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El INTA trabaja para conservar algunos cultivos ancestrales

Los bancos de germoplasma de la institución se ocupan de la conservación, la selección participativa, la restitución y la difusión de variedades locales de maíz, papa y poroto.

Por redacción
| 24 de enero de 2021
El avance tecnológico permite que las especies y los ecosistemas evolucionen y se adapten a los ambientes cambiantes.

Un equipo de investigadores del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) trabaja en la conservación, la selección participativa, la restitución y la difusión de variedades locales de maíz, papa y poroto. El proyecto se desarrolla a través de bancos de germoplasma, que consisten en conjuntos de genes que se transmiten por la reproducción a la descendencia por medio de gametos o células reproductoras, y son el resultado del proceso de selección y mejoramiento realizados por los agricultores durante cientos de años.

 

Este avance tecnológico en las variedades o poblaciones locales cumple un rol esencial para la provisión de alimentos, permite que las especies y los ecosistemas evolucionen y se adapten al ambiente cambiante, aportan variabilidad para incorporar en los programas de mejoramiento genético de los cultivos y proporcionan valores sociales, culturales, estéticos y recreativos.

 

Los bancos de germoplasma que pertenecen a la Red de Recursos Genéticos del INTA, conservan cultivos ancestrales como poroto, papa y maíz. Basándose en ellos, los investigadores trabajan en la preservación de materiales locales ex situ e in situ, resaltando las propiedades de otras variedades, sus usos y el conocimiento tradicional que tienen asociados.

 

Desde hace más de cincuenta años, en la sede del INTA Balcarce-Buenos Aires, existe como sustento al programa de mejoramiento de papa, el Banco Activo de Germoplasma, que tiene más de 1.600 registros de papas andinas y silvestres.

 

“Consideramos que hay un gran problema en la pérdida de biodiversidad y creemos que es necesaria una restitución de esos materiales a su hábitat”, expresó Ariana Digilio, investigadora del Banco Activo de Germoplasma de la institución y añadió que existe una tendencia de los agricultores a incorporar distintas especies para diversificar la producción. En este aspecto, Digilio puso el foco en el rol social que cumple el banco, debido a que permite guardar materiales en las fincas de la zona.

 

“Mediante la articulación interinstitucional se busca conservar la biodiversidad”, agregó Raquel Defacio, investigadora especializada en variedades locales de maíz del INTA Pergamino  -Buenos Aires.

 

Por su parte Mariana Ferreyra, investigadora del Banco activo de Germoplasma del noroeste argentino, destacó el rol en la difusión del conocimiento, y citó como ejemplo el caso del poroto. “Se ha perdido el hábito de consumo de la legumbre a través de los años. Es un sector en el que se está trabajando con materiales de comunicación y capacitación para que se conozcan las ventajas de este cultivo y la importancia que tiene su incorporación a una alimentación saludable”, explicó.

 

Fuente: INTA Informa.

 

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