Inauguraron un monumento para homenajear a Ojitos de Cielo

Ojitos de Cielo, el popular perro callejero que murió el 15 de julio, quedó inmortalizado en la Plaza del Sesquicentenario. Este sábado, la Municipalidad, junto a las madrinas y padrinos que lo cuidaron hasta el último momento, inauguró un monumento que lleva su nombre. El can supo encantar con su característica mirada y hasta tuvo una página de Facebook.

La escultura en forma de banco fue una donación que hizo el artista Mario Lange. El pintor utilizó chapones gruesos para darle un contorno similar al del perro, e indicó que eligió esos materiales para que los y las chicos y chicas que pasean por la plaza puedan subirse y sacarse fotos.

La viceintendenta Verónica Bailone, encabezó la ceremonia y destacó que eligieron el espacio verde ubicado entre las calles Pedernera y Urquiza porque allí es donde Ojitos pasaba gran parte de sus días y tardes.

"Todos conocíamos a este hermoso ser. La semana pasada tuvimos la triste noticia de que nos había dejado y quisimos recordarlo a través de esta obra. De esta forma, él va a poder seguir estando acá con nosotros", expresó. También resaltó la labor de la fundación Caneritos, que lo asistió y lo cuidó durante muchos años. Casualmente ayer estuvieron de cumpleaños y celebraron su quinto aniversario con el estreno del monumento.

"El trabajo de los voluntarios es muy importante, ellos se encargan de encontrarle un hogar a cada animal que sufre el abandono y lo mismo hicieron con Ojitos", recalcó.

Miriam González fue una de las tantas madrinas que lo acogieron. La mujer se encargó de cuidarlo y de brindarle los tratamientos médicos cuando enfermó, y estuvo junto a él hasta que falleció por una falla renal irreversible.

La proteccionista contó cómo llegó el callejero a su vida y la del resto de vecinos y vecinas quienes, al igual que ella, le abrieron las puertas de sus casas. "Él llegó en 2015 junto con los perritos que traíamos de la Canera. Fue dado en adopción tres veces y en todas se escapó. Era un aventurero de corazón. Ojitos no era de nadie y era de todos, como dice la canción. Dormía donde quería, ya que tenía varias casas en las que lo recibían. En el centro lo conocían todos los comerciantes. Logró unir los corazones de quienes luchamos por darles a los callejeros una mejor calidad de vida. Es sinónimo de amor y responsabilidad", expresó.