Por un deporte feminista e inclusivo

Que la impronta feminista llegó al fútbol ya es un hecho sabido. El año pasado las jugadoras lograron la profesionalización del fútbol femenino y los partidos llegaron a ser televisados. Además, las mujeres consiguieron que el embarazo no sea catalogado como una “lesión” y así la AFA les permitiera tomarse una licencia y garantice su puesto laboral al regresar. El mes pasado el club Vélez Sarsfield dio un paso más y, luego de consultar con el Departamento de Violencia de Género que posee la institución, colocó una cláusula en el contrato de Ricardo Centurión en el que expresa que si el jugador reincidía en la violencia de género, quedaría desvinculado de forma unilateral del club.

El caso es inédito e histórico. Vélez Sarsfield ya se había convertido en el primer club en incorporar un Departamento de Violencia de Género para revisar sus prácticas e incorporar políticas puertas adentro de la institución que favorezcan la igualdad. La revolución feminista en el fútbol empezó hace rato, pero lo puso en evidencia Macarena Sánchez a principio de 2019, cuando denunció públicamente que el club Urquiza la había desvinculado. La futbolista se había quedado sin club y sin trabajo, ya que la forma que tenían de “pagarle” era cumpliendo horas de trabajo en sus oficinas. Fue la primera futbolista de América Latina en alzar la voz y su reclamo dio la vuelta al mundo. Allí nació una lucha de la que ya no hay vuelta atrás: el fútbol se profesionalizó, comenzó a ser televisado y las jugadoras pudieron negociar sus pases como los varones.

La mujer en el fútbol logró despegarse de la imagen de promotora, porrista o modelo de camisetas sexualizada (apretadas y con poca ropa, claro) para pasar a ser protagonista. Hoy las futbolistas, como en otros deportes, exigen que se profesionalice su condición; mientras que hay árbitros mujeres y también directoras técnicas. Aunque según datos de la Asociación de Técnicos de Fútbol Argentino, del total de personas con título para ejercer ese puesto, la cantidad de mujeres no llega al 1%. ¿La razón? Las desigualdades estructurales de género, que son transversales a toda la sociedad y espacios.

Volviendo a los logros, casi todos los clubes, incluso los de categorías más bajas, incorporaron la categoría de fútbol femenino, ya que cada vez son más las niñas que quieren ser parte. Pero también se exigió un fútbol que integre a las disidencias. Mara Gómez, una deportista de 22 años, tiene la chance de convertirse en la primera futbolista trans de la historia que jugará en la primera división de la AFA, en el club Villa San Carlos.

Además el mensaje de la mujer en el deporte es otro. Para el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia de Género las jugadoras protagonizaron una campaña de concientización en todas las canchas del país, mientras aseguran que la relación entre equipos rivales queda solo en el césped, sin violencia ni insultos. Las hinchadas debieron aggiornarse y dejar atrás los cánticos machistas. Los cambiaron por carteles que inundan las gradas: “Ahora que estamos juntas, ahora que sí nos ven”.