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"La adrenalina de mostrar la historia es más fuerte que el miedo"

El periodista argentino radicado en Estados Unidos cuenta cómo fue vivir y cubrir en el país del norte las elecciones, la pandemia y la muerte de George Floyd.

Por Astrid Moreno García
| 18 de enero de 2021

Del glamur de la alfombra roja de los Oscars y las estrellas de Hollywood a los saqueos en supermercados argentinos en el 2001, hasta la muerte de George Floyd y su repercusión en Estados Unidos, Ronen Suarc siempre apunta su cámara, ya sea de un canal internacional o la de su propio celular, y le muestra al mundo hispano lo que sucede en el otro extremo de América.

 

A un año de dejar a sus amigos, su familia y su trabajo en Argentina, el periodista cuenta las aventuras y desafíos que tuvo que atravesar para hacerse un lugar en los medios extranjeros. Lo que comenzó como un viaje laboral para dedicarse al periodismo de espectáculos en Estados Unidos terminó enfrentándolo con sus inicios de movilero en las manifestaciones contra la discriminación a raíz del asesinato de George Floyd, la llegada del coronavirus que dejó casi dos millones de muertos y la culminación del año con las elecciones presidenciales.

 

 

Ronen también incursionó en la televisión internacional como actor, donde trabajó en ficciones como la tira neoyorkina llamada “Betty”, y se puso su propio centro de estética. El periodismo es su primer amor, pero el multifacético Suarc asegura que las redes sociales lo tienen cautivado.

 

—¿Qué tipo de trabajo hacés en Estados Unidos?
—En un principio la idea era ir a Miami y de ahí a Los Angeles o Nueva York, pero las cosas se van dando sin pensar que se pueden dar de esa manera. Empecé a trabajar en “E! Entertainment” para algunos eventos, como los Oscars, pero necesitaba buscar trabajo estable. Di con un canal que se llama “Estrella TV”, yo quería radicarme en Miami, pero ellos no tenían más espacio ahí, solo en Dallas. Así que hice una prueba con el celular muy mala y transmití una persecución como esas que se ven en las películas o noticieros, se las mandé y me aprobaron. Ahí conocí a la productora y cantante Paty Cantú. Ella me pasaba a buscar por mi casa y me llevaba al canal, nunca sospeché que esa amistad me podía hacer conseguir el trabajo en Nueva York. Gracias a ella llegué a una agencia de noticias y después vino “Telemundo”, donde soy corresponsal de espectáculos.

 

—Finalmente cumpliste tu objetivo de llegar a Nueva York...
—Es una ciudad espectacular, te lleva por todo, es de película. Uno siempre sueña con trabajar y vivir acá y en este caso lo cumplí. De todas formas mis sueños están intactos porque yo venía con una idea y después fui cambiando en función de todo lo que pasó, de la pandemia, los saqueos en plena Quinta Avenida y de transmitir todas esas noticias. Venía en un plan un poco más de entretenimiento y con otro tipo de contenido que hacía en mis redes. Sin embargo, mi experiencia era del periodismo y retomé esa enseñanza que tuve en Argentina.

 

—¿Cuáles experiencias principalmente?
—El otro día veía unas imágenes del 2001 y yo lo cubrí todo, incluso para medios de afuera, era corresponsal a la inversa en mi propio país para canales del exterior porque era tan importante lo que pasaba en Argentina por entonces que lo transmití. Así que estoy acostumbrado a cubrir estas cosas, agarré todo ese background y me sirvió para las elecciones de acá y para un saqueo que presencié.

 

—¿Cómo fue cubrir los saqueos en ambos países?
—Vi cosas muy fuertes. En el 2001 viví un saqueo de un supermercado de un barrio de Mataderos, en Capital Federal, y nos apuntaron con un arma. Yo estaba con Ariel, mi camarógrafo, y a él le habían pegado en la cabeza con una bomba de humo que tiró la Policía y se había cortado la cara, así que agarré la cámara. Me tocó el mismo día cubrir un saqueo en otro mercado donde un hombre me amenazó con un arma. Tratamos de grabar lo más que pudimos desde el auto para evitar un enfrentamiento. Acá me pasó, sin pensarlo, estar en una situación similar, pero con mucha más gente robándose todo de un local. Eran de dos casas de ropa. En Buenos Aires se robaban electrodomésticos, bebidas alcohólicas, acá eran prendas de vestir. La gente entraba como hordas y yo transmitía para “Voice of América”, era como una película.

