25°SAN LUIS - Jueves 28 de Marzo de 2024

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EN VIVO

A bailar, que se acaba el mundo

Desde que la Bresh reinventó el concepto de reuniones nocturnas, miles de espectadores dispuestos a pasarla bien en un momento complicado llenaron las redes sociales y mostraron que los sábados en casa pueden ser divertidos.

Por Astrid Moreno García
| 19 de octubre de 2020

Más de 80 mil personas navegaron en sus inicios de Instagram, vieron el círculo violeta que representa el “en vivo” sobre el logo de la Bresh y decidieron, separados pero conectados por la música y la vibra de los djs, sumarse al show de las luces, los brillos y el nuevo glam. En el momento cúlmine de la noche, el equivalente de público a seis canchas completas de River estuvo en simultáneo presenciando el evento más multitudinario de la cuarentena.

 

“Es un show. La Bresh te da show”, dice Anotella Fiorucci, dj y productora de la fiesta “más linda del mundo”. Luego, emite una risita como quien sabe que lo que dice es 100 por ciento verdad y está orgulloso de ello. Mientras tanto, como todos los sábados, una habitación nueva aparece en el vivo de la cuenta oficial de la Bresh, que tiene casi un millón de seguidores. El resultado es siempre distinto, puede ser un lugar adornado con guirnaldas plateadas y glitter o un cuarto con todos los muebles del mismo color. Lo que nunca cambia son las compacteras, las protagonistas de la noche.

 

 

 

“En cuarentena pensamos qué más le podíamos dar a la gente y dijimos 'hagamos una performance digna de un show'. Así que tuvimos que agarrar las cosas del depósito y empezar a repartirlas por las casas de los djs. Además, nos enfocamos en usar distintos colores y hacer una ambientación, jugar con las vestimentas y crear una fantasía”, explica la productora.

 

Luego, el dj o la dj toma el centro de esa escena surrealista cargada de brillo y comienza la música. El género es siempre distinto. “Vamos desde los 80 y 90, hasta los 2000. Pasamos reggaetón viejo y nuevo, trap, hip hop, electrónica, cumbia, cuarteto y rock. Ofrecemos un abanico”, enumera Antonella, quien agrega que no casarse con un ritmo en específico fue la clave del éxito.

 

“Ese es uno de los motivos por los que la Bresh funcionó, el hecho de no encasillarse en pasar solo reggaetón, cumbia y un poquito de cuarteto, como pasa en muchos boliches. Ampliamos ese concepto porque creemos que toda la música es bailable. Nunca hay temas prohibidos o que no van a sonar”, asegura la productora, quien se sumó hace cuatro años al grupo de amigos que quiso hacer una fiesta para todos los gustos que no tuviera reglas de vestimenta y que se cargara de brillo.

 

Esa insignia se mantiene en cuarentena. Una vez que suena la primera pista, se empiezan a sumar los seguidores. Algunos están en pijama o con looks de entrecasa y bailan mientras limpian su hogar, estudian o simplemente se toman un trago. Otros ambientan sus casas, colocan luces de Navidad en las paredes para simular un lugar bailable y se visten con sus mejores prendas. “Nos llegan un montón de fotos y videos con las cosas que hacen las personas para pasar esa noche de sábado. Una vez, una chica que cumplió años en el principio de la cuarentena ambientó su casa como un boliche. Lo puso al padre como si fuera patovica, quien las dejaba pasar a ella y a sus hermanas, todas vestidas como para ingresar a una habitación decorada con luces y globos que decían 'Bresh'. Mientras tanto, la madre era barwoman en una barra improvisada”.

 

 

 

Del otro lado de la pantalla están los djs, convertidos en una especie de animadores, que en vez de porras utilizan los “platos” de la compactera para alegrar a la tribuna imaginaria. Ejemplifica Antonella: “A 'Juanfran', a quien le dicen 'El Príncipe', le buscamos un look medio principesco y desde ese lugar leemos los comentarios de la gente que le empezó a decir así. A partir de esas cosas surge un vestuario o una decoración. Siempre estamos atentos a qué es lo que se dice, qué es lo que están buscando y qué no”.

