Chatarras en descenso: autos sin motor que funcionan por gravedad

Ángel Zamariani asegura que hace un par de años mirando televisión vio que en Europa y Brasil se corrían carreras de autos sin motor aprovechando la gravedad del terreno. Se reunió con Daniel Stábile, Lucio Ferretti y Alejandro Ledesma y comenzaron a bosquejar un proyecto similar al que estaban observando por TV.

“En Europa y en algunos países de Sudamérica como Brasil, Perú y Bolivia son una verdadera atracción las carreras de los autos sin motor que funcionan con la gravedad. Nosotros fuimos los iniciadores y somos únicos en el país. Para nosotros es una gran alegría por muchos factores, entre ellos el interés de armar un auto artesanalmente aprovechando lo que ya está en desuso”, afirma el presidente de la organización puntana.

A modo de ejemplo, recuerda la realización de una carrera de autos sin motor en San Pablo, Brasil, que despertó la atención de miles de personas que se congregaron para presenciar los vehículos más originales del momento. De ese evento participaron más de setenta vehículos sin motor de todo el mundo. Eran de fabricación casera y los diseños muy diversos y creativos, desde pirámides hasta un neumático lleno de mosquitos e incluso un unicornio a toda velocidad.

Aunque en sus inicios era una carrera para niños, en 2004 se creó la Ultimate Speed Challenge, dedicada a romper récords de velocidad. Para lograr este desafío fue necesario que los pilotos desarrollaran sus propios vehículos capaces de alcanzar velocidades.

En algunos países como Alemania, durante la carrera utilizan la inercia de la fuerza de la gravedad para impulsarse. Así se creó el Soapbox (Ver "El primer prototipo"), que garantiza contar con más profesionalismo y seguridad para sus participantes.

Zamariani y sus amigos no tardaron mucho en armar la Asociación de Corredores de Chatarra en Descenso, una organización sin fines de lucro que rápidamente se puso en funciones.

“Mostramos el proyecto a gente amiga relacionada con el deporte y se confeccionaron las primeras tres máquinas. Primeramente se utilizaban tachos de combustibles de doscientos litros, bañeras, lavarropas o lo que fuera. La intención era captar adeptos. Primeramente nos miraron medio raro, pero la gente se entusiasmó y cuando hicimos la primera carrera ya teníamos doce máquinas, fue en Villa Larca y después en el Chorro de San Ignacio”, cuenta los orígenes.

Luego fueron a otras localidades como Merlo, San Javier, Villa de Las Rosas, las dos últimas de Córdoba. "En todos lados éramos una verdadera atracción, la gente se acercaba no solo a mirar las carreras, sino por curiosidad y ver cómo están fabricados los autos”.

Integrantes de la asociación manifiestan que en diez oportunidades corrieron en el Chorro de San Ignacio por tener una de las mejores pendientes, tres en Carpintería (la última el pasado domingo), dos en San Javier y una en Villa de Las Rosas, en El Talar y otra en Merlo.

“Estuvimos parados por la pandemia, eso detuvo un poco el impulso que traíamos y mermó la concurrencia a este tipo de espectáculos que generalmente es para los niños o la familia. Pero estamos firmes buscando escenarios que nos permitan hacer nuestro show deportivo”, dicen felices por lo que hacen.

"Los autos funcionan con la gravedad del terreno, es la única forma que tenemos de correr, armamos un reglamento que incluye jaula, butaca con aro de protección, frenos y cinturón de seguridad entre las cosas más importantes. Primeramente los autos eran pesados porque se utilizaban elementos como tambores, bañeras o lavarropas soldados a estructuras de hierro. Hoy casi no es más así, muchos son armados artesanalmente, han ido alivianando sus estructuras y dotándolos de mayor seguridad, hay que tener en cuenta que en algunas pendientes estos autitos desarrollan una velocidad cercana a los 100 kilómetros por hora".

Lucio Ferretti, otro de los fundadores, admite que el comienzo fue duro, pero que paulatinamente se fueron sumando adeptos y que en poco tiempo armaron sus propios autos. "Lo importante es que hay autos de varias localidades vecinas", aseguró hoy a la distancia.

En algún momento, señalan, llegaron a tener un parque de más de 80 autos federados, hoy son 34. El piloto más joven, Mateo Muñoz, tiene 10 años y es de Villa Mercedes; el más longevo, con 69, es Carmelo Guercio.

También agregan que de Mendoza se suman Ariel García, Claudio Viudez y Luis Videla, de la localidad cordobesa de Cruz del Eje, Juan Carlos Caputto, y también varios villamercedinos que alguna vez se subieron "para hacer una tirada".

Rápidamente aparece la nómina de los más ganadores a lo largo de diecinueve fechas: Walter Arias (diez carreras), Daniel Stábile, Juan Manuel Bonfiglio de San Javier, Alejandro Ledesma, Carmelo Guercio, Matías Galetto y Oscar Colombo de Villa Mercedes. Félix Godoy, Lucio Ferretti y Martín Zamariani.

El presidente tiene palabras de agradecimiento para Adriana Palacios, Oscar Colombo, Gastón Herrera y Marcelo Vílchez por el aporte a la organización. Hoy Daniel Martínez, Fabián Basualdo y Lucio Ferretti de la comisión trabajan en la elaboración de un calendario de actividades para la nueva temporada. “Estamos preparados para correr en distintos escenarios de los Comechingones, esperemos que nos apoyen y nos permitan mostrar las carreras que son furor en el mundo”, se esperanzó Zamariani.