13°SAN LUIS - Jueves 25 de Abril de 2024

13°SAN LUIS - Jueves 25 de Abril de 2024

EN VIVO

El quinto Cruce de los Andes

Juan Antonio Arroyuelo por primera vez representó a la ACSL en una prueba internacional. Tuvo una destacada actuación junto a otro sanluiseño, Ramón Sosa. Corrió campeonatos cuyanos y argentinos. Detalles y anécdotas de una carrera inolvidable.

Por Johnny Díaz
| 23 de agosto de 2020
Sencillo y humilde. "Correr el Cruce de los Andes es lo mejor que me pasó como ciclista", admitió Arroyuelo. Fotos: Marianela Sánchez y gentileza

Juan Antonio Arroyuelo fue un ciclista sanluiseño que tuvo su mejor performance deportiva en el quinto Cruce de los Andes disputado en 1973. Hoy, en su casa de la calle Lamadrid, recuerda detalles de aquellas inolvidables jornadas.

 

Jubilado de Edesal, en su juventud Arroyuelo estudió arquitectura en Córdoba, pero no pudo ser. Su pasión por la bicicleta lo llevó a ser activo protagonista del ciclismo a lo largo de muchos años. "El Cruce de los Andes fue para mí lo mejor que me pudo pasar", señaló sin temor a equivocarse.

 

"La Asociación Ciclista Sanluiseña (ACSL) había recibido una invitación para presentar un equipo y fuimos dos, Ramón Sosa 'El Mataperros' y yo. Éramos tres los candidatos, el restante era Juan Carlos Muñoz, 'El Lechero'", contó. Dijo, asimismo, que su logro fue por la suma de puntos en temporada sanluiseña y que su triunfo en la Ida y Vuelta a Las Salinas del Bebedero selló su viaje al Cruce.

 

Salta. Largada la prueba contrarreloj de 120 kilómetros.

 

En Mendoza se sumaron tres ciclistas de la Asociación Ciclista Sureña de esa provincia: los sanrafaelinos Pedro Mansilla, Fernando Rodríguez y Humberto Pavés.

 

"Eran 700 kilómetros a recorrer en siete etapas soportando frío, calor, subidas interminables y recorridos inolvidables. Largamos unos 120 ciclistas entre argentinos, chilenos y bolivianos", precisó como si fuera ayer.

 

Arroyuelo rememoró paso a paso una carrera jamás contada por él. "Nunca me gustó contar esas vivencias, siempre fui cauto y medido en mis apreciaciones de lo que había hecho, aun hoy entiendo que son cosas muy personales y, como tales, quedan en uno", agregó mientras mostraba recortes de diarios y fotos.

 

Inolvidable. Juan Arroyuelo y una foto de archivo.

 

"Nos fuimos en el mayor de los silencios, junto a los dirigentes Luis Menéndez, Juan Antonio Barrera y su hijo Francisco ('Pocho') como jefe de mecánicos. Fue muy duro y sin apoyo oficial, solo la Municipalidad, a través de su intendente José Colombo Bataglia, hizo un importante apoyo; lo demás, muy poco o nada”, admitió sobre otro punto que le da orgullo.

 

Y continuó: "Llevábamos dos bicicletas cada uno y otra de repuesto. Eran una Hispano France, la mía, una Enrique Alí, tubos, platos, piñones, rayos y herramientas; todo era poco, pero mentalmente estábamos preparados para la carrera más dura e importante de Sudamérica".

 

Una vez instalados en Mendoza se prepararon para la primera etapa, la Critérium. Fue en el Challao, al pie del Cerro de la Gloria. Esa prueba era más que nada para definir la posición de los auxilios y entregarles el número. En esa época no se usaban las motos, no había. Hoy es distinto. 

 

Ida y Vuelta a Beazley. Fue ganada por Ramón Sosa, "El Mataperro"; Carlos Barrera fue segundo y tercero, Arroyuelo. Atrás, los auxilios del grupo mayoritario.

