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El problema, el norte y el sur

Por redacción
| 18 de marzo de 2020

 

Los gobiernos de los países ricos del norte industrial no deben ignorar la difícil situación de las naciones más pobres del sur en la lucha contra el coronavirus, o la enfermedad no será controlada, alertaron expertos en desarrollo mundial.

 

A medida que las naciones africanas reportan lentamente un número creciente de casos, y se registran más y más infecciones en países con pobreza endémica en otros continentes, existe un creciente temor de que algunos Estados muy pronto puedan ver brotes importantes a los que no podrán hacer frente.

 

Un posible colapso de los sistemas de salud, ya vulnerables, no solo tendría un impacto drástico en la sanidad de la población, sino que también podría empujar a las personas a la pobreza y la privación, y a generar ansias descontroladas de migración, dijeron funcionarios de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

 

Si el COVID-19 llega en forma importante a los países en desarrollo menos adelantados, su contagio volverá a infectar a los países industrializados e inevitablemente se propagará de nuevo por América del Norte y Europa.

 

Para evitar este escenario, los estados ricos deben concentrarse en ayudar a otros países con sistemas de salud débiles, a pesar del hecho de que están luchando su propia batalla contra la enfermedad, dicen los expertos.

 

“Los países de altos ingresos están completamente absorbidos por lo que está sucediendo en sus propios Estados, pero sería bueno si pudieran poner el foco también en los países más pobres”, dijeron desde el Centro Global para el Desarrollo. “Si las cosas no se controlan en los países en desventaja, podría volver a perjudicar a los países desarrollados más adelante”, agregaron.

 

Hasta ahora, ha habido muchos menos casos registrados de la enfermedad en África y en América Latina y el Caribe, pero muchos expertos en salud creen que los contagios en las dos regiones podrían aumentar drásticamente y muy rápidamente.

 

Los sistemas de salud en muchos países pobres, especialmente en África, ya están severamente extenuados, con recursos humanos, financieros y materiales muy limitados. El acceso a los hospitales, y especialmente a las unidades de cuidados intensivos, generalmente es dramáticamente menor que en el norte.

 

Estudios recientes estiman, por ejemplo, que menos de la mitad de la población de África tiene acceso a instalaciones modernas de salud.

 

Además, parte de esos países están ya recargados con el combate a enfermedades endémicas, catástrofes climáticas o la atención de la afluencia de refugiados a gran escala.

 

El África subsahariana está luchando contra el virus del ébola, la invasión de langostas y las hambrunas asociadas. Ahora debe afrontar una tercera guerra contra el coronavirus. En muchos países, los recursos son escasos.

 

Cualquier brote importante de COVID-19 va a repercutir en la incidencia y el tratamiento de otras enfermedades en la región.

 

Se teme que los sistemas de salud en algunos países africanos puedan quedar completamente paralizados. “Vimos esto con el ébola (y sus brotes en algunos países africanos). Hubo un desvío de recursos para la enfermedad y el sistema de salud no pudo lidiar con el shock del brote. La gente murió de malaria, no pudo recibir tratamiento para tuberculosis”, recordó la OMS.

 

Incluso los países con sistemas de salud relativamente desarrollados podrían enfrentar problemas similares. Sudáfrica tiene la peor epidemia de VIH/sida del mundo y no se sabe cómo un brote importante de coronavirus puede afectar el tratamiento para las personas con ese síndrome o qué puede suceder si a estos pacientes se suma la infección del COVID-19.

 

En América Latina, donde una alta proporción de personas sobreviven en pobreza extrema, los médicos ya han advertido sobre el estrés que un contagio generalizado de coronavirus podría ocasionar en el sistema de salud, en particular los hospitales y el personal sanitario.

 

“Dependiendo de la velocidad con que se propague la epidemia, el estrés en nuestro sistema de salud podría ser brutal”, alertó en el diario brasilero Folha de São Paulo el médico Drauzio Varella. Hablaba de la principal economía latinoamericana.

 

También habría serios problemas económicos. No solo los recursos financieros masivos tendrían que destinarse rápidamente a la atención médica, sino que las medidas implementadas para contener la propagación del virus, como restricciones de viaje, cierre de negocios, cuarentenas, muy pronto afectarían los ingresos de las personas.

 

Si el norte industrial y poderoso cree que solucionar el drama dentro de sus fronteras es suficiente, se equivoca. Y el precio del error será el regreso de la pandemia.

 

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