La creciente intimidación y represión de los periodistas que informan sobre el coronavirus está amenazando la salud pública en algunos países, advirtieron supervisores de la libertad de prensa, especialistas e informadores.
Los regímenes autoritarios y represivos de todo signo, desesperados por controlar la narrativa sobre la propagación de la enfermedad COVID-19, han intensificado su hostigamiento a los periodistas que cuestionan la información oficial sobre los casos y su gestión ante el brote, aseguran.
Y al tomar medidas enérgicas contra quienes intentan informar con precisión sobre la enfermedad, estos regímenes ponen en peligro la difusión de datos esenciales que la población requiere para mantenerse a salvo, argumentan grupos defensores de la actividad informativa, neurálgica para combatir la pandemia.
“Cuando se reprime la verdad, se pone en peligro la vida de todos, no solo de los periodistas”, dijeron desde el Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ, por sus siglas en inglés). Desde la aparición de la enfermedad a fines del año pasado en China y su paulatina transformación en una pandemia mundial, ha habido una creciente preocupación por el tratamiento a los reporteros que cubren brotes de virus en algunos países.
En China, ha habido informaciones de periodistas locales que criticaron la respuesta del gobierno al coronavirus, por lo que fueron hostigados por las fuerzas de seguridad. Algunos incluso han desaparecido, presuntamente capturados por la policía y detenidos en un lugar desconocido.
Mientras tanto, el mes pasado, tres periodistas del Wall Street Journal fueron expulsados de China por un artículo sobre el impacto de la COVID-19 en la economía china. Y esta semana, las autoridades chinas revocaron sus credenciales a 13 periodistas que trabajaban para los diarios estadounidenses The Wall Street Journal, The New York Times y The Washington Post.
Beijing dijo que fue una respuesta a las restricciones de Estados Unidos para los medios de comunicación chinos que operan en el país, pero los tres medios condenaron la decisión. Dean Baquet, editor ejecutivo del The New York Times, dijo que era “especialmente irresponsable en un momento en que el mundo necesita el flujo libre y abierto de información creíble sobre la pandemia de coronavirus". Pero no es solo en China donde los periodistas enfrentan problemas por no seguir la línea informativa del gobierno. En Irán, con una de las tasas más altas de infección y mortalidad por COVID-19, varios periodistas afrontan la cárcel tras su detención a principios de marzo por cuestionar las estadísticas oficiales sobre el brote en el país.
Fardin Moustafai, editor de un canal de noticias en la red Telegram, fue acusado formalmente este mes de publicar cifras que contradicen la información oficial sobre el progreso de la epidemia, según Reporteros sin Fronteras (RSF).
La organización de vigilancia sobre la libertad de prensa asegura que dos periodistas fueron detenidos para ser interrogados en Rasht, una de las ciudades iraníes más afectadas por la enfermedad, después de publicar información sobre la situación en la ciudad y el número de víctimas, mientras otros cuatro periodistas fueron interrogados por su información sobre la epidemia.
Pero las preocupaciones sobre la capacidad de la prensa para informar con precisión sobre la crisis no se limitan únicamente a los países que califican como regímenes represivos. El virus contra la información independiente aumenta en prácticamente todos los continentes, en gobiernos de diferentes ideologías, del Norte industrial y del Sur en desarrollo.
En Estados Unidos, por ejemplo, ha habido críticas sobre la forma en que la Casa Blanca informa sobre COVID-19 y su expansión. Los críticos dicen que ha habido una letanía de declaraciones científicamente infundadas, falsas, engañosas o confusas del presidente Donald Trump y otros funcionarios desde el comienzo de la crisis.
Todas las medidas lógicas para evitar la propagación del virus tienen un aliado extraordinario en los medios. La responsabilidad de estos es esencial para enfrentar la pandemia. La responsabilidad y seriedad de cada uno de los componentes de la sociedad es la mejor herramienta disponible.


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