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Roberto "Tino" Mazzola, capo di tutti i capi

El puntano fue cuatro veces campeón mundial, logró 21 títulos europeos y 50 italianos. Compitió en los mejores escenarios del mundo, incluidos Jordania y Guayana Francesa.

Por Johnny Díaz
| 10 de enero de 2021
Trayectoria. "Fui campeón mundial en cuatro oportunidades, hasta recibí mi medalla de oro de la mano de un príncipe jordano. Me retiré en 2008". Fotos: Marianela Sánchez/Gentileza.

Si hay una disciplina deportiva de escasa trascendencia en San Luis, esa fue y es la náutica. Pese a tener diques y lagos de gran valor turístico, la provincia no se caracteriza por tener referentes en esos deportes.

 

Pero en la década del 60 hubo un hecho muy particular: Roberto Francisco "Tino" Mazzola y un grupo de amigos, hijos de dirigentes y allegados del Club Náutico y de Pesca "El Biguá", de Potrero de los Funes, comenzaron a practicarlo de forma amateur.

 

Hoy, Mazzola recuerda esos años con nostalgia. "En Potrero de los Funes se hacían carreras de lanchas y mi padre tenía una a la que siempre le metíamos velocidad". Como anécdota, agrega: "A los 10 años hice de acompañante, nunca tragué tanta agua''. Y señala que junto a unos amigos no tardaron en comenzar a practicar esquí náutico con lo que había. "Estaban Freddy Magis y Mónica Sagame, el padre de Fabio Di Sisto y Benjamín Iannizzotto. Ellos eran los referentes".

 

 

 

"Era alumno del colegio Don Bosco, donde los salesianos nos incentivaban el amor por el deporte. Allí practicábamos de todo, por eso estábamos afiladísimos; también jugué al básquet en Sociedad Española. Hice de todo, menos paracaidismo, hasta que me recibí en 1970. Después fui a la UNSL, donde conseguí un título de grado en Física y, luego, hice la licenciatura".

 

"Éramos asiduos concurrentes al cine Roma y ocupábamos siempre la fila 7; recuerdo que en los intervalos (pasaban dos películas) veíamos Sucesos Argentinos, que mostraba lo que sucedía en el país. Un día, vimos que en las aguas del Tigre, en Buenos Aires, el campeón argentino de la especialidad, Edgardo Martín, hacía una demostración de sus habilidades arriba de la tabla. Ese fue el comienzo. Pasó a ser mi héroe, lo admiraba sin conocerlo", asegura.

 

 

 

"Aprender técnica se nos hacía un poco difícil, él estaba en Buenos Aires y nosotros en San Luis. Pero como Freddy Magis vendía productos náuticos, rápidamente nos conectamos y comenzamos a recibir clases por teléfono —una odisea por esos años—, pero cuando teníamos la posibilidad de viajar, lo hacíamos", agrega "Tino".

 

"En San Luis no teníamos ni idea lo que era una pista de esquí o una cancha en el río. En Buenos Aires se vivía otra realidad, acá éramos garra y voluntad, eso me hace acordar a una frase de San Agustín: 'el precio del hombre es su voluntad'. Así fueron mis inicios en este deporte que me llevó a recorrer el mundo y a ser una figura reconocida del esquí acuático", agradece Mazzola.

 

Añade que con Martín forjó una linda amistad y cuando le tocó el servicio militar, fue destinado a la Marina. Allí cumplía funciones en hidrografía, en el barrio de La Boca, donde se encontró con un hermano de Edgardo (Javier) y la relación se fortaleció mucho más, a tal punto que salían a esquiar al Tigre o adonde pudieran.

 

 

 

"Tino" recuerda que pese a todos los inconvenientes que surgían, lograron instalar la primera cancha de esquí en las aguas de Potrero de los Funes, en 1979, un lugar muy difícil para esquiar por el fuerte viento. "La compramos con nuestro dinero y un gran esfuerzo, nunca pedimos nada a cambio pero la suerte no nos acompañó, sufrimos cuatro robos", recuerda, y cuenta que eso apuraría su decisión de radicarse en Villa Dolores. 

 

El esquiador siguió su carrera a nivel nacional, entrenando en Buenos Aires y compitiendo en el resto del país. Fue el mejor en slalom, hasta que en 1983 se sumó al equipo nacional integrado por Guillermo Bertoto, un rosarino que vive en Estados Unidos (el mejor en figuras), donde se nacionalizó y formó parte del equipo nacional Senior estadounidense con buenos resultados. También estaban María Fernanda Alvear —quien estuvo en San Luis haciendo la publicidad de los jeans Lois—, Diego Fiorito, Mónica Luis y Pablo Capurro, de Mar del Plata.

 

En 1986, Mazzola era jefe de trabajos prácticos de la UNSL y su padre le decía que no podía depender del Estado. En ese momento, sus ganas de irse del país aumentaban día a día. "La Argentina era un desastre y mi futuro, más que incierto. Entonces surgió la posibilidad de viajar; mi padre, que era abogado, se jubiló y decidió radicarse en Italia con mi mamá para dedicarse a escribir. Fue mi gran posibilidad. Pero antes tuve una estación de servicio, la Isaura, donde él había trabajado como abogado. No me interesó mucho, yo quería irme a Roma y que esa ciudad fuera cabecera para hacer mi vida en Italia", cuenta.