 

Mientras tanto suena la canción del momento de Maluma, una versión cumbiera de “De música ligera”, de Soda Stereo, o "Wannabe" de las Spice Girls. La fiesta no para nunca. “Es muy difícil no conectar con la gente. Hay que crear toda una atmósfera para ese público invisible que de golpe solamente pasa por el lente de un celular, entonces tenés que aumentar muchísimo toda la parte de la performance para levantar un poco eso. Porque, al fin y al cabo, solo hay una persona en cada cámara. El show es de uno en ese momento y de nadie más. Frente a eso tenés que actuar, inflar el pecho y decir: 'vamos que me como el mundo'”, describe la dj que debutó como tal en esta cuarentena, ya que siempre estuvo detrás de escena.

 

Para ese momento de la noche, 84 mil personas ven en simultáneo a “El Príncipe”, quien gobierna la escena argentina como un monarca de la música que no puede ser derrocado. “Esa cantidad de gente, toda conectada al mismo tiempo, es una locura. A lo largo de toda la transmisión terminaron entrando en el vivo casi un millón de veedores”, relata sorprendida Antonella, como si contara un cuento de hadas. En vivo, en shows prepandemia, la máxima cantidad de gente que reunió la Bresh fueron 10 mil personas en un parador de Mar del Plata, en enero de este año.

 

 

 

Cuando las luces se apagan y el vivo llega a su fin, la virtualidad hace que su repercusión sea infinita. Inmediatamente, el equipo de la fiesta sube la transmisión a su canal de YouTube. A partir de ese momento, en cualquier parte del mundo y a la hora que sea, a un play de distancia la fiesta comienza una y otra vez, en distintas computadoras en simultáneo y por separado. Cientos de clicks al día hacen que el show de glitter vuelva a cobrar vida, en una rueda que nunca para de girar.

 

 

La fiesta interminable

 

Como un recuerdo de una tierra muy muy lejana, la Bresh nació en tiempos prepandémicos. Hace cuatro años un grupo de amigos, que se cansó del “caretaje” y las exigencias y reglas de los boliches, se unió para crear "algo hermoso". Sin embargo, no todo es glitter. “La Bresh es sangre, sudor y lágrimas. Nos quemamos las pestañas para saber qué más hacer, qué más le podemos dar a la gente”, reconoce Antonella.

 

La joven de 27 años contó que siempre salía a bailar con quienes ahora se hacen llamar “Bröder,”, “Juane” y “Monkey”, algunos de los fundadores de la Bresh. Por eso la convocaron para sumarse al equipo, siempre bajo la idea de que el show quede entre amigos. “Yo estuve desde el principio, más precisamente desde la tercera fiesta. Por entonces, a mí me llamaron para dar una mano con relaciones públicas y producciones, ya venía trabajando en eso y tenía experiencia”.

 

Y así nació la esencia de esta fiesta, un grupo de gente que disfruta bailar, escuchar música y pasar un buen rato. “Somos amigos que nos juntamos y dijimos 'bueno, a ver qué otra cosa podemos hacer que no tuvimos en su momento'”, cuenta.

 

Los amigos fantasearon con la noche de sus sueños, crearon escenas con colores brillantes, plantas colgantes y fuego que salía del escenario. El límite era lo que ellos pudieran imaginar. “Está buenísimo regalarles un caramelito a las personas cuando entran y poder ofrecerles glitter. Son detalles que hacen a la Bresh”, fundamenta la dj.

 

 

 

Una vez que la fiesta cobró popularidad en Buenos Aires, tres años después de la primera, se animaron a recorrer las provincias. Sin embargo, fue allí que apareció la COVID-19 y varios de sus viajes quedaron truncos, entre ellos, una presentación en San Luis programada para el sábado 14 de marzo.

 

“En ese momento teníamos siete fechas sold out y las dimos a todas de baja. En San Luis ya habíamos vendido todas las entradas como tres o cuatro días antes. Era una locura la ansiedad que había entre el público y la nuestra también. Era un incentivo ir a una provincia nueva y que ya estuviera todo vendido”, lamenta Antonella, pero rápidamente vuelve a la carga y repunta: “Apenas se pueda, allí estaremos, de cabeza. Haremos lo que haya que hacer. De eso no tenemos la menor duda”.

 

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