SAN LUIS - Domingo 19 de Mayo de 2024

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Jorge, un gran apasionado de los helicópteros a escala

Construye las naves basándose en los modelos reales, a partir de la observación y la investigación propia.

Por redacción
| 18 de enero de 2021
El inicio de una pasión. Jorge afirmó que descubrió su amor por los helicópteros a escala a principios de los setenta, de la mano de un ingeniero alemán. Foto: Alejandro Lorda.

La historia de Jorge Attwell es imposible de contar sin mencionar el aeromodelismo y, sobre todo, los helicópteros hechos a escala. El bonaerense de 71 años, de los cuales los últimos veinticinco los residió en la provincia, fabrica estos aparatos voladores desde al menos hace medio siglo atraído por una pasión digna de una sana envidia, que nació durante su adolescencia y fue acrecentándose en su juventud, hasta llegar intacta a sus días como adulto mayor.

 

Attwell es oriundo de San Martín, provincia de Buenos Aires, donde completó sus estudios secundarios como técnico electrónico. Llegó a San Luis por razones laborales temporales, pero los paisajes naturales locales, además de conquistarlo, eran favorables para que pudiese concretar sus dos amores: el aeromodelismo y la navegación,  hobbies que toda su vida desarrolló siempre gracias a su conocimiento técnico, que ante la vista de cualquier incauto refiere a una combinación entre ingeniería y artesanía.

 

 

“Vine a trabajar por dos días, pero a medida que se fue ampliando la necesidad, me quedé primero una semana y después quince días, hasta que finalmente me instalé de manera definitiva. En Buenos Aires siempre viví de espaldas a la ciudad, mirando al río, el horizonte y la naturaleza. Cuyo siempre me gustó y esta provincia en particular me atrajo por la cantidad de espejos de agua que tiene y por el paisaje. Mis pasatiempos siempre fueron andar en barco a vela cuando hay viento y cuando no, volaba helicópteros, por lo que acá tuve la posibilidad de hacer ambas cosas, además de trabajar para subsistir”, explicó.

 

Dueño de un conocimiento técnico importante, pero también cultural e histórico, en la actualidad reside en La Punta, a escasas cuadras del centro comercial de esa ciudad. Los principales espacios de su vivienda, como la cocina y el comedor, si bien cuentan con  elementos similares a los de cualquier hogar, son más parecidos a una extensión del taller que tiene instalado en el fondo de la casa. Al ingresar, una multiplicidad de aviones (muchos destruidos en pruebas) y repuestos de todo tipo invaden cada mueble de la locación, mientras que la única mesa que posee sirve de reposo para un helicóptero de casi un metro de largo en pleno desarrollo.

 

“Desde chico siempre me gustaron los aviones y eso me llevó, primero, a armar las partes de plástico, las maquetas y después a hacer los modelos para tratar de verlos volar. Nunca aprendí a aterrizarlos. Me encontré con un helicóptero que cuando aprendí a despegarlo y pilotearlo, me llevó a elegirlo como uno de mis favoritos”, explicó Attwell, quien descubrió su verdadera pasión a principios de los setenta, de la mano del ingeniero alemán Dieter Schlüter, uno de los padres de esa vertiente del aeromodelismo que logró el primer vuelo circular de cinco minutos con una maqueta inspirada en el conocido Bell Huey Cobra.

 

“Ahí fue cuando me enganché. Después vinieron otros más, porque en Argentina aparecieron modelos japoneses que eran más baratos pero que no volaban. Era imposible dejarlos quietos en el aire”, recordó Attwell, quien realiza la construcción a escala a partir de una fotografía o imagen de los reales, ya que no existen planos para su fabricación.

 

Vine a San Luis por trabajo y me quedé por la cantidad de espejos de agua y por el paisaje que tiene (Jorge Attwell)

Salvo componentes específicos, casi todo lo hace con materiales que recicla o que compra y adecua a sus necesidades, como es el eje que soporta a las hélices de su último proyecto, que rescató de una impresora que encontró abandonada en la calle. Para esa función, hasta llegó a emplear el caño de una carabina calibre 22.

 

La autonomía de las naves es con motores eléctricos de hasta cuatro caballos de fuerza, adaptados para girar a unas 1.500 revoluciones con baterías que tienen, en promedio, cinco minutos de duración en el aire y que pueden intercambiarse una vez que se agotan. Según indicó el electrotécnico, los helicópteros pueden alcanzar una altura de unos mil metros, aunque aseguró que en una ocasión llegó a la barrera de los casi cuatro mil.

 

“No tengo retribución monetaria por esto, pero es un gusto y una satisfacción ver que vuelen con todas las horas que demandan y después de solucionar todos los problemas que se presentan durante la fabricación, que como mínimo lleva dos años con mucha dedicación. También es un logro personal tener algo propio que sea distinto a lo común, hecho en casa vaya a saber con qué”, afirmó.

 

Detallista. Construyó varios modelos sin contar con las instrucciones. Foto: Alejandro Lorda.

 

Entre los distintos helicópteros que fabricó en los últimos 50 años, Attwell luce con orgullo un Huix 500 de la Fuerza Aérea que voló en Chipre; un Chinook H-93 de la Fuerza Aérea Argentina con el camuflado que fue utilizado durante la Guerra de Malvinas; un CH-46 japonés modificado con un cambio de turbinas; un Kamov-27 ruso sin rotor de cola, concéntrico, tripala y con birrotor que cumplió tareas en la Antártida para sacar y trasladar cargas de barco hacia las bases, y una K-Max sin rotor de cola y dos rotores que funcionan a noventa grados.

 

 

Una falla en pleno vuelo

 

Como todo mortal, Attwell pasó momentos críticos en su vida. El más extremo, que casi lo aleja de manera definitiva de su pasión, fue un accidente cardiovascular (ACV) hace cinco años mientras vacacionaba en Córdoba. El ataque cerebral le ocasionó un daño severo en la visión, por lo que debió dejar todas las actividades de su vida cotidiana, inclusive volar sus helicópteros.

 

“Recién hace un año me animé a manejar de nuevo y también empecé a fabricar aviones sencillos de aeromodelismo, muy de a poco, una hora por día con un pieza”, sostuvo.

 

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