 

La etapa siguiente fue de la ciudad de Mendoza a Villavicencio, pasando por Canota, Paramillo y bajando a Uspallata, donde se acababa el asfalto.

 

“Creo, y los tiempos así lo dicen, fue mi mejor actuación. Fueron unos 80 kilómetros de subida. En la charla previa, nuestro equipo decidió salir a fondo porque todo era subida. No servía de nada correr en equipo, ahí ganaba el que tenía más, se imponían los escaladores y yo era uno de ellos", aclaró.

 

"Nuestras bicicletas tenían el plato de 49 dientes y el piñón de 22, era doble el esfuerzo; los más profesionales usaban otras multiplicaciones, algunos tenían piñones de 26 o 28 dientes, una maravilla", detalló sobre la diferencia en el equipamiento, y añadió: "Apenas salimos, unos 40 compañeros se escaparon, pero la tirada era larga y había que actuar con la mente fría y el corazón caliente".

 

Pausadamente, Juan Antonio relató su performance. "De a poco se fueron quedando los escapados, finalmente neutralizamos al grupo de los punteros, eran unos diez entre los que venía Raúl Labatte, el campeón argentino de ruta. Con Cayetano Cortez, 'tirábamos' a buen ritmo, alcanzamos a 'El Negro' Contreras, quien venía muy bien, y al chileno Alejandro Urrutia. Por Paramillo, Cortez pasó primero, detrás Contreras, y yo había hecho un tremendo esfuerzo, pensando que en la bajada podía sostener ese envión y cerrar una etapa muy difícil".

 

En andas. Festejos por el triunfo en la Ida y Vuelta a Río Grande.

 

Sin embargo, dijo con un dejo de tristeza: "No fue así. La bajada fue tremenda, el camino muy sinuoso, tierra suelta, pedregullo y un polvillo que nos quitaba el aire. Así, pinché varios tubos y me fui retrasando, llegué a los 40. Sabía que había hecho las cosas bien, pero los pinchazos me desconcentraron terriblemente, tenía una bronca incontenible, todo mi esfuerzo en la subida lo perdí en la bajada, no se podía creer".

 

Filosóficamente, agregó: "En el ciclismo, como en muchos deportes, no siempre gana el mejor; en nuestra actividad, en algún momento un ciclista tiene la oportunidad de ganar, solo debe aprovechar el momento justo para pegar 'el palo'".

 

"Sabíamos que la etapa siguiente sería durísima, estaban haciendo la actual autopista, fue por un camino muy sinuoso, para colmo esa noche llovió, era un barrial y había muchos cortes por el agua de deshielo que bajaba de la cordillera. Anduvimos bien dentro del pelotón mayoritario, pero al llegar rompí mi bicicleta", expuso y puntualizó: "Habíamos acordado que nuestro auxilio iría detrás del último de nuestro equipo, o sea que el que rompía debía esperar el auxilio, sí o sí".

 

La etapa siguiente fue de Chacabuco a Santiago, donde se produjo un desbande, llegó en el cuarto puesto y volvió a sufrir por los pinchazos. "El pelotón se dividió en dos, había doce escapados, atrás estábamos nosotros, tiramos todos juntos y fuimos acortando distancias a tal punto que al entrar al velódromo de Santiago, uno de los que venía con nosotros le dio alcance al grupo fugado, entrando en el puesto 13. Habíamos hecho un esfuerzo sobrehumano que a duras penas alcanzó".

 

Arroyuelo también recuerda que en Chile eran los últimos tiempos del gobierno de Salvador Allende y que muchas cosas escaseaban, entre ellas, los alimentos. "Hacíamos fila para todo. Nos daban todo medido", sostuvo.

 

Asegura que en el país trasandino les robaron una de las bicicletas. "Rápidamente se puso en marcha el operativo de seguridad, pero la bicicleta nunca apareció, dijeron que un chico se la llevó. Fue el trago más amargo del Cruce", manifestó.

