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Gabriel Ponce: la paradoja de no quedarse quieto

Junto a su pareja de baile y en la vida, Analía Morales, el artista que recorrió el mundo le puso movimiento al mes.

Por redacción
| 11 de mayo de 2020
Rojo y negro. Gabriel y Analía regresaron a Argentina el mes pasado. Estaban en Milán en medio de la pandemia. Foto:Gentileza.

Rocío tiene cuatro años, y un barbijo que tapa su boca esconde la sonrisa que enamora a sus papás, Analía Morales y Gabriel Ponce, los bailarines de tango que la salvaron de pasar la cuarentena en Milán, una de las ciudades más atormentadas por la COVID-19. La trajeron a casa lo más rápido posible en el último vuelo que salía hacia Argentina desde el aeropuerto italiano y, una vez que los tres se encontraban a salvo y en familia, se dieron cuenta que la libertad era un plato que tardaría en llegar.

 

Gabriel nació en San Luis, pero hace más de veinte años que viaja por el mundo. No logra aún procesar la osadía que pasó junto a su hija hace más de cincuenta días. Aunque lo angustia no saber cómo seguirán las cosas mientras el aislamiento se extienda, el bailarín cranea un sinfín de proyectos que de a poco concreta junto a Analía, su fiel compañera. Uno de ellos fue “Nuestro tango confinado”, el video que grabaron en la comodidad de su hogar y que contó con la participación de Gustavo Santaolalla, un entrañable amigo de la pareja.

 

“Queríamos dejar un mensaje de esperanza para aquellos bailarines que, como nosotros, sienten muy difícil quedarse quieto en cuarentena. Si bien hay que estar en casa, también debemos intentar seguir volando, bailar y no bajar los brazos para no deprimirse. No hay un escenario que nos sostenga y eso se hace complicado. Pero acá estamos, para mostrar que seguimos firmes”, contó Gabriel, quien eligió la canción “Mi corazón” de Bajofondo para hacer el video.

 

“Trabajamos hace unos años en Canadá y Estados Unidos con ellos en un espectáculo que se llamó 'Arrabal'. En una parte del show interpretábamos un solo de baile con la misma música que elegimos para dar el mensaje. Recordamos junto a Analía que fue un momento único y probamos  amoldar la coreografía a nuestra casa para permitirnos el desafío de bailar en un lugar reducido. Lo filmamos, lo editamos y tomó forma. Luego conversamos para sumarlo a Gustavo, le mandamos el material y aportó su introducción”, contó el bailarín.

 

El video se puede buscar en las redes sociales de Gabriel, quien se ve muy compenetrado junto a su pareja de hace veinte años. “En 1998, mientras cursaba tercer año de Abogacía en la Universidad Católica de Cuyo en San Luis, leí en El Diario que el Ballet Folclórico Nacional abría sus audiciones. Viajé a Buenos Aires y quedé entre los elegidos. Bailé cinco años en el ballet dirigido por Norma Viola y me encontré con Analía, mi eterna compañera”, recordó Ponce.

 

Sin embargo, su carrera comenzó en su infancia cuando "Cototo" Palacio le dictaba clases de folclore en la Escuela de Arte San Luis. “En esa misma academia me recibí como profesor de piano. Con el tiempo forjamos una amistad con Marcelo, el hijo de 'Cototo', y seguí bailando en la institución hasta que emigré a Buenos Aires”, agregó el puntano que dio un paso al costado como folclorista y le tomó el gusto al tango gracias a su pareja.

 

“Pasamos de hacer carrera en el ballet y sentimos que era el momento de emigrar a otro ritmo. Ella baila desde chica y tiene una familia bien tradicionalista del ritmo y la danza. No dudé en adoptar la misma pasión. Bailamos por 15 años en la compañía 'Tango por vos' y ahora trabajamos en solitario”, contó Gabriel, que sabe de viajes al exterior y regresos tardíos a casa.

 

Cuando la pandemia comenzó a ser un hecho, los bailarines se encontraban en Italia en plena gira, que debía terminar este mes. “Los alumnos se comenzaron a asustar y dejaron de asistir. Los números de contagio crecían y decretaron el cierre de las fronteras. En ese momento, cuando todo avanzaba, fui al aeropuerto para adelantar el viaje de regreso y sin pensarlo dos veces nos volvimos. Fuimos de los pocos afortunados en regresar a tiempo”, recordó Ponce.

 

En la actualidad, la cuarentena por momentos ahoga a la pareja que debe pensar cómo seguir, pero no deja que se apague la llama de la esperanza. “No es agradable para nadie por las consecuencias laborales que trae consigo este confinamiento. La cultura es uno de los trabajos que se incorporará al último y costará mucho volver a llenar teatros, milongas y lugares de baile. Mientras tanto, seguimos en contacto con nuestros maestros para presentar propuestas y siempre estar renovados”, concluyó.

 

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