 

—Te dedicaste al periodismo de espectáculos, sin embargo, te viste inmiscuido en coberturas más políticas y sociales….
—Lo que me pasó en mi carrera es que descubrí casi todo lo que uno puede esperar, como cosas en este caso puntual que terminan siendo inéditas. A mí me gusta mucho la actuación, estoy haciendo teatro, estudiando acá. Hice microteatro en Miami, que es una ciudad para aprender y llevarse las mejores experiencias de ese rubro. Se trata de hacer lo que uno tiene ganas de hacer y no solo lo que te hace ganar plata. —¿Cómo viviste la pandemia en Estados Unidos? —Estamos en una segunda ola complicada, la verdad que estaba como casi en una película al principio. No me di cuenta de todo lo que viví hasta que en retrospectiva fui viendo lo que tuve que transmitir y lo que pasé. Algo que me marcó fue ver los muertos en las puertas de los hospitales, me tocó contarlo, fue una tragedia lo que vivió Estados Unidos y más Nueva York con respecto a la pandemia. Nunca tuve miedo, pero sentí la responsabilidad de contar lo que veía y el impacto que tuvo a nivel mundial.

 

—Hablás del temor, te expusiste a varias situaciones límites, ¿alguna vez temiste por tu vida?
—La adrenalina del periodista de contar o mostrar el camino de la historia es mucho más fuerte que el miedo de lo que pueda pasar, incluso en esos momentos donde sabés que puede correr peligro tu vida. Acá en Nueva York me pasó de estar frente a un local de telefonía, donde se robaban celulares, y pusieron una bomba, como un petardo, pero de mucho poder, explotó muy cerca nuestro y nos podría haber tocado con algún tipo de esquirla o algo. Es el riesgo que corrés en ese momento. No te das cuenta, solo tratas de mostrar lo que estás viviendo, sin exagerar. Simplemente relatar lo que ves con la adrenalina y la emoción del momento.

 

—¿Cómo es la represión policial allá?
—La Policía está presente todo el tiempo, en este caso no se metía porque veníamos justamente de la repercusión de la muerte de George Floyd, estuvo parte de la familia y el hermano, a quien pude entrevistar y fue algo muy emotivo para mí. En el Rockefeller Center todos los años se pone un gran árbol por Navidad, en frente está Sacs, que es una tienda muy variada. Cerraron con maderas las vidrieras y pusieron perros para enfrentarse a los afroamericanos que se movilizaban y la Policía no estaba presente, pero si están, hacen su trabajo y si tiene que reprimir, lo hacen. Muchas veces detienen a personas que ya hicieron inteligencia previa y que habían estado en otras manifestaciones. Acá funciona la Justicia y la Policía. Investigan mucho, pero son muy violentos.

 

—¿Sufriste algún tipo de discriminación por ser hispano?
—No me pasó a mí en lo personal, pero lo vivo en el día a día, cubro a muchos hispanos y a todos los indocumentados los maltratan, les pagan muy poco dinero y los esclavizan en algunos casos. Se vive la discriminación por parte de quienes tienen más poder o como se dice "la supremacía blanca" se ejerce en lo diario porque los peores trabajos y los menos pagos los tienen los indocumentados y los afroamericanos. Somos esa parte de la sociedad que menos derechos tiene.

 

—¿Cómo fue cubrir las elecciones presidenciales?
—Ese día fue apasionante, con mucha información y hubo momentos de tensión durante todo el día, pero después bajó. El sábado, que fue la gran confirmación por parte de Pensilvania de que había ganado Biden, fue de festejo y hubo mucha más alegría aunque todavía estaba la situación de un Donald Trump que no reconocía la derrota y no quería soltar el poder.

 

—¿Alguna vez pensaste en volver a Argentina?
—Estuve en duda cuando estaba en Dallas, estar ahí fue duro porque hice mi propia cuarentena solo. Aprendí a bancarme a mí mismo, a respetar mis tiempos, a estar mal o bien. Pero sí, muchas veces me pregunté para qué estoy haciendo esto o qué sentido tiene tanto esfuerzo si yo estaba bien con dos programas al aire, un programa de radio hacía diez años. Después cuando me vine a Nueva York ya no me pasó eso de querer volver, estoy disfrutando mucho y para mí es una etapa. No sé cuánto dure, mientras tanto estoy feliz con lo que hago ahora.

 

—Tu mamá afrontó una adicción al alcohol, ¿te resulta difícil estar lejos de ella ahora?
—Fueron tres años muy duros, me iba a ir de Argentina en enero de 2019, pero no hubiese dejado a mi mamá y que ella esté en tratamiento, así que me fui cuando terminó en diciembre de ese año. En realidad no le dan el alta nunca, pero ahora hace un proceso fuera de la clínica. Fueron momentos muy duros, pero a mí lo que me quedó es lo bueno, que se puede salir y que mi mamá volvió a ser la misma mamá de antes, que en un momento pensé que no la iba a tener más. Pero volvió a ser la que era y eso a mí me marcó mucho. Es muy emocionante saber que pudo salir, la admiro, la quiero mucho y por eso a veces la extraño, por su valor y fortaleza.

 

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