 

El regreso no fue distinto a la ida. Se repitieron las escapadas entre los que más sabían, pero ahí nomás era neutralizados. Los caminos eran duros, mucha tierra suelta y pequeños arroyitos cruzaban la ruta, características aprovechadas por los equipos de mayor experiencia y calidad.

 

En la etapa de Santiago, al límite con Argentina, se produjo un hecho muy recordado por el puntano. Comentó que se habían escapados tres ciclistas, entre ellos el chileno Urrutia, quien lideraba la prueba por tiempo, y Contreras. "En la zona de los Caracoles, Contreras mira para atrás y ve que sus 'peones' se habían quedado en el pelotón, solo venía yo, casi a rueda. Por radio, único medio de comunicación en la competencia, le avisan que el chileno le había sacado el primer puesto de la general. "Ahí 'El Negro' me pide que le dé una mano en las subidas. Sin nada que perder, lo hice y después de varios kilómetros me dejó atrás; a la etapa la ganó Urrutia, segundo fue Contreras, pero por tiempo el argentino pasaba a liderar la carrera. Yo llegué entre los 10 primeros. Mi esfuerzo había dado buenos resultados".

 

A la noche, en el comedor, Contreras se acercó a su mesa y le entregó un paquete. "'Toma, es para vos, es un regalo, abrilo', me dijo. Eran dos tubos de origen italiano. No los conocía, nunca los había visto, no lo podía creer, en Sudamérica esos tubos no se conocían. Ese era el nivel del 'Cóndor de América'. Me demostró ser un tipo agradecido", resumió.

 

Del Valle de Uspallata a Mendoza hay siete túneles, la ruta estaba asfaltada en su totalidad, menos el ingreso y el egreso a esos lugares. "Todo era bajada, en tramos viajábamos a más de 70 kilómetros por hora. El problema era dentro de los túneles, donde se generaban los mayores inconvenientes, sobre todo las pinchaduras. Veníamos dentro del pelotón, haciendo una buena etapa, tirando todos juntos, no hubo escapadas, no servía, hasta que los pinchazos nos jugaron una mala pasada. Primero lo hice yo y detrás mío, Sosita; la llegada a Mendoza fue apoteótica, nos decían que éramos verdaderos héroes, los reyes del camino y todas esas cosas que lógicamente nos llenaban de orgullo".

 

Finalmente clasificó 18°, Pavés 11°, Ramón Sosa 25°, Rodríguez 26° y Martínez 40°. Cuando llegaron a San Luis los esperaba una inmensa caravana de amigos, hinchas, autos y motos. "Fue muy lindo, nos recibieron como héroes, pero éramos ciclistas", dijo humildemente.

 

Juan Antonio Arroyuelo tuvo una destacada actuación en el ciclismo sanluiseño, representó a la provincia en distintos campeonatos cuyanos y argentinos. Su seriedad y responsabilidad lo llevaron a ser un permanente animador en distintos puntos del país. 

 

"Con mi compañero y amigo Ramón Sosa hemos recorrido varias provincias del norte argentino. En Mendoza siempre corría, mi sponsor era el Banco Provincia. Era una forma de ganarme la vida arriba de la bicicleta".

 

Dejó la actividad resentido con un grupo de dirigentes, ya que en una prueba a correrse en Río Grande el comisario deportivo  no concurrió —porque en la noche anterior había estado en un casamiento— y la carrera se suspendió.

 

"No lo pude soportar, la irresponsabilidad me pone muy mal. Ya tenía algunas diferencias deportivas y ese hecho rebalsó el vaso, me sentí estafado, agredido y usado, nunca más corrí", manifestó después de muchos años de aquella fría mañana en la que tomó esa decisión.

 

LA MEJOR OPCIÓN PARA VER NUESTROS CONTENIDOS
Suscribite a El Diario de la República y tendrás acceso primero y mejor para leer online el PDF de cada edición papel del diario, a nuestros suplementos y a los clasificados web sin moverte de tu casa

Suscribite a El Diario y tendrás acceso a la versión digital de todos nuestros productos y contenido exclusivo