioeconómicos y áreas urbanas y rurales en unos 60 países, tras entrevistar a 350 personas con discapacidades y más de 400 familiares, cuidadores y profesionales de la salud.
El estudio mencionó que en el mundo, 792 millones de personas, o una de cada 10, padecen algún problema de salud mental, y sin embargo los gobiernos dirigen al tema menos del dos por ciento de sus presupuestos de salud, y en dos tercios de países los seguros nacionales no reembolsan los gastos en servicios de salud mental.
El encadenamiento “lo practican típicamente familias que creen que las condiciones de salud mental son el resultado de espíritus malignos o de haber pecado”. A menudo consultan primero a sanadores religiosos o tradicionales y solo recurren a los servicios de salud mental como último recurso.
Los que son llevados a instituciones de reclusión a menudo están en condiciones pésimas de higiene personal, y sin acceso adecuado a saneamiento, atención médica básica o agua y jabón, las personas encadenadas están en grave riesgo de contraer COVID-19, dice el texto.
Ocurre en esta época, y resulta ofensivo para la especie humana.
 

 

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