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"Robertito", una cocina rodante que deleita en el Valle del Conlara

Vendieron un negocio para armarla. Simboliza la decisión de una familia de cambiar su forma de vida.

Por redacción
| 14 de diciembre de 2020
Cumplieron su sueño. Juan y su esposa Gabriela (primeros de la izquierda) trabajan juntos hace más de 20 años. Foto: Nicolás Varvara.

Los sueños están para cumplirse. Algunos se concretan rápido y otros tardan un poco más para realizarse, pero al final siempre hay recompensa. Eso fue lo que le pasó a Juan Artillo, que tiene 40 años, nació en Buenos Aires y hace ocho eligió empezar una nueva vida junto a su esposa Gabriela y sus tres hijos, Juan Cruz, Santino y Benicio en Carpintería. En diciembre de 2019 vendió un negocio familiar para armar una cocina rodante en un colectivo del año 1976, que bautizaron “Robertito a la Parrilla”.

 

La ganas de que sus hijos se criaran en un lugar tranquilo y pudieran disfrutar aún más de su niñez fue lo que los motivó a elegir San Luis para vivir. "Hace más de doce años que siempre visitaba la provincia. Preferimos hacerlo antes de que los chicos fueran más grandes y el cambio fuera lo menos brusco posible. Fue toda una aventura, pero lo logramos”, contó Juan. Además, precisó que su pasión por el arte culinario la heredó de su mamá, quien trabajaba en el rubro.

 

“Por cuestiones de la vida siempre me dediqué a esto. Estudié muy poquito, pero la vida me llevó a aprender mucho sobre este tema”, dijo el puntano por elección, quien destacó que hasta el año pasado tenían un negocio de venta de fiambres y artículos regionales, pero que a su edad se dio cuenta de que quería hacer algo que verdaderamente le gustara. Fue así que empezó a soñar con la cocina rodante.

 

“Después de haberlo planificado por muchos años, primero en la cabeza y luego dándole forma a la idea, decidimos vender nuestro local y buscar el colectivo”, expresó alegre. Recordó que sin ese dinero no llegaban a comprarlo. El paso siguiente fue empezar a rastrear alguno que estuviera en buenas condiciones. Para su sorpresa, encontró uno a través de un grupo de compra venta de Facebook en la provincia vecina de Córdoba.

 

Pasión. Después de meses frenado por la pandemia, Juan volvió a cocinar.Foto: Nicolás Varvara.

 

Apenas llegó, lo bautizaron

 

Sin dudarlo llamó a un amigo y viajaron a buscarlo. Al llegar se encontraron con que era modelo '76 y su propietario lo utilizaba para publicidad de servicio gastronómico. “Fue amor a primera vista cuando lo vi. No lo dudé ni un segundo, aparte estaba en buenas condiciones. Cerraba por todos lados”, resaltó Juan, quien recordó que manejaron 600 kilómetros y tardaron unas ocho horas, ya que en el camino tuvieron algún que otro contratiempo. Una vez en Cortaderas, toda la familia quedó encantada, tal es así que de nombre le pusieron “Robertito”.

 

“Llegó para quedarse, no es algo que pensamos como un negocio, ya dejó de serlo y es parte de la familia. Al menos lo siento así”, comentó el esposo de Gabriela. Una vez en su poder ahora restaba filetearlo, que es un estilo de pintura que se usaba antiguamente en los colectivos porteños. Luego comenzaron a reformarlo y le colocaron dos mostradores, una bacha, freidora, heladera, dos freezers, bauleras para la preparación previa. Pero el detalle particular es que tienen adentro dos parrillas.

 

“No quería cortarlo para no deformarlo. Un chapista se copó con la idea y me lo hizo, porque todos los demás las querían poner afuera. Debajo de ellas hay dos hornos, uno calienta el pan y la otra, un disco. La hicimos con triple chapa para aislar todo del calor. En el medio hay un fogonero que se usa a leña y no a gas. Es muy poco convencional”, detalló Juan. La cocina tiene 9 metros de largo.

 

En febrero de este año “Robertiro” debutó en las ferias de Merlo, pero la pandemia, como a muchos otros emprendedores, los obligó nuevamente a reinventarse. Solo pudieron trabajar un mes. Se arremangaron y junto a su esposa fabricaron pastas artesanales caseras. “Fue difícil, pero salimos adelante. Como a todos, nos tocó trabajar desde casa y así lo hicimos. Ahora combinamos las dos cosas, en la semana pastas y los findes salimos con el micro”, señaló el cocinero. Y agradeció el apoyo de sus amigos. “Ahora surgió el proyecto de la feria y trabajamos en conjunto con otros propietarios de carros y el Municipio. Estamos contentos”, contó.

 

Precisó que ofrecen sándwiches para todos tipos de bolsillos, que van desde los 150 pesos a los 400.  Los más representativos son el de vacío, bondiola o bife de chorizo. Cualquiera de estos mide 30 centímetros y tiene mayonesa casera, rúcula, morrones y cebollas asadas. Para los chicos ofrecen un combo junior con patitas de pollo. Todos traen papas.

 

Juan resaltó que aparte de ofrecer una buena comida, también arman un patio con luces, guirnaldas, sillas y mesas para que las familias compartan un buen momento.

 

“La idea no es solo quedarnos acá, sino salir a recorrer el país para que conozcan las cosas ricas que se hacen en San Luis”, dijo el cocinero que decidió ser puntano.

 

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