 

 

 

"Ser nieto de italianos me sirvió mucho, hice valer lo que se llama derecho de sangre (el 'ius sanguinis', expresión que se remonta al derecho romano cuando se decía que no era el lugar del nacimiento sino la nacionalidad de los padres la que confería la ciudadanía romana al hijo). Por eso, en aquellos años logré tener pasaporte italiano, tengo doble ciudadanía", destaca "Tino", quien sigue con el relato: "Pedí licencia por un año sin goce de haberes en la UNSL y alterné Italia con Argentina durante 22 años. Viví 42 veranos seguidos. Entrenaba en Buenos Aires con Javier y Edgardo Martín, competía en Europa y a veces volvía a San Luis. Al principio me costó un poco entrar en el circuito acuático, aunque ya era conocido. Tenía 35 años cuando me fui a Torino y conocí a Marco Merlo, campeón europeo, quien después murió en un accidente de avión. Me fui metiendo en el ambiente al tener buenos resultados en distintos campeonatos y pasé a integrar el equipo Senior italiano durante 20 años. El mundo del esquí acuático está dividido en zonas: en América, Oceanía y, la más grande, que la integran Europa, África y Medio Oriente (EAME). Fui campeón mundial en cuatro oportunidades, 50 veces del Italiano; logré 21 títulos europeos y competí en todo el mundo, incluidas Jordania y Guayana Francesa", recorre.

 

"En Italia entrené durante cuatro años al equipo nacional de discapacitados, una obra maravillosa. Sus estrellas fueron dos chicos extraordinarios: Daniele Cassioli, el mejor de la historia, que es ciego y escribió un libro; y el otro es Gianfranco Cosio. Son dos ejemplos de sacrificio y perseverancia".

 

En 2008 decidió dar un paso al costado porque el físico ya no era el mismo. Así, "Tino" cerraba una hermosa etapa de su vida. "Estaba muy cansado, había sido campeón mundial, incluso me había consagrado en Jordania, donde me coronó un príncipe que hoy es el rey de ese país. A esa altura, un título más no significada nada. Por otro lado, era mucho el sacrificio de entrenar y competir. Hice un balance de todo y acá estoy, radicado en Villa Dolores, donde tengo una escuela de esquí acuático, colecciono trenes en miniatura y juego al golf", dice feliz.

 

"Me había ganado un lugar y un nombre en el mundo del esquí. Competí en los mejores escenarios acuáticos del mundo e hice mi carrera con recursos propios, pese a que en el inicio conté con el apoyo incondicional de mis padres y  de mi familia".

 

 

 

Mazzola, quien tiene tres hermanas (María Graciela, María Cecilia y María Beatriz), nunca se fue de la actividad. Cuando más cerca estaba del retiro definitivo, aparecieron amigos y otra vez estaba en el agua. Hoy señala: "Estaba out, pero la pasión pudo más y ahora practicamos en el dique La Viña, un lugar hermoso por su belleza pero no lo es para la práctica del esquí, es muy ventoso (el peor enemigo para el esquiador), tiene oleaje y rebotes, al ser tan abierto no tiene protección y carece de todo tipo de estructura. Eso conspira para entrenar mejor, damos muchas ventajas porque el lugar es pésimo; no obstante eso, tenemos un niño —Bautista Ahumada, de 11 años— que está llamado a ser campeón del mundo. Con su edad y en su categoría ha batido todos los récords argentinos, es como mi hijo deportivo. Es una joya", comenta con orgullo.

 

El multicampeón ítalo-argentino dice que para él la práctica del esquí acuático no es un deporte que demande mucha inversión. "Al obtener buenos resultados, me mantenía formando y entrenando a otros esquiadores, así generaba mis propios ingresos. Al principio 'pasaba la gorra'", dice con una sonrisa.

 

Durante nueve años hizo clínicas y dictó clases, además entrenó a varios que hoy son campeones nacionales, entre ellos al misionero Martín Malarczuk (hijo de uno de los más destacados automovilistas, copiloto de Juan María Traverso). "Lo entrenaba en Apóstoles y se coronó campeón en la modalidad slalom en Puerto Roldán, Santa Fe", cuenta con precisión.

 

 

 

"A lo largo de mi vida logré títulos, medallas y copas en todo el mundo. Cada uno tiene un lugar en mi corazón, son méritos deportivos pero tienen sabor a poco frente al escudo de Chancay con la leyenda 'Gloria a los caídos en Chancay' que me otorgó la Asociación Sanmartiniana de San  Luis. Ese es mi gran orgullo, soy uno de los pocos deportistas que lo tiene", asegura.

 

Hoy sigue entrenando a profesionales, amateurs y a equipos extranjeros. "Mal no me va, alterno con el golf y con mi otra pasión, la colección de trenes en miniatura, más las visitas a mi mamá Clementina. Así es mi vida, en paz y agradecido", cierra con felicidad.